vitoria. La costumbre de incinerar a los muertos en vez de enterrarlos lleva sello asiático, pero cada vez está ganando más adeptos en Europa. El problema es que en esta otra parte del planeta algunos cementerios no están preparados para acoger los restos, y la gente suele optar por abandonar las urnas en el monte de forma desordenada o lanzarlas al mar. Craso error: esta práctica conlleva serios problemas medioambientales. Por eso, el jefe del servicio de Cementerios de Vitoria, Kepa Arza, quiere crear "un espacio bonito" dentro de El Salvador para despedir a los seres queridos tras la cremación. Un deseo que dependerá del presupuesto.
Aunque pueda parecer ridículo, morir contamina. Los sepelios fúnebres generan residuos desde el momento de la fabricación de los ataúdes hasta que los cuerpos descansan bajo tierra y excretan sus fluidos. Tampoco la cremación es ecológica, debido a las emisiones de gases de las chimeneas de las incineradoras (por los elementos tóxicos usados en la fabricación de la urna) o a la práctica habitual de arrojar las cenizas (y la urna que las contiene) al río o al mar. Precisamente por este motivo, en países como Francia, Alemania y Austria los cementerios tienen zonas acotadas para esparcir las cenizas y, además, está prohibido por ley sacarlas de las necrópolis. Incluso dentro de España hay ayuntamientos que ya se han adaptado a las nuevas costumbres. Espejos cercanos en los que Vitoria, la European Green Capital 2012, puede y debe mirarse para llevar el espíritu verde de dentro hacia fuera y más allá.