hace tres años, noventa persianas barrían las calles del Casco Viejo de Vitoria hasta que la ciudad se echaba a dormir. Parecía que no podía ser de otra forma, que la colina estaba condenada a ser el escenario preferido de la hostelería exclusivamente nocturna o de fin de semana. Sin embargo, gracias a los 650.000 euros en ayudas ofrecidos dentro del plan de revitalización del Ayuntamiento, el decorado está cambiando. Desde entonces han surgido o se han reinventado cuarenta bares de los 180 que funcionan en el corazón de la ciudad y está previsto que otros veinte sigan pronto el mismo rumbo. Una destacada ruptura del orden establecido comandada por los principios del trabajo diurno y la calidad que no ha hecho más que empezar.

"El objetivo es que, a finales de 2014, siete de cada diez establecimientos hosteleros del Casco Viejo se hayan transformado o hayan dado paso a otros que cumplan estos criterios", explica el líder de la Agencia de Revitalización de la Ciudad Histórica, Gonzalo Arroita. No es que la sociedad municipal vaya a perseguir a los bares de toda la vida, pero sí desea que el sello de la colina sea una hostelería diurna y de calidad porque está convencida de que con la recualificación de este sector se pueden lograr grandes beneficios. Más locales centrados en dar de comer con un sello de identidad característico y no sólo de beber conllevan, necesariamente, una mejora de la calidad de vida de los residentes y un entorno mucho más agradable, ya que desciende la suciedad y el alboroto.

Salta a la vista que el escenario que pinta la Agencia de Revitalización de la Ciudad Histórica supone también un revulsivo turístico. Si algo buscan quienes vienen de fuera y trepan las faldas de la primitiva aldea de Gasteiz son buenos vinos y mejor gastronomía. Y si algo desea con ganas el Ayuntamiento es hacer de Vitoria un destino de gran interés, con la colina como principal atractivo para los amantes de la cultura y del ocio.

En cualquier caso, la estrategia del Consistorio para dar una vuelta de tuerca a la hostelería del Casco Viejo es, realmente, obra de los responsables del Plan Urban de la Unión Europea, el programa del que procede gran parte del dinero que se está invirtiendo en la transformación de la colina. Fueron ellos los que advirtieron de los inconvenientes de tanto bar nocturno y poco competitivo y animaron a recualificar el sector salvando, al mismo tiempo, los obstáculos que supone la almendra para el sector: locales de pequeño tamaño que hacen bastante difícil diversificar los negocios y satisfacer las normas de accesibilidad, y calles de orografía compleja que no siempre anima a los emprendedores a invertir.

Sobre esta base, la Agencia configuró tres líneas de actuación: eliminación de licencias para sustituir actividades hosteleras por otras de distinto tipo, subvenciones a locales de noche para su conversión en establecimientos con identidad propia y con horarios más amplios, y ayudas a establecimientos que ya trabajan en la dirección de la sociedad municipal pero que quieren seguir mejorando. "El hostelero se mueve cuando ve oportunidades de negocio, allí donde haya comercio, turismo, gente... Y todas esas condiciones ya se están dando en el Casco Viejo, lo que explica la buena respuesta que estamos teniendo", apunta Arroita.

Dentro del primer eje de actuación, el mejor ejemplo reside en el número 2 de la calle Barrenkale, que ha pasado de ser un pub que operaba las noches de los fines de semana a una asociación cultural artesanal de bonsais. Respecto a la segunda línea, las subvenciones a bares para su transformación radical, la lista incluye establecimientos como Aratz, la cafetería Goizargi, Elorza, El Golpe, Moria, Karma, K2 y Jango, cuya apertura ha sido un éxito. Y en el tercer eje, las ayudas para la mejora de la actividad hostelera, aparecen establecimientos de solera o reconocido prestigio, como Toloño, Zabala, Boubal -el antiguo Botero-, Jardín de Falerina, Degustación Lupita, Virgen Blanca, Malquerida, El Tabanco, Kokodrilo, Chocaretto, Zilarran, La Alacena, Rossi y Gaucho.

agilizar los trámites La Agencia de Revitalización de la Ciudad Histórica contempla también un cuarto eje, el que engloba a los proyectos de recualificación hostelera en distintos grados de desarrollo -aún en fase de estudio o de tramitación-. Algunos se refieren a la petición de ayudas para mejoras del local, como es el caso de El Refugio, Erkiaga o Dulantzi. Y otros contemplan la creación de nuevos negocios, ya sean restaurantes, como el italiano que se va a abrir en el cantón de San Francisco Javier o el del número 10 de la calle Cuchillería, o bares de delicatessen, al estilo de que se proyecta en Pintorería 25.

"Estamos muy satisfechos porque la recualificación del sector está llegando a las dos laderas de la colina. Los hosteleros están viendo que es interesante invertir. Así que, ahora, nuestro objetivo es agilizar los proyectos y las licencias", subraya Arroita. Que la rueda no se detenga ni un segundo.