Vitoria. El Principal se despertó a las ocho y media de la mañana custodiado por siete ertzainas y ante alrededor de cien funcionarios dispuestos a enclaustrarse en el edificio a pesar de que un decreto de Alcaldía les prohibía realizar el encierro allí. Al final, desistieron en su empeño, pero sí lograron uno de los objetivos que se habían propuesto: que el teatro no levantara la persiana. Los técnicos municipales respondieron a la convocatoria de huelga y no acudieron a su puesto de trabajo. Así que el gabinete Lazcoz se vio obligado a suspender la función de las ocho y media de la tarde, protagonizada por la Orquesta de Cámara de Munich. Una cancelación que le costará al Ayuntamiento 13.000 euros, al margen del dinero que se devolverá a los ciudadanos que compraron entrada.
Si se cumple la previsión del comité de empresa, el Principal seguirá con el candado puesto dos días más. Para hoy, el cierre no conllevaría ninguna afección, ya que el cartel está en blanco, pero mañana pagarían el pato aquellas personas que adquirieron entradas para ver Didos y Eneas. Eso sí, todas recuperarán el importe de los tickets a partir del próximo martes: en taquilla en caso de haberlos comprado en el teatro o por teléfono, y a través de la cuenta de cargo si utilizaron Internet.
Desde el gobierno aseguraron que todavía es pronto para confirmar los cierres. "Hasta que no empiece el turno de trabajo no podemos saberlo". Los representantes sindicales, sin embargo, dan por hecho que el teatro bajará el telón, porque tienen la palabra de los empleados. Además, mantienen las convocatorias de concentraciones y encierros en el Principal de hoy y mañana, a pesar de que ayer los trabajadores en pie de guerra tuvieron que trasladar sus sacos de dormir hasta las oficinas de Función Pública por la prohibición de desplegarlos en el teatro. "Esto pone de manifiesto la actitud impositiva y represora del alcalde", denunció la secretaria del comité de empresa, Mónica Gómez de Segura, a las puertas del Principal tras media hora de consignas contra Lazcoz.
A las seis de la mañana, el jefe de la Policía Local, el subcomisario y el director estaban ya apostados en el interior del teatro, aunque su presencia no hizo falta. Los ertzainas prohibieron el acceso de todos los manifestantes, incluido el comité de huelga, motivo por el que los sindicalistas interpusieron una denuncia en Inspección de Trabajo. "Aunque haya un decreto de Alcaldía, el comité de huelga tiene derecho a entrar", explicaron. Desde el gobierno se dijo que, al haber presunción de encierro, se les podía impedir la entrada.
Diretes aparte, los trabajadores pudieron trasladar su protesta a las oficinas de la calle Olaguíbel, donde pasaron el día y la noche. Acudieron policías al lugar, pero como sólo tenían orden de invitarles a salir, no se produjeron desalojos. Una deferencia que, eso sí, obligó al edil de Función Pública, Joaquín Esteban, a enfrentarse a la treintena de trabajadores encerrados junto a su despacho. Tiró los carteles pegados en su puerta y se esfumó. El parque de Gamarra, por cierto, cerró ayer y lo volverá a hacer también hoy.