vitoria. Tenía razón Patxi Lazcoz al decir que los ciudadanos no iban a entender los nueve días de movilizaciones iniciados por los trabajadores municipales en protesta por los recortes sociales. Pero por el motivo contrario. La mayoría de vitorianos que ayer acudió a su centro cívico habitual sin acordarse de que había huelga o para confirmar que estaba cerrado se sorprendió al saber que cinco equipamientos -Lakua, Arriaga, San Andrés, Iparralde e Ibaiondo- iban a funcionar el fin de semana. Para ellos, lo lógico es que hubieran echado la persiana todos y que continuaran así hasta el siguiente domingo "para que los funcionarios se hagan notar de verdad". Una actitud de lo más inesperada, pero que puede llegar a comprenderse por la tesitura actual. La crisis llama a la solidaridad incluso al ponerse en pie de guerra un sector mal visto.
Por eso, aunque muchos vitorianos se quedaron sin chapuzón al lado de casa y algunos decidieron trasladarse a otros centros cívicos para satisfacer sus planes sabáticos, no se palpó a pie de calle otra cosa distinta a la resignación. Y si hubo enfados, la mayoría puso en su punto de mira al alcalde. "Si no hay diálogo, una huelga no soluciona nada. Pero creo que los funcionarios están en su derecho de protestar por los ahorros en las bajas, por la reducción de las nóminas... Y los demás también tendríamos que salir a la calle por las pensiones, por la ampliación de la edad de jubilación...". Julio sabe de lo que habla, porque ha afrontado huelgas del metal, tanto aquí como en Alemania. Y, por eso, lejos de lamentarse por tener que acudir a Iparralde a bañarse, instó a Lazcoz a "negociar para reconducir la situación".
Son palabras alentadoras para los funcionarios, que ayer desafiaron al frío matutino para hacerse oir. Alrededor de cien trabajadores repartidos entre los centros cívicos de Aldabe y Hegoalde acudieron a las concentraciones de las ocho de la mañana para cantar las consignas de siempre y llamar la atención de los usuarios más madrugadores. Entre ellos, los chavales de Madre Vedruna y Santa María, que se quedaron con las ganas de jugar el partido de fútbol programado para ayer en el centro cívico de Siervas de Jesús. Estaban enfadados, como sus entrenadores, pero no tanto con los trabajadores municipales sino con la federación por no haber sido clara. "Nos han hecho levantarnos prontísimo para nada", lamentaron Julen, Iker y Xabi, que salió de casa con pantalones cortos como quien cruza los dedos esperando el milagro.
"Al parecer, debíamos presentarnos todos para poder suspender el partido", explicó el míster de Madre Vedruna, Alain, para reconfortar a los chicos. Sus rivales, no obstante, tenían bastante más digerida la situación. Pertenecen a Goian, una iniciativa que busca la integración social de la población infantil del Casco Viejo a través de diversas actividades, y su entrenador les había explicado qué es una huelga y los motivos de los funcionarios. "Están enfadados porque llevan pensando en este partido toda la semana, entrenándose para ello, pero han entendido que la gente tiene derecho a movilizarse y que a nadie le gusta salir a la calle para morirse de frío", subrayó la coordinadora del proyecto mientras los chavales curioseaban las pancartas de la concentración.
Como ellos, cientos de personas se acercaron a las puertas de los equipamientos municipales para descubrir que había una huelga -en el caso de los desinformados, los menos- o para ponerse al día con las reivindicaciones de la plantilla, plasmadas con carteles en todas las puertas. Como había anunciado el comité de empresa del Ayuntamiento el día anterior, cerraron los centros cívicos de Aldabe, Hegoalde, Judimendi, Abetxuko, Arana, Aranalde y Campillo, así como los polideportivos de Landazuri y Ariznabarra y el pabellón de Mendizorroza. Pero, además, por la tarde se sumó El Pilar, que tampoco funcionará hoy. Una bajada de persianas que pilló desprevenido a más de un usuario. "Había estado por la mañana duchándome y ahora iba a jugar un rato a las cartas. Tendré que volverme para casa", lamentó Miguel, un maestro del mus.
"Estamos súper satisfechos, porque han acabado cerrando muchos más centros cívicos de los previstos al principio, lo que evidencia que la mayoría de la plantilla apoya las movilizaciones a pesar de que el alcalde trate de transmitir lo contrario", subrayó la secretaria del comité de empresa del Consistorio, Mónica Gómez de Segura, quien insistió en que no es intención de los funcionarios perjudicar a los vitorianos. "Volvemos a pedir disculpas a la ciudadanía por tener un alcalde tan tozudo", apostilló la representante sindical. Pese a que las movilizaciones son ya una realidad, no hay prevista ninguna reunión con el equipo de gobierno para reconducir la situación. De hecho, mientras ayer los vitorianos se enfrentaban a las persianas bajadas, Lazcoz obviaba cualquier alusión a la huelga en un acto de celebración del ecuador de la legislatura socialista en el Gobierno Vasco. Sí habló, por contra, de los proyectos de revitalización comercial o de las bondades del BAIC.
El equipo de gobierno se limitó a mandar un comunicado con la lista actualizada de los equipamientos fuera de servicio el fin de semana y trató de restar valor a los cierres masivos al matizar que algunos de ellos -Abetxuko, Arana, Campillo y Ariznabarra- nunca operan los sábados por la tarde y los domingos. "Entonces, ¿por qué pintan tan de malos a los funcionarios? Porque así lo que yo puedo pensar es que, en realidad, los trabajadores hacen protestas puntuales para no perjudicar a los ciudadanos", señaló Laura, que ayer pudo acudir a su clase de body combat gracias a que tiene lugar en el centro cívico Iparralde.
De allí salió a las once de la mañana Manuela, tras realizar sus estiramientos de todos los sábados. Ella es de las que piensa que, si se protesta, hay que hacerlo a lo grande. "Deberían de cerrarse todos los centros cívicos", sostuvo la veterana, para quien el Ayuntamiento "es el culpable" de los perjuicios que pueda sufrir la ciudadanía por las movilizaciones de los funcionarios. "Puede que sean unos privilegiados en comparación con otros, pero un alcalde no se puede permitir llegar a estos extremos. Y es intolerable que siga sin querer hablar con ellos", opinó.
Curiosamente, los equipamientos abiertos no registraron muchos más usos que otros sábados. "He visto caras desconocidas, pero pensábamos que se iba a notar más afluencia. Tampoco hemos recibido tantas llamadas como esperábamos", explicó uno de los trabajadores de Iparralde, que a pesar de lucir una pegatina en señal de protesta no secundó los paros alegando que "siempre damos la cara los mismos y esta vez les tocaba a otros". Una llamada de atención a los funcionarios de oficina, a los que les tocará dar la cara mañana en el Día de la Mascarilla.