Vitoria. La coraza metálica que protege la vieja fachada del palacio Ruiz de Vergara y que se come parte de la calle Herrería tiene, por fin, los días contados. Tras un parón de más de un año a causa de un conflicto jurídico, regresan las obras a este edificio de 1541 para su conversión en sede de las sociedades forales. Un servicio que estará operativo a mediados de 2012 y que, con su potente actividad, se postula como elemento clave para acelerar la revitalización económica y social del Casco Viejo.

El Ruiz de Vergara, cedido por el Ayuntamiento a la Diputación, será la sede de Arabarri -la sociedad que gestiona los cascos históricos-, pero también de Arabat, Arabako Lanak, Arabako Bideak y Álava Agencia de Desarrollo. El Ejecutivo foral decidió trasladar estas cuatro últimas entidades al edificio de Herrería cuando estaba terminando la primera fase del proyecto de restauración. Y de ahí el problema. El nuevo plan exigía más metros cuadrados, por lo que se solicitaron dos lonjas anexas al palacio de propiedad municipal con salida por la calle Zapatería. Pero una de éstas no estaba inscrita, por lo que la Agencia de Revitalización de la Ciudad Histórica tuvo que abrir un expediente de nueva obra que ha llevado mucho tiempo. Hasta ahora

Mañana, el consejo de la Agencia dará el visto bueno a la cesión de los dos locales sitos en el número 33 de Zapatería para que la Diputación retome los trabajos. La primera fase, presupuestada en 1,3 millones de euros, permitió abordar la adecuación de la cubierta y el asentamiento de la nueva estructura. La segunda, que asciende a casi 3 millones de euros, hará frente a la ampliación y la adecuación del interior. El remate a un ambicioso proyecto de rehabilitación que durará, según las previsiones del Ejecutivo foral, 16 meses.

Arranca la cuenta atrás para uno de los despertares más esperados en la colina. Desde que este palacio germinó, por orden de Juan Ruiz de Vergara y su esposa María Díez de Álava y Esquível, contó con una intensa actividad económica. Sin embargo, el paso del tiempo hizo de las suyas y el edificio acabó sumido en el sueño de los olvidados. Ahora, cinco siglos después, promete convertirse en un punto neurálgico de actividad. Sus 1.106 metros cuadrados acogerán lo mismo asuntos relaciones con la autopista AP-1, que con el plan de transportes o acciones para el ahorro de agua. Y todo ello con un carácter de cercanía al público, ya que está previsto instalar una biblioteca con fondos documentales de cierta relevancia que servirán, sobre todo, a estudiantes y arquitectos.

El histórico edificio albergará, además, las oficinas y los despachos de las distintas sociedades públicas forales, junto con una sala de exposiciones y una zona polivalente donde se podrán celebrar reuniones y conferencias. Asimismo, los arquitectos contemplan tapar el amplio patio interior ajardinado del edificio con un sistema de lucernarios, de forma que pueda transitarse y sus usarios no tengan que estar a expensas de la meteorología.

La vuelta a la vida del Ruiz de Vergara, además de aportar su granito de arena al plan general de revitalización del Casco Viejo, dará fuerza concretamente al eje comercial y de servicios profesionales en que pretende convertirse la ladera oeste de la colina. Según el estudio de definición de itinerarios de la almendra medieval elaborado por la Agencia de Revitalización de la Ciudad Histórica, la calle Herrería debe potenciar su carácter de arteria dedicada sobre todo a servicios socio-educativos, actividades técnicas y consultorías, además de a comercio específico y a una hostelería de calidad.

un eje potente Razones para conseguirlo no le faltan. Es un eje potente el de la zona oeste del Casco Viejo, porque junto a los negocios particulares, esta ladera cuenta, entre otros equipamientos, con la escuela de música, la biblioteca ecologista Gaia, la sede de Gasteiz On, la Film Office, la oficina de Silver Space, Zuloa y el museo de ciencias naturales. Y a todos estos servicios, en poco más de un año, se sumará el remozado palacio Ruiz de Vergara. Un edificio que ha sido objeto de deseo de varios colegios profesionales y que, tras mucho tiempo sin uso, vio la luz al final del túnel en el año 2002 cuando el Ayuntamiento gasteiztarra se lo cedió a la Diputación por un periodo de tiempo de 99 años.