El corazón de Vitoria está en danza. Junto con las actuaciones puestas en marcha para mejorar la calidad de vida de los vecinos, el proyecto de revitalización iniciado por el Ayuntamiento ha hecho que la ciudad vuelva a mirar a su Casco Viejo. Cada vez son más las persianas que se levantan para acoger todo tipo de negocios, y cada vez son más las actividades que se programan a pie de calle. Una inyección de vitalidad a la que ahora va a contribuir con fuerza Algara, la asociación que nació hace una década con el objetivo de proteger, difundir y enseñar el baile y la música de nuestra tierra. El colectivo ha conseguido por fin la sede perfecta para impartir sus clases y entrenar. Un local de 258 metros cuadrados de superficie en el número 2 de la calle Abrevadero por el que todas las semanas pasarán más de 150 personas. Movimiento de calidad para mantener despierta la colina.
Iñigo Manuel, fundador de Algara, su presidente y siete veces campeón de dantza en Álava, está que brinca por la adquisión del nuevo local. A pesar de que la aportación del grupo a la cultura vasca es incuestionable, aquí y en sus viajes por el extranjero, y a pesar de que es difícil imaginar el inicio de un acto relevante sin su presencia, lo cierto es que el colectivo ha bregado en esta década con locales poco idóneos para el baile: la Sociedad Excursionista Manuel Iradier primero, y en el número 10 de Las Escuelas hasta ahora. Así que la reconversión de su actual sede en el semillero de empresas del Casco Viejo le ha venido muy bien a Algara. Por fin, va a contar con un espacio en el que poder echar raíces. Y, de paso, con el que participar de forma activa en el despertar del Casco.
La idea de la Agencia de Revitalización de la Ciudad Histórica, que ha gestionado la operación, es que el local de Algara sea cien por cien interactiva. "Queremos abrir los ensayos de cara al público, y que la presencia de las más de 150 personas que forman la asociación se haga notar en el barrio", subraya el líder de la sociedad municipal, Gonzalo Arroita. Iñigo secunda la moción, sabedor de las cualidades que el grupo es capaz de regalar a la colina. "Aportamos movimiento, curiosidad, colorido, juventud...", enumera el joven, para luego empezar a poner ejemplos concretos. "El punto de encuentro de los dantzaris y músicos desde el que acudir a un acto será el número 2 de Abrevadero, la sede, como lo ha sido hasta ahora en Escuelas", apunta. "Contamos con un grupo de iniciación, uno de adultos, dos de medianos y dos infantiles", añade. "Y nuestra intención es que los trikitilaris y gaiteros del grupo usen el nuevo local para ensayar", apostilla. Gente, gente y más gente para reforzar la identidad de la vieja aldea de Gasteiz.
Las obras en la lonja arrancarán a finales de mes, así que el presidente de Algara confía en estrenar la sede para principios de abril, como muy tarde. Ahora mismo, tiene a todos sus alumnos desperdigados. "El grupo de adultos está en El Campillo, los de los niños en la Sociedad Excursionista Manuel Iradier, el de medianos en Aldabe... Y tenemos el vestuario en casa de la abuela de una persona de la asociación. O sea, que estamos fatal", explica Iñigo. Por eso, desde el día en que el Ayuntamiento dio el visto bueno al proyecto y concedió la licencia de obras, el cronómetro del joven se puso en marcha. "Nosotros no hacemos cursos, aquí trabajamos del 1 de enero al 31 de diciembre y en estas condiciones se hace muy difícil. Sí, necesitamos que se cumplan los plazos", subraya.
En la nueva sede, el funcionamiento de la asociación y sus contenidos serán los mismos que hasta ahora, con cursos gratuitos donde lo único que se exige es la asistencia. "Empezamos quince adultos y jamás hemos cobrado un céntimo por lo que hacemos. Todo es por amor al arte, por querer difundir nuestra cultura, lengua y folklore. El único dinero que entra es por las actuaciones en bodas", subraya el presidente. No es la filosofía habitual en estos tiempos, pero ni siquiera con la disminución de los casamientos por culpa de la crisis Algara se ha planteado modificar su modus operandi. A Iñigo lo que le enriquece es contemplar la evolución de los alumnos, así como recibir los aplausos del público tras una buena actuación. Y de ésos ha habido muchos en este último año, a cuenta de la Eurocup, la retreta de San Prudencio, el aniversario del Alavés o el homenaje a la ikurriña.