vitoria. El sistema municipal de préstamo de bicicletas tiene los días contados. Aunque Vitoria marcó un hito con la implantación del servicio allá por 2004, con el paso del tiempo el modelo ha perdido fuelle. No por los usos registrados, que siguen creciendo, sino porque el Ayuntamiento no ha logrado su propósito: que el vehículo naranja sea concebido por todos los ciudadanos como un modelo de transporte alternativo al coche. Y eso no puede ser en una ciudad que se ha ganado el título de European Green Capital. Así que ha llegado el momento de cambiar la marcha. El gabinete de Patxi Lazcoz iniciará este año la implantación de una fórmula de pago automatizado a través de tarjeta que empezará en algunas zonas y acabará por extenderse a toda la ciudad en 2012. Gracias al nuevo recurso, se podrá coger la bici casi en cualquier momento del día -no habrá que depender de la apertura y cierre de los centros cívicos ni de las grandes superficies-, durante más horas que las cuatro actuales y en más puntos. Una revolución que los entrevistados por DIARIO DE NOTICIAS DE ÁLAVA aprueban "si se pone una tarifa moderada".
Precisamente el coste es uno de los detalles de la nueva fórmula que aún está por ver. "Que ¿cuánto estaría dispuesto a pagar? Creo que como mucho 80 céntimos, como el precio del autobús con tarjeta", opina Arturo tras soltar el candado de una bicicleta naranja en el centro comercial El Boulevard. Este sudamericano reside en la localidad burgalesa de Miranda, pero trabaja como comercial en Vitoria. Y en vez de desplazarse en coche para realizar su cometido, prefiere hacer uso de las dos ruedas. Sobre todo, cuando el trabajo le lleva al centro de la ciudad. "Aparco el vehículo en alguna zona que no sea de pago y me voy a un punto de préstamo. De esa forma, me evito la OTA", sostiene. En realidad, a este currela le vale el sistema tal y como está ahora, como a casi todos los usuarios consultados. "A las cuatro horas la devuelvo y, si la necesito más tiempo, aprovecho los quince minutos de espera hasta que me dan la siguiente para hacer un descanso", explica. No obstante, Arturo también es capaz de ver bondades en un sistema de pago automatizado.
"Si se crean más puntos de préstamo y no hay que depender tanto de los horarios, puede ser que la mayoría de la gente empiece a concebir el servicio como algo más que para necesidades puntuales", considera. Harold, otro joven que cruzó el charco en busca de una oportunidad, está convencido de que, además, con el nuevo sistema la flota saldrá ganando. "Si los usuarios tienen que pagar, seguro que cuidarán más las bicis. Ahora mismo, hay muchas en mal estado porque, al ser gratis el servicio, la gente se despreocupa". Habla con conocimiento de causa, porque no hay día que este joven no deje una estela naranja por Vitoria. "Vivo en Zabalgana, así que acerco el coche lo máximo posible del centro, y luego cojo una bicicleta, normalmente en Aldabe, para ir al trabajo, para hacer recados... Es más cómodo", sostiene.
Con el cambio del servicio de préstamo a pago, el Ayuntamiento también tiene previsto incorporar las dos ruedas al sistema de transbordos en las mismas condiciones que el autobús o el tranvía. Es decir, si un ciudadano coge una bicicleta naranja podrá subirse al urbano o al metro ligero y no abonará cantidad alguna o se beneficiará de un gran descuento. Otra novedad que Harold ve con buenos ojos, al igual que la sahariana Ailamu. "Me parece muy interesante. Sobre todo si se pone a llover o si tengo que realizar un recorrido un poco más largo y estoy cansada de pedalear", apunta la joven en uno de los trayectos que se han convertido en habituales en las últimas semanas: del colegio, Diocesanas Molinuevo, a la autoescuela. "Me estoy sacando el carné de conducir, pero por Vitoria seguro que seguiré desplazándome bastante en bicicleta. Aunque el servicio acabe costando dinero, imagino que será mucho más barato que la OTA y, además, se llega antes a todas partes", afirma.
"También haces ejercicio", añade su hermana mayor, Hudud. Aunque reside en Agurain, viaja a la capital cada dos por tres. "Y siempre que vengo cojo la bici naranja. ¡Incluso obligo a mi novio a que la use!", sostiene a carcajadas. Es fan incondicional de las dos ruedas, por encima del bus o del tranvía, por lo que no le molesta que el Ayuntamiento vaya a implantar un sistema de cobro. "La molestia de abrir la cartera se compensa con las ventajas que conllevará, principalmente que no haya tantas limitaciones horarias". Su monedero ha conocido el peligro de depender de la apertura y cierre de los actuales puntos de préstamo. "Se supone que el centro cívico cerraba a menos cuarto, llegué a menos veinte y ya estaba cerrado. ¡Y recibí una sanción aunque yo no tenía la culpa!", recuerda. En dos años, el reloj será secundario. "Una gozada".
Arturo, Harold, Ailamu, Hudud... ¿Todos los usuarios habituales del sistema de préstamo son inmigrantes? Pues eso es lo que parece. Sergio se detiene en la calle Diputación por cortesía. "Rápido, por favor". Acaba de coger una bici en Aldabe porque tiene que cumplir con uno de esos recados que no esperan. Y ni el autobús ni el tranvía le resolverían la papeleta. "Es para lo único que uso el servicio. Cuando surge una necesidad puntual y tengo mucha prisa. O sea, una vez cada cuatro meses, más o menos", explica este perfecto ejemplo de usuario gasteiztarra. Por eso, a él ni le molesta ni le entusiasma que el Ayuntamiento vaya a implantar un modelo de pago con más puntos de préstamo y horas de uso. "Si en un momento dado tengo que pagar un euro, pues lo pagaré y ya está. Eso sí, espero que sirva para que haya más bicis disponibles por toda la ciudad, y para que estén en mejor estado, porque algunas dejan mucho que desear", apunta el chaval, sin abandonar el manillar.
Mientras habla, pasan a su lado al menos seis bicicletas. Todas particulares. Son cada vez más en la ciudad, por lo que hay quienes se preguntan si el sistema de pago no será al final un fracaso o, como mucho, un servicio exclusivo para turistas del que sacar tajada. "Si el objetivo es concienciar a la gente de las virtudes de la bici como medio de transporte, lo que tendría que hacer el Ayuntamiento es incentivar la compra con ayudas, seguir construyendo bidegorris y hacer una buena normativa que nos proteja", aconseja Pablo, un veterano ciclista urbano. De la misma opinión es Luis, otro joven que no se separa de los pedales. "El gobierno dice que va a gastar 1,5 millones de euros en implantar el sistema y que piensa recaudar otro tanto el año que viene. ¡Eso es completamente imposible!", alerta.
la partida polémica Le pasa lo que al PP, que no le salen las cuentas. Según el principal partido de la oposición, el servicio tendrá que multiplicar casi por siete el número de alquileres que tramita ahora de forma gratuita para cumplir las expectativas del gabinete de Patxi Lazcoz. Pero si en 2011 sólo se implanta el sistema de pago en algunas zonas de la ciudad, como aseguró el alcalde, el cálculo resulta demasiado optimista. De ahí que dentro de la Corporación hayan surgido voces que consideran que ésta es una partida fantasma incluida para cuadrar el Presupuesto. Una denuncia que cobra peso por los dimes y diretes que ha suscitado el tema. El PNV, el grupo municipal que en su negociación con el gobierno logró introducir en las Cuentas los 1,5 millones de euros para diseñar e implantar el sistema de cobro, dijo que el recurso se pondría en marcha en 2012.
Una fecha que ratificó más tarde la concejala de Medio Ambiente, Alba Cañadas, hasta que se descubrió que el equipo de gobierno contemplaba ingresar 1,5 millones por el nuevo servicio a partir del próximo año. O se equivocaban los políticos, o el error estaba en el documento presupuestario. Entonces salió a la palestra el primer edil y explicó que la intención es aplicar el modelo desde el próximo año, pero por fases. Punto de salida, el centro de Vitoria.