vitoria. Nuevo capitán a bordo de Gauekoak, ¿nuevo rumbo?
Bueno, es circunstancial que yo sea el presidente, fue un arreglo que asumimos en la asamblea de julio, en la que se votó la nueva junta directiva. La formamos gente con experiencia en el ámbito asociacionista y de gestión cultural. Y, de momento, estamos muy bien avenidos y trabajando a tope, de forma autónoma para que todo sea más ágil y, al mismo tiempo, junto a la federación de asociaciones que forman Gauekoak. Y sí, la idea es establecer un nuevo rumbo. Ése es el estímulo que llevó a crear la nueva junta directiva.
¿Qué Gauekoak se han encontrado?
Un proyecto ambicioso que no termina de enganchar como nos gustaría. Nació como una idea pionera con unos apoyos institucionales muy importantes, pero no ha terminado de fidelizar al tejido de la juventud local, algo que vamos a intentar cambiar. Queremos devolverle el prestigio y darle mucha mayor visibilidad.
¿Habrá que empezar por cambiar los espacios donde se desarrolla?
Sí. El centro cívico Aldabe, el epicentro de Gauekoak ahora mismo, condiciona muchísimo el desarrollo y la visibilidad de todo el programa. Queremos encontrar los espacios realmente idóneos para cada uno de los proyectos. A partir de enero, esperemos que varias iniciativas empiecen a salir de Aldabe.
¿Qué tiene de malo Aldabe?
Aldabe es un contenedor un poco inapropiado. Tiene una iluminación casi de hospital, como buen centro cívico es un espacio muy aséptico, los jóvenes no se sienten invitados... No es un sitio donde apetezca ir a pasar un rato divertido. Y su ambiente inhibe a un montón de gente. También sabemos que hay una gran presencia de inmigrantes que retrae a ciertas personas, justificada o injustificadamente.
O sea, ¿que la vocación integradora de Gauekoak ha fracasado?
Uno de los pilares de Gauekoak es la integración, además de ofrecer una alternativa de ocio. Pero Gauekoak por ahora no lo ha conseguido. Es difícil, pero vamos a seguir intentándolo.
¿Y qué hacer para acabar con el gueto pero no con la participación del inmigrante en Gauekoak? La mayoría vive en el Casco Viejo.
Sí, es cierto. La población musulmana está muy arraigada en esa zona del Casco Viejo, y lo que me gustaría es que se moviera más. A mí me gusta el mestizaje, y por lo que apostamos es por una mezcla perfectamente normalizada. Si vas a un instituto, ves cuadrillas de chavales de todas las razas. Eso hay que trasladarlo a Gauekoak.
La centralización de los actos en Aldabe no será el único factor que explica el fracaso de Gauekoak.
No, por supuesto. También hay que potenciar la imagen de Gauekoak para quitarle el tufillo institucional y que la gente se acerque sin prejuicios. Hay técnicos municipales extraordinarios, con una gran preparación, pero muchas veces se impone un criterio que está muy lejos del sustrato callejero. Para saber qué es lo que quieren los jóvenes hay que mezclarse con ellos y desde una oficina municipal es difícil percibir esa energía. El Ayuntamiento trajo a Ojos de Brujo a fiestas de La Blanca como gancho para la juventud... Cuatro años tarde. Los que saben qué es lo que interesa son, sobre todo, los programadores privados, los gestores culturales...
No será fácil quitar el tufillo institucional, si el dinero para organizar las actividades es institucional.
No tiene nada que ver. El Azkena Rock Festival no puede ser más institucional. Sin el dinero del Ayuntamiento, desaparecía. Pero no desprende esa imagen. Es una imagen integradora, un evento hecho a medida para un público con curiosidad y gusto por la música en vivo, con raíces, gente con criterio y ganas de descubrir cosas distintas. Es un ejemplo al que debemos aspirar. Claro, está gestionado por una empresa privada. Y ahí es dónde voy. Uno de los desafíos de la nueva junta directiva es integrar a esos agentes privados con gran experiencia, que saben cómo sacar determinados proyectos adelante, cada uno con su propia personalidad.
Vamos, que hay que resetear.
Sí. Gauekoak era un coche que no andaba y se le daban manos de pintura aun a sabiendas de que el motor no funcionaba, que había que tirarlo y comprar uno nuevo... Y no se hizo porque suponía un desafío muy complicado. Hemos decidido enfrentamos a ese desafío. Y, por supuesto, con la idea de la responsabilidad. Tenemos un presupuesto entre manos importante.
¿Se cabrearía el ciudadano si supiera el dinero invertido hasta ahora?
Eso pasa continuamente en Gasteiz. Es triste la cultura del gasto a fondo perdido. Se hacen cosas y a veces no hay una observación de los resultados. Siempre se dice que la acogida ha sido excelente, pero no siempre lo es... Ha habido un apoyo muy importante, y por lo que sea no se ha aprovechado lo suficiente. Razón de más para trabajar duro.
Desgranemos ya los pilares del nuevo Gauekoak. ¿Nuevos espacios?
No hay prácticamente ningún equipamiento público que nos pueda brindar el espacio ideal, pero sí equipamientos privados: Jimmy Jazz, Hell Dorado, Man in the moon... Con algunos de ellos estamos trabajando ya.
¿Qué hay de los días y horas? ¿Se estirará más allá de los viernes y los sábados por la noche?
Para aumentar la participación es fundamental abrir un poco el arco horario y los días de programación. Ahora, el arco es muy pequeño, y creo que es un error de planteamiento. A un chaval de 16 años le obligas a elegir entre salir con sus amigos o ir a un taller interesante, y no lo va a dudar. Como no lo dudé yo. Cuando eres un adolescente tienes un montón de dudas y debilidades que a través del alcohol y la fiesta se disipan, te desinhibes. Por supuesto, tenemos la obligación de educar a los chavales en la prevención de riesgos, pero hay que tratar a los jóvenes como personas inteligentes con capacidad para poder decidir qué es lo mejor para ellos. La idea es programar conciertos, por ejemplo, a las seis de la tarde.
¿Pero este nuevo enfoque no supone admitir que el alcohol puede más que una oferta de ocio sana?
No es bajar los brazos, es ser realistas. Hay una edad para la irresponsabilidad y otra para la sensatez. Nuestra obligación es educar en esa responsabilidad, pero vamos a intentar facilitarles que vayan a un taller o a un concierto, con otros horarios para que no haya excusas.
El viejo Gauekoak se cogía vacaciones en fiestas, verano... ¿Y éste?
Hay proyectos que estamos valorando que podrían enmarcarse en el periodo vacacional. Yo no entiendo que los sábados por la tarde y los domingos por la mañana la biblioteca esté cerrada. Así que con esto pienso exactamente lo mismo.
Gauekoak engloba a jóvenes de 15 a 30 años. ¿Se están planteando reordenar el batiburrillo?
Evidentemente. Las inquietudes son distintas, las experiencias y los códigos para hablarles también. Queremos organizar los espacios y horarios para tratar a cada uno de los colectivos de la manera más apropiada.
Ahora nadie puede entrar en un concierto de Gauekoak con alcohol, aunque algunos hagan trampas. ¿Se levantará el veto para los mayores?
El hecho de que el Plan nacional contra las Drogas subvencione a Gauekoak condiciona mucho la puesta en marcha de algunos proyectos porque la condición sinequanon es cero alcohol. Pero tenemos un tejido de público de edades muy diferentes y no podemos tratar a todos igual. Si llevamos los conciertos a salas privadas, los hosteleros deberán ser responsables. Y nosotros educaremos. Pero no somos policías. Hay fórmulas para salvar este obstáculo y estamos meditándolas.
¿Qué nuevos contenidos presentará este Gauekoak?
Se están planteando muchos. Hay que incidir más en lo formativo, en iniciativas que estimulen la curiosidad, porque si no nos quedamos en el ocio. Queremos que las asociaciones que forman parte de la federación presenten proyectos ambiciosos. También queremos que haya más relación con el Departamento de Juventud, y que la revisión del programa sea más frecuente.