vItoria se convirtió el pasado 21 de octubre, durante la gala de Estocolmo, en Capital Verde europea 2012. Pero no lo celebró hasta ayer. Al menos, no oficialmente. Los grupos políticos, los técnicos municipales, las asociaciones y empresas vinculadas al medio ambiente y la ciudadanía en general participaron en estos actos con los que la ciudad presumió de verde. Fue un día para destacar lo logrado y subrayar todo lo que queda por hacer, que aún es mucho. Pero al menos la ciudad ya es consciente de que las semillas plantadas durante treinta años de políticas medioambientales ya han dado sus frutos. Y se han convertido en un árbol dorado. El de un premio que convierte a la capital alavesa en un referente en el Viejo Continente. Casi nada.

Para el recuerdo queda ya aquel día en que Vitoria se impuso a Barcelona, Nantes, Nuremberg, Malmö y Reykjavik, al renombre de sus competidoras y a las quinielas. Y lo hico por un escaso margen que hizo saltar de sus butacas a la delegación gasteiztarra, conformada por concejales de todos los colores políticos. Pocas veces se ve en la ciudad a los representantes de diferentes partidos unidos en torno a un proyecto común y, quizá por eso, conscientes de su excepcionalidad, los grupos volvieron a sacarse ayer la foto de rigor con las manos entrelazadas en torno al premio. Dicen que esa unión fue una de las claves para convencer al jurado, tanto como el Anillo Verde, el Plan de Movilidad Sostenible, las huertas ecológicas municipales, los 40 kilómetros de recogida neumática y los 97 de carriles bici, los doce centros cívicos, la política de ahorro de agua o el exitoso lema de Verde por fuera, verde por dentro. Vitoria sacó ayer esos colores a la calle.

Hubo música, espectáculo callejero, magia, juegos y teatro. Pero quizá lo de menos era el programa. Lo llamativo era ver las camisetas de la Green Capital repartidas por los bares de la ciudad y a los ciudadanos competir por quién era, en el buen sentido, "la más verde de todas", como pregonaba una de las asistentes a la recepción de las 11.30 horas en el Palacio de Villa Suso. El acto sirvió para entregar los premios a los ciudadanos que participaron en la campaña que acompañó a la candidatura a Green Capital, esa que dio en el clavo al reivindicar que, más allá de los grandes gestos y nombres, la clave del compromiso con el entorno está en las pequeñas acciones que cada ciudadano realiza a diario.

Raquel Celemín es uno de esos ejemplos que se mostró en los vídeos. Ella ejerce de monitora en unos jardines comunitarios que organiza el Centro de Estudios Ambientales desde hace cuatro años y donde se implican ciudadanos "de todo tipo" que, de manera altruista, colaboran en el cuidado de zonas verdes en barrios como Adurza o Abetxuko. El acto de Villa Suso, además, brindó un homenaje a los técnicos del Ayuntamiento. A esos que ayer se escondían en las últimas filas de la sala y que, habitualmente, hablan poco pero dicen mucho. "Ésta es una fiesta para los vitorianos, para que todos se sientan partícipes", explicaba Gorka Belamendia, referente del centro Ataria que, en los próximos años, se confirmará como "el centro cívico del medio ambiente".

A muchos otros asistentes se les escapaba una sonrisa de satisfacción. Incluso a quienes están más acostumbrados a funcionar como voz de la conciencia, caso de Cibeles, portavoz del colectivo Gaia: "No soy muy partidario de los premios, pero en este caso está claro que servirán para llegar a un tipo de público que antes era imposible y, por fin, se impliquen en la lucha por el medio ambiente".

vitoria se viste de verde Esa guerra vivió una nueva batalla en General Loma. La plaza acogió el llamado Green Point, el punto desde donde los ciudadanos podían sellar sus propósitos medioambientales para 2012. Sin embargo, un cartel con un lema de ahorro de energía colocado en el stand confundió a los curiosos: "¿Regalan bombillas?". "Parece que sí, será por lo de la ciudad europea", comentó una pareja. No, en realidad se repartieron camisetas verdes, el color de la victoria. Cerca de 200 personas hacían fila a las 19.00 horas para obtener su prenda de regalo. En ese mismo momento, en el espectáculo de magia celebrado en la Casa del Cordón, hubo público que se quedó sin plaza para la primera función. El tirón de la capitalidad verde incluso logró vestir de un discreto verde la iluminación de lugares emblemáticos como el monumento de la Virgen Blanca.

Pero no todo fueron celebraciones. Ser Green Capital se convierte, a partir de ahora, en un plus de exigencia. Así lo advertía uno de los asistentes a la gala de Estocolmo, el portavoz de Ekologistak Martxan, Andrés Illana: "El título es un estímulo, pero también un aval para nuestras críticas. Será un acicate para seguir en la pelea medioambiental". Y lo que queda hasta 2012.