Vitoria. El pasado 1 de junio Vitoria quiso que uno de sus monumentos símbolo de la libertad en pleno corazón de la ciudad dejase de estar en la sombra. Empezó a eliminar las verjas y el mirador que durante años dejaron oculta la plaza-monumento de Los Fueros llevada a cabo por dos vascos internacionales: el escultor Eduardo Chillida y el arquitecto Luis Peña Ganchegui. Aunque los cambios fueron introducidos para mejorar la seguridad en el conjunto escultórico, después de que un niño cayese de uno de los muros, estos dos buques insignias de la cultura vasca lamentaron en su día su profunda desaprobación al Ayuntamiento gasteiztarra ante los mismos.

Tres décadas de desencuentro que ayer, día grande de las fiestas, acabaron de forma oficial y en el que además se informó de que la recuperación final de la plaza podría ver la luz dentro de tres meses. "El verdadero premio es volver a tener la plaza, que esperamos inaugurar en noviembre", anunció ayer Rocío Peña, hija de Luis Peña Ganchegui, y una de las responsables de las obras, ya que es en su estudio en el que recayó el proyecto. Y el escenario de sus palabras no podía ser mejor: los jardines del palacio Zulueta fueron testigos de cómo esta mujer recogía la medalla de oro de la capital. La máxima distinción que este año Vitoria entrega a título póstumo tanto a Peña Ganchegui como a Chillida.

El hijo de este mítico escultor resaltó que la entrega de los galardones coincida con los trabajos en Los Fueros. "Para el mes de noviembre la plaza estará como debería de haber estado hace tiempo", afirmó Ignacio Chillida, tras agradecer al Consistorio el reconocimiento de la labor de su progenitor y recoger de manos del alcalde la medalla de oro.

La escena fue presenciada y aplaudida por la Corporación municipal al completo, ya que los portavoces de las formaciones políticas acordaron por unanimidad en enero a quiénes iban a deparar estos premios. Sin embargo, no eran los únicos políticos que no declinaron la invitación. En la antigua sede de la Fundación Sancho el Sabio también se encontraba el diputado general de Álava, Xabier Agirre, respaldado por Claudio Rodríguez, teniente de diputado general o la responsable de la cartera foral de Cultura, Lorena López de Lacalle. Representantes del resto de la sociedad alavesa, también presenciaron la inigualable cita vestidos de punta en blanco: ellas con tacones y bolsos de mano y ellos con corbata. Unos trajes oscuros a los que sólo unos pocos se atrevían a darle un poco de color con el rojo del pañuelo de fiestas.

Entre las caras conocidas entre los asistentes estaba el popular montañero gasteiztarra Juanito Oiarzabal, la directora de Turismo del Gobierno Vasco, Isabel Muela, Julio Iturri, director de DIARIO DE NOTICIAS DE ÁLAVA y hasta mandos de los diferentes cuerpos policiales. A todos ellos les dio la bienvenida el anfitrión, Patxi Lazcoz, que no perdió la ocasión de hacer una radiografía de la ciudad. "Estamos nominados al Oscar europeo de la sostenibilidad", recordó a los allí congregados el máximo responsable del ejecutivo municipal.

Ninguno de los planes de la ciudad se le pasó. Destacó el plan Alhóndiga, la regeneración de la almendra medieval, el soterramiento del tren o los diversos festivales que dan a conocer la ciudad, como Jazzaldia, Magialdia, Kaldearte... Lazcoz irradió optimismo y, pese a la crisis, incluso se mostró convencido de que los nuevos proyectos dejarán a menos vitorianos en las listas del paro. "El centro internacional de congresos supondrá generar empleo. En septiembre iniciaremos el proceso de contratación de las obras", avanzó. Un discurso al que sólo el mítico ¡Gora Gasteiz, viva Vitoria! pudo poner el broche final.