El primer Plan E le tiene de aquí para allá al vicepresidente tercero del Gobierno y ministro de Política Territorial. Un día da su bendición a los proyectos desarrollados en Vigo y al poco corta la cinta en Alcorcón. Ayer, la ruta de inauguraciones trajo a Manuel Chaves hasta Vitoria. Su objetivo, examinar el primer corredor comercial del Plan Alhóndiga. Y así lo hizo, bajo un sol espléndido, acompañado por el alcalde y el resto de concejales socialistas, rodeado de cámaras, acordonado por escoltas con pinganillo. Los peatones contemplaron, estupefactos, la comitiva. Y los hubo que se acordaron, salvando muy mucho las distancias, de la época aquella de los pantanos.
El de ayer fue un acto de ésos en los que el protocolo no puede fallar. Chaves llegó en coche a la Plaza de España alrededor de las once menos cuarto de la mañana. Para entonces el alcalde, parte de sus concejales y la delegada del Gobierno en Álava, entre otras figuras políticas, ya estaban esperándole bajo los soportales del Ayuntamiento. Primeros saludos, flashazos y entrada en la Casa Consistorial por la puerta grande. Dentro, en el pasillo de la planta superior, ya estaban los portavoces del resto de partidos colocados en sus puestos para saludar al ministro. Si querían ver al padrino de honor, ésa era su oportunidad. El equipo de gobierno no les había invitado al resto del acto.
A modo besamanos, se situaron las tenientes de alcalde Maite Berrocal y Marian Gutiérrez y los concejales Javier Maroto (PP), Malentxo Arruabarrena (PNV) y José Navas (EB) -Antxon Belakortu, de EA, prefirió quedarse en el despacho-. Cuando el vicepresidente alcanzó el fin de las escaleras y contempló el panorama, rogó que rompieran filas y procedió a los saludos. Después, entró con el alcalde en su despacho y, tras una charla, ambos ofrecieron la rueda de prensa en el Salón del Trono.
Lazcoz alabó todo lo hecho gracias al Plan E -40,5 millones para Vitoria en 2009 y 25 este año- y su contribución para poder "presumir de tener una de las mejores ciudades del mundo". Chaves se sumó a sus palabras. Y luego, se pateó la Alhóndiga.