ITUREN. Los "ioaldunak" de las localidades vecinas de Ituren y Zubieta han renovado hoy su anual rito de hermandad en el que estos característicos personajes hacen sonar sus cencerros ahuyentando los malos espíritus y atrayendo la bondad para los campos y los animales.
La tradición, que se remota a tiempos indeterminados, está ligada a la celebración carnavalesca y va unida a la participación de numerosos vecinos ataviados con trajes festivos en unos casos y grotescos en otros, y a la petición por las casas de ayuda en forma de dinero o de alimentos para contribuir a la comida con la que finaliza la fiesta.
En todo caso, los protagonistas son los "Ioaldunak", término que identifica en euskera a los que portan dos grandes cencerros a sus espaldas, y que se caracterizan además en el caso de los de Ituren por ir abrigados con pieles de oveja en el torso.
En ambas localidades los participantes van tocados con grandes tuntturros o gorros cónicos con cintas de colores y una pluma de gallo en la punta, y portan también en su manos unos hisopos fabricados con crines de caballo, con los que según la tradición se ahuyentaban los malos espíritus y se atraía la bondad a las cosechas.
La tradición marca que sea el lunes cuando Ituren acoja la fiesta, y que al día siguiente lo haga Zubieta, localidades vecinas y separadas por unos 3 kilómetros.
Así, hoy en Ituren, el rito ha comenzado antes de mediodía con un almuerzo de los Ioaldunak locales junto a un grupo de vecinos, mientras que la misma estancia descansaban las pieles, los tuntturros y los cencerros y cuerdas preparados para serles colocados.
Una vez terminado el almuerzo, los ioaldunak de Ituren han sido ayudados a vestirse, ya que el atado de los grandes cencerros con cuerdas a sus cinturas precisa de gran fuerza y de una técnica determinada.
El acto se ha desarrollado ante la atenta mirada de vecinos y curiosos, espectadores privilegiados de un rito que ha continuado poco después por las calles, donde ya en dos filas y bajo el mando del canto del cuerno que soplaba uno de ellos, los ioaldunak han hecho sonar rítmicamente los cencerros a golpe de riñones.
Así, tras dar varias vueltas por el pueblo, en las que los vecinos han participado aportando dinero o alimentos a los participantes, los ioaldunak locales han acudido a las afueras de la localidad acompañados de convecinos disfrazados de carnaval y con ambiente festivo.
En uno de los puentes de entrada a Ituren han esperado hasta escuchar los cencerros de los Ioaldunak de Zubieta entre los montes, cada vez más cerca hasta que han aparecido y se han unido en una sola comitiva de medio centenar de participantes que, sin dejar de hacer sonar sus cencerros, han entrado de nuevo y en buena vecindad hasta el centro de Ituren.
A la fiesta se han unido entonces la exhibición de carrozas y de disfraces de numerosos vecinos, que han implicado a los centenares de visitantes que se habían acercado hasta Ituren para asistir a la centenaria tradición que mañana se repetirá en Zubieta.
Lázaro Errekerena Arístegui, quien con 56 años lleva desde los 15 formando parte de los Ionaldunak de Ituren, ha valorado el paso de la tradición de padres a hijos, de forma que él mismo oyó contar a sus abuelos la parte de "brujería" pero también de "buena vecindad" que esconde esta tradición de los personajes y de sus cencerros.
"Se ponían los cencerros para ahuyentar a los animales como osos y zorros que venían a comerse a las gallinas y a las ovejas", ha dicho, "pero también los cencerros servían para comunicarse entre vecinos, de forma que se llamaban así si necesitaban ayuda cuando paría una oveja" o había algún problema en los caseríos.