Jean-Luc Mélenchon sumó ayer al Partido Socialista (PS) a su coalición de izquierdas para las legislativas de junio, que ya contaba con ecologistas y comunistas y con la que pretende contrarrestar las políticas del presidente, Emmanuel Macron.

El Comité Nacional del PS, compuesto por unos 200 miembros, deberá dar el visto bueno este jueves al acuerdo, pero no se esperan sorpresas, ya que en ese órgano está representada la nueva generación del partido, que la semana pasada respaldó negociar con Mélenchon.

El objetivo del veterano político, que el mes pasado se quedó a 400.000 votos de superar en la primera vuelta de las presidenciales a la ultraderechista Marine Le Pen, es conquistar el poder por la vía de los diputados, al no poder hacerlo por la del sufragio directo.

Busca una mayoría en la Asamblea Nacional que obligue al presidente a nombrarle primer ministro, en una nueva cohabitación como las que ya vivieron François Mitterrand y Jacques Chirac.

El político, de 70 años, ha sabido sacar partido de su buen resultado electoral (22%) para atraer a otras formaciones que firmaron porcentajes muy inferiores y constituir un bloque que atesora un 30% de los votos en las pasadas presidenciales y que han bautizado como Nueva Unión Popular Ecologista y Social (NUPES). Para ello ha cedido circunscripciones y limado asperezas, sobre todo en la postura sobre Europa.

Tras muchas negociaciones, el PS ha admitido la desobediencia de los tratados que preconiza Mélenchon, pero precisó que será “temporal”, como la flexibilización presupuestaria que se acordó para afrontar las consecuencias de la pandemia. A cambio, podrán poner candidatos en unas 70 de las 577 circunscripciones que hay en el país, con el objetivo de salvar la treintena de diputados que tienen ahora, claves para su supervivencia.

Muy debilitados por el batacazo de su candidata al Elíseo, Anne Hidalgo, que solo convenció al 1,74% de quienes fueron a votar, han acabado por ceder, por vez primera en la historia, la hegemonía progresista a un partido situado ideológicamente a su izquierda.

Una concesión que no digieren figuras de peso como el expresidente François Hollande, su antiguo primer ministro Bernard Cazeneuve y otros miembros de su gabinete, que amenazan con abandonar el barco.

Los negociadores socialistas han sabido hacer valer su implantación territorial para lograr un acuerdo favorable. Los ecologistas, que se quedaron a las puertas del 5% en las presidenciales, tendrán un centenar de carteles electorales y los comunistas, que consiguieron el 2,7% de los sufragios, unos 50. Este partido, que aspira a conseguir la quincena de diputados que tiene en la actualidad, acepta callar su apoyo a la energía nuclear, a la que se oponen Mélenchon y los ecologistas. En paralelo a los movimientos electorales de la izquierda, los otros bloques también mueven ficha.

El partido de Macron, al que todos los sondeos otorgan una holgada mayoría absoluta, ultima los nombres de sus 577 candidatos, que pueden incluir a disidentes de la derecha moderada y a socialistas descontentos con el acuerdo firmado por su dirección. El presidente cuenta, además, con un arma de peso: el nombramiento de un nuevo Gobierno que está retrasando al máximo para aprovechar su arrastre electoral lo más cerca posible de las legislativas, cuya primera vuelta será el 12 de junio. l