- Los socios de gobierno alemanes se enzarzaron ayer en uno de sus mayores enfrentamientos internos de la legislatura, a tan sólo tres meses de las elecciones, a raíz de la compra de mascarillas presuntamente deficientes y su distribución en centros de discapacitados y sintecho.

El Bundestag (Cámara Baja) fue el escenario de una disputa que llevaba varios días fraguándose tras la publicación en Der Spiegel de estos hechos, y en la que el bloque conservador y los socialdemócratas se atacaron entre ellos con más saña que la que empleó la oposición. El semanario informó de que el Ministerio de Sanidad había adquirido a principios de la pandemia millones de mascarillas en China que no contaban con la correspondiente certificación europea y que luego trató de distribuirlas por centros para discapacitados y sin techo.

A partir de ese momento el Ministerio de Sanidad y el de Asuntos Sociales, en manos conservadoras y socialdemócratas respectivamente, se enredaron por el reparto de culpas y responsabilidades y el presunto escándalo de gestión degeneró en abierta confrontación partidista.

El Partido Socialdemócrata (SPD) ha llegado a sugerir que debería dimitir el ministro de Sanidad, Jens Spahn, que asistió al tenso debate desde los asientos del gobierno negando a menudo con la cabeza, pero no tomó la palabra.

Los conservadores aseguraron en el Bundestag que el Ministerio de Sanidad encargó varias pruebas de las mascarillas y se comprobó que, pese a no contar con la certificación, eran efectivas contra la propagación del coronavirus. “No es cierto que se enviasen mascarillas que no protegiesen a discapacitados y sin techo”, afirmó el secretario general de la Unión Cristianodemócrata (CDU), Paul Ziemiak. A continuación acusó al SPD de haber instigado la polémica, difundiendo “falsedades”, y mezclando la campaña partidista con la gestión ministerial.