- Matteo Salvini forjó su carrera con proclamas contra los “burócratas” de la Unión Europea (UE), pero aquella imagen combativa parece solo un recuerdo, pues el líder ultraderechista italiano se ha moderado ante el influjo del salvador del euro, Mario Draghi, el nuevo primer ministro.

Salvini reclamó un adelanto electoral tras la dimisión del primer ministro, Giuseppe Conte, el pasado 26 de enero, pero una vez que esa opción fue descartada por el jefe del Estado, Sergio Mattarella, y se apostó por un Gobierno técnico, se amoldó inmediatamente.

Su Liga Norte, segunda fuerza del país, es uno de los muchos partidos que han jurado su apoyo al futuro gobierno del expresidente del Banco Central Europeo, algo que no ha hecho su socia de Hermanos de Italia, Giorgia Meloni, que se quedará sola en la oposición. Salvini habla ahora más calmado y no ha dudado en elogiar al economista tras sus reuniones.

Su apoyo a Draghi responde a un “sentimiento de responsabilidad” y así lo revalidó ayer, tras reunirse con su aliado Silvio Berlusconi, que también respalda al candidato a primer ministro.

Pero en Italia los analistas asisten sorprendidos y con cierta sorna a esta nueva versión de Salvini, contrastada por la hemeroteca, que no puede esconder aquellos tiempos en los que recorría el país con camisetas con lemas antieuropeos, cabalgando el descontento.

En el remoto 2014, cuando acababa de tomar las riendas de una Liga aún regionalista, tildaba a Draghi de “burócrata incapaz”. Pero sus ataques son incluso más recientes. En 2017, un año antes de las elecciones generales que le llevaron al Gobierno junto al Movimiento Cinco Estrellas, criticaba abiertamente al euro: “Lamento que un italiano sea cómplice de quien masacra nuestra economía”.

Y un año después, mientras negociaba un gobierno el Movimiento Cinco Estrellas (M5S), se filtró el borrador de un programa en el que ambos se comprometían a buscar métodos que permitieran abandonar la unión monetaria. Fue matizado y corregido enseguida ante el espanto de los mercados.

Ahora aparece sosegado, defiende la posición italiana en el club comunitario y asegura que, como mucho, aspira a “cambiar algunas reglas” empresariales o migratorias del bloque.

“Queremos formar parte de un Gobierno que vaya a Bruselas a tratar con la cabeza en alto en nombre del interés nacional y en eso la coincidencia es absolutamente total”, aseguró. El politólogo Oreste Massari va más allá: “Creo que este cambio es real e irreversible”, dijo.

En su opinión, Salvini comprende que “difícilmente habría llegado o permanecido en el poder con posiciones populistas”, por una razón: “Puedes tener todos los votos, pero necesitarás la legitimación internacional y europea”.

Esto pudo aprenderlo de su experiencia en el primer gobierno de Conte, en el que ejerció de vicepresidente y ministro de Interior. Por otro lado, la Liga se fundamenta en la burguesía lombarda y de otras regiones del norte que “tienen una fuerte dependencia de Europa y siempre han pujado” por este cambio de tono.

Los comentaristas insisten en que su objetivo es presentarse como una fuerza moderada y conquistar el nicho electoral de Berlusconi, de 84 años y en franco declive, pues en el ultranacionalismo no hay hueco para dos y su aliada Meloni parece ahora la predilecta.

Salvini insiste en que en Bruselas no pretende “cambiar de chaqueta” y seguirá dentro del Grupo Identidad y Democracia junto a otros líderes de la extrema derecha como la francesa Marine Le Pen o el neerlandés Geert Wilders.

209.000

Salvini hizo que sus europarlamentarios pasaran de la abstención al apoyo al reglamento para el uso de los fondos europeos de reconstrucción, de los que Italia recibirá 209.000 millones. Otro factor que ha favorecido esta moderación es el fin de la era Trump, tras constatar el “fracaso” de la “internacional soberanista” propugnada por gurús como Steve Bannon, según el analista Massimo Giannini.

El líder de la Liga defendió así su cambio de postura desde las críticas despiadadas a Bruselas hacia un cierto europeísmo.