- La sorprendente negativa del Reino Unido a conceder el rango de embajador al representante de la Unión Europea en Londres tras el brexit ha provocado una nueva fricción entre las dos partes, que observadores y analistas atribuyen a razones políticas.

Londres y Bruselas sellaron en diciembre un acuerdo que regirá su vínculo comercial, pero quedó en el tintero fijar el nivel de representación diplomática entre las partes, un asunto que puede ser tratado mañana por los ministros de Exteriores de los Veintisiete. El Alto Representante de Asuntos Exteriores de la UE, Josep Borrell, manifestó su “preocupación” por la posición británica en una carta que envió recientemente al titular del Foreign Office, Dominic Raab, según reveló la cadena BBC.

En concreto, Londres se niega a reconocer a Joao Vale de Almeida como embajador de la UE y quiere tratar a la delegación comunitaria únicamente como representante de una organización internacional.

“La decisión de no conceder el estatuto diplomático al embajador de la UE es una cuestión política. Legalmente, no hay una necesidad automática para hacerlo”, puntualiza Heidrun Maurer, académica de la Universidad de Bristol y profesora visitante del Colegio de Europa.

Para esta experta en diplomacia europea, la posibilidad de que Londres trate a la UE como una organización internacional “envía una fuerte señal política sobre cómo el Reino Unido vislumbra la posición de la UE en comparación con otros socios internacionales”.

El criterio británico “puede ser ciertamente interpretado como un mensaje político de que tiene intención de forjar vínculos bilaterales con cada estado miembro de la UE directamente en vez de interactuar con ellos a través de la estructura de la UE”, estimó.

Durante años, el estatus internacional de la UE ha sido un asunto difícil dado que el bloque no es un estado federal. Desde la firma del Tratado de Lisboa (2009), la UE tiene personalidad jurídica para firmar acuerdos internacionales a nivel comunitario, pero la representación diplomática es más complicada.

Según explica la politóloga del Colegio de Brujas, “la Convención de Viena sobre relaciones diplomáticas regula desde 1961 los vínculos entre los Estados, pero en el caso de la UE”, la cuestión en más complicada porque el bloque no es un Estado.

A lo largo de los años, antes de que los británicos votasen por el brexit en 2016, la UE se topó con muchas dificultades con el Reino Unido en las negociaciones sobre la integración europea, lo que llevó a Londres a quedar en su día fuera de la unión monetaria al rechazar el euro para conservar su libra esterlina.

Los distintos políticos británicos, en concreto el actual primer ministro, Boris Johnson, no han ocultado su recelo ante la posibilidad de que la UE pueda convertirse en un estado federal. La disputa entre Londres y Bruselas contrasta con la de más de 140 países que reconocen el rango de embajador al representante de la UE, con plenos derechos en materia de inmunidad e impuestos.

El exnegociador comunitario del brexit, Michel Barnier, ha pedido al Reino Unido que actúe con “cuidado” y confió en que se pueda encontrar una solución inteligente y objetiva”. “Sabemos que la situación actual ya no es como antes, pero, a veces, el Reino Unido interpreta a su manera las cosas y habla de la UE como si fuera una organización internacional, pero no somos una organización internacional como otras”, subrayó Barnier.

Por el momento, la posición de Londres es que la UE y su representación recibirán “los privilegios e inmunidades necesarias” para hacer su trabajo de manera “efectiva” en el Reino Unido.