- La histórica imagen del primer expresidente francés que se sienta en el banquillo de los acusados, Nicolas Sarkozy, duró tan solo unos pocos minutos, aunque se repetirá este jueves, una vez cumplido el aplazamiento del juicio aceptado por el juez a petición del abogado de otro de los acusados, el magistrado Gilbert Azibert, debido a su delicado estado de salud, a pesar de la oposición de la Fiscalía. La presidenta del tribunal ordenó un examen médico del acusado que debe ser entregado antes del próximo jueves, cuando está previsto que se reabra el juicio en el que Sarkozy afronta una condena de hasta 10 años de prisión y un millón de euros de multa por delitos de corrupción.

En cualquier caso, el exmandatario, que presidió Francia entre 2007 y 2012, ya es el primer jefe del Estado francés que se sienta en el banquillo de los acusados, concretamente por un caso de posible corrupción y tráfico de influencias sacado a la luz a través de unas escuchas judiciales. El retraso del juicio no evitó la imagen de un expresidente entrando en un tribunal, una foto que evitó su antecesor en el cargo, Jacques Chirac, cuyos problemas de salud le permitieron ausentarse del juicio por corrupción en el que fue condenado en 2011 por la financiación ilegal de su partido a través de empleos ficticios de su etapa al frente de la Alcaldía de París.

Junto a Sarkozy, están acusados su abogado de toda la vida, Thierry Herzog, y el magistrado Azibert Dominique Allegrini, de 73 años, el único de los tres que no se trasladó al tribunal alegando problemas de salud al margen de la actual pandemia de covid-19, pero que podrían verse agravados por un contagio.

El abogado Allegrini aseguró que su cliente “está muy interesado en testificar en persona en este juicio”, pero que “dada su edad y sus antecedentes clínicos, con problemas cardíacos y respiratorios, los médicos le han aconsejado no viajar a París en este contexto de pandemia”.

La Fiscalía se opuso al retraso del juicio y alegó que, en el peor de los casos, el acusado puede testificar por videoconferencia, tal y como está registrado en las normas judiciales dictadas por el Gobierno para adaptarse al coronavirus.

Sarkozy, de 65 años y retirado de la primera línea política desde 2016, aunque sigue siendo una voz muy escuchada en el partido conservador Los Republicanos, está acusado de haber prometido actuar para promocionar a Azibert, a cambio de que este le ayudara con una de las múltiples investigaciones que la justicia abrió contra él al salir del Elíseo.

El caso por el que está siendo juzgado fue sacado a la luz en el marco de unas escuchas ordenadas por otra investigación, la de la financiación de su campaña de 2007 con dinero del régimen libio de Muamar Gadafi.

Los investigadores interceptaron conversaciones de Sarkzoy y su abogado en las que hablaban de una posible promoción de Azibert, a cambio de que el magistrado interfiriera en otro caso, el supuesto abuso de la debilidad de la anciana heredera del imperio cosmético L’Oréal Liliane Bettencourt.

De las conversaciones telefónicas pinchadas por la policía en el marco del caso Bettencourt se deduce que Sarkozy sugirió un trato con Azibert, que entonces era abogado general en la Corte de Casación: él influiría para que Azibert obtuviese un cargo en el Consejo de Estado del Principado de Mónaco a cambio de favores.

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El expresidente está imputado por delitos de corrupción y tráfico de influencias.