- Aunque mucho menos que durante la primera ola de la pandemia, la libre circulación de ciudadanos en el espacio Schengen vuelve a resentirse con el repunte de contagios en Europa, y, por ello, Bruselas insta a que se armonicen los códigos de colores que condicionan los movimientos de viajeros entre países. El espacio Schengen es el área que comprende a los 26 países de la UE que abolieron los controles fronterizos en las fronteras comunes. “La situación epidemiológica es preocupante”, dijo recientemente la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen.

No es la primera vez que Bruselas apela a la unificación de criterios: el pasado mes de septiembre, propuso la creación de ese mapa conjunto y pidió que ningún país restringiera la entrada a ciudadanos europeos, y que optasen por pruebas PCR y cuarentenas. No obstante, y pese a que la libre circulación de los ciudadanos es uno de los pilares de la UE, los criterios para calificar zonas de riesgo difieren actualmente en los Estados que forman parte de la zona Schengen.

España carece de restricciones para la entrada de personas procedentes del espacio Schengen, una vez se suprimieron al principio del verano pasado, aunque sí existe una orden que recoge las recomendaciones de la UE sobre las limitaciones de viajes no esenciales desde terceros países. En la misma línea se encuentra Portugal, que tampoco tiene vetos a los países del espacio común pero que sí exige una prueba PCR negativa si el destino son los archipiélagos de Madeira o las Azores. Igual ocurre en Suecia donde, si bien no aplican restricciones a los países de Schengen, sí suspendieron los viajes no esenciales desde terceros países.

En el extremo opuesto se encuentra Hungría, que es el único país de la UE que de facto trata al resto del mundo como zona de alto riesgo epidemiológico desde el 1 de septiembre, cuando cerró oficialmente sus fronteras a extranjeros excepto a los ciudadanos de los países de Visegrado que cuenten con reserva en algún hotel y una PCR negativa de menos de 5 días. Italia obliga a todos los ciudadanos que procedan de España, Grecia, Croacia, Malta y de algunas zonas de Francia a que presenten a su llegada el resultado negativo de una prueba realizada en las 72 horas anteriores a su viaje y, si no la llevan, deberán hacérsela en las 48 horas inmediatas. Sin embargo, según el Ministerio de Sanidad italiano, no hay un número mínimo de contagios para que un país entre en la lista, sino que el criterio es que se haya observado en los días anteriores un aumento y un cierto descontrol en la curva de transmisiones.

En términos similares actúan las autoridades austríacas, cuyos criterios no son transparentes, aunque varios miembros del Gobierno destacan que, además de factores cuantitativos, se consideran elementos cualitativos, como la calidad de los sistemas de salud del país o la posibilidad de que ciudadanos austríacos obtengan una buena atención médica en caso de enfermarse.

Alemania califica como zona de riesgo las regiones que tienen una incidencia diaria de 50 contagios o más por 100.000 habitantes en los últimos siete días, y aunque esto no implica la prohibición de viajar, las exigencias de guardar cuarentena dependen de los distintos estados federados. Dinamarca califica de “países abiertos” a aquellos que tengan una incidencia menor de 20 contagios por 100.000 habitantes en los últimos 14 días y como “países de cuarentena” a aquellos que superen los 30.

Reino Unido obliga a guardar una cuarentena a los viajeros procedentes de territorios con un número acumulado de 20 o más casos por cada 100.000 habitantes durante siete días. Aunque tiene en cuenta la proporción estimada de la población infectada, la tendencia en los fallecimientos y la tasa de transmisión de la enfermedad.