- El negociador británico para la relación postbrexit con la Unión Europea (UE), David Frost, insiste en que el Reino Unido "no teme" dejar el bloque sin un acuerdo al fin del periodo de transición, que acaba el 31 de diciembre, en una entrevista publicada ayer por Mail on Sunday.

Frost dice que hay un grupo de personas en el Gobierno del primer ministro, Boris Johnson, que se ocupa de los preparativos para una posible separación sin pacto comercial bilateral a final de año, y asegura que el país dejará entonces la UE "pase lo que pase". Explica que parte de su esfuerzo en los últimos meses ha sido tratar de convencer a su homólogo comunitario, Michel Barnier, de que debe tomar "seriamente" la posición del Reino Unido, puesto que, en su opinión, el anterior Gobierno británico, encabezado por Theresa May, "pestañeó primero" y le "pillaron el farol".

El diplomático insiste en que el Reino Unido, que ejecutó el brexit oficialmente el 31 de enero, no será un Estado "subordinado" a los Veintisiete, por lo que no cederá "en puntos fundamentales como tener control sobre nuestras propias leyes". "Si podemos llegar a un acuerdo que regule el comercio como el que tiene Canadá, fantástico. Si no podemos, será un acuerdo como el de Australia (que está actualmente en conversaciones con el bloque y opera bajo la normativa de la Organización Mundial del Comercio), y estamos totalmente preparados para ello", afirma.

El pasado miércoles, Barnier lamentó en un discurso en Irlanda la falta de movimiento por parte de Londres y señaló que el Gobierno de Johnson debe mostrar "flexibilidad y creatividad" en los aspectos más complejos de la negociación para evitar una ruptura brusca a final de año.

Barnier y Frost se reunieron informalmente el martes, sin lograr avances significativos, antes de iniciar mañana, 8 de setiembre, la octava ronda de negociaciones para intentar cerrar un pacto bilateral antes del 31 de octubre, para que los Veintisiete tengan tiempo de ratificarlo a tiempo para el 31 de diciembre.

El reparto de las cuotas pesqueras en aguas británicas y las normas sobre competitividad que establecerá el Reino Unido después de romper sus lazos con la Unión Europea, especialmente las que se refieren a los subsidios estatales a las empresas, son los grandes escollos en las conversaciones y, de momento, bloquean los avances en cualquier otro ámbito.

Las leyes sobre rescates y ayudas a empresas han cobrado especial relevancia ante la recesión provocada por el coronavirus, y en Bruselas preocupa especialmente que las firmas británicas operen con ventaja en tiempos de crisis.

La UE exige al Reino Unido que mantenga una "alineación dinámica" con las leyes comunitarias sobre subsidios, lo que en la práctica implica que el Gobierno británico debería cumplir las futuras normas que apruebe Bruselas en ese ámbito, aunque no tendría voz ni voto a la hora de diseñarlas.

Los 27 socios comunitarios esperan además que los magistrados británicos remitan cuestiones al Tribunal de Justicia de la Unión Europea (TJUE) cuando surjan disputas en ese ámbito. Londres rechaza ambas posibilidades, que a sus ojos menoscabarían la autonomía del Reino Unido como país independiente y limitarían su capacidad para rescatar compañías o sectores en problemas.

Propone, en cambio, que ambas partes se informen mutuamente cada dos años sobre los subsidios estatales que han aprobado en ese periodo. En caso de disputa, ambos lados deberían comprometerse a estudiar las demandas que presenten los socios del otro lado del canal, si bien no se establecería un mecanismo formal para dirimir conflictos.

"Reino Unido se prepara para una separación sin pacto comercial; el país dejará la UE pase lo que pase"

Negociador británico 'postbrexit'