Bruselas - La irrupción del coronavirus y el drama migratorio en las puertas europeas marcan los 100 primeros días de Ursula von der Leyen al frente de la Comisión Europea. Un primer termómetro que la alemana celebra como un "buen comienzo" sacando pecho por el Green Deal o el Libro Blanco sobre Inteligencia Artificial. Los tres meses iniciales dejan también varias sombras en torno a su mano dura con la inmigración y la falta de ambición en sus medidas estrella. Urusula von der Leyen sopla las 100 velas de su mandato en medio de dos Consejos extraordinarios. El primero, en Bruselas para abordar la crisis del coronavirus. El segundo, en Zagreb en torno a la situación en la frontera greco-turca y el aumento de las tensiones con Turquía. Estas dos situaciones, dentro y a las puertas de la UE, marcan los primeros dolores de cabeza de la alemana. Y también sus primeras críticas.

El bloque comunitario contabiliza más de 4.000 contagios por coronavirus dentro de sus fronteras. La Comisión Europea, que está maniatada en asuntos sanitarios porque son competencia nacional, ha intentado abordar la situación coordinando la respuesta de los Estados miembros. Hasta el momento, ha conseguido uno de sus principales propósitos: mantener abiertas las fronteras de Schengen, pero sigue encontrando lagunas en la colaboración de las capitales europeas para coordinar sus respuestas, intercambiar información y mostrar solidaridad en el material médico como mascarillas.

Pero si hay algo que ha marcado el arranque de esta nueva legislatura es la crisis en la frontera greco-turca. El drama migratorio marcó buena parte de la Comisión Juncker, una Comisión política. Y ya amenaza con marcar la Comisión geopolítica que lidera Von der Leyen. La alemana, que en su discurso de investidura recordó cómo en 2015 acogió en su casa a un refugiado sirio, ha destacado por avalar la mano dura con la inmigración. Calificó a Grecia como la aspida [escudo en griego] de la UE, connotando un vocabulario bélico y de amenaza contra los refugiados. Además, el equipo que lidera ha mostrado su apoyo a la decisión de Grecia de negar el asilo durante un mes, algo que la propia ONU ha calificado como ilegal. Y lo que más estupor ha desatado: la Comisión Europea, guardiana de los tratados, ha sido incapaz de decir si los ataques contra refugiados con pelotas de goma perpetrados por la Guardia Costera de Grecia son o no ilegales. "Depende de las circunstancias", se escudaba Erica Mamer, portavoz principal del Ejecutivo comunitario.

Esta narrativa de cierre fronterizo era aplaudida por Viktor Orbán, primer ministro húngaro, que lo celebró como un triunfo de su discurso anti-inmigración.

Ursula von der Leyen puso la lucha contra el clima en el centro de su agenda política. Once días después de sentarse en el trono del Berlaymont desveló su buque insignia: el Pacto Verde Europeo. Y esta misma semana daba a conocer la Ley Climática Europea, su brazo legislativo. La propuesta supone el marco jurídico para hacer de Europa el primer continente libre de emisiones de CO2 en 2050. Pero a su vez,ha recibido críticas por países como España que anhelaban una hoja de ruta más inmediata y ambiciosa. La activista sueca Greta Thunberg calificó la nueva legislación como una "rendición".