Berlín - La líder de la Unión Cristianodemócrata (CDU), Annegret Kramp-Karrenbauer, quien sucedió a la canciller Angela Merkel al frente del partido en diciembre de 2018, anunció ayer que no se postulará a la Cancillería y su intención de renunciar a la presidencia de los conservadores. AKK, como se la conoce en el mundillo político, dijo que se mantendrá al frente del partido durante el proceso de elección del candidato a la Cancillería y que después dimitirá, pues considera que la candidatura y la presidencia deben estar en una sola mano. Aunque AKK en su comparecencia sólo se refirió marginalmente a la crisis de Turingia, está claro que la crisis política ocurrida en ese estado del este del país fue lo que precipitó su decisión.

El terremoto político que se desató en Alemania por la elección del liberal Thomas Kemmerich con apoyo de la ultraderechista Alternativa por Alemania (AfD) como primer ministro de Turingia sacudió a todos los partidos y AKK ha sido duramente criticada por la gestión de la crisis. La AfD tenía a su candidato, Christian Kindervater, pero no obtuvo un solo voto en la tercera vuelta sino que todo el grupo parlamentario votó por Kemmerich, el igual que la CDU y el FDP.

Kramp-Karrenbauer, y ese fue su primer problema, no logró convencer a los diputados de la CDU en Turingia, aunque según su propia declaración lo intentó, de que votar por Kemmerich era un riesgo incalculable. Después tampoco ha convencido al partido en Turingia de que la mejor salida a la crisis era disolver el parlamento regional para convocar nuevas elecciones, pese a que la cúpula de la agrupación en Berlín aprobó una resolución en ese sentido.

La intervención de Merkel, quien calificó de "imperdonable" la elección de Kemmerich, desde Sudáfrica, en contra de su costumbre de no hablar de asuntos internos desde el extranjero, dio la sensación de que la canciller asumía otra vez el mando en la CDU, lo que sirvió para debilitar aún más la autoridad de AKK, que ya estaba socavada.

Kramp-Karrenbauer dijo ayer en su comparecencia que había asumido la presidencia del partido en un momento difícil y que por primera vez en mucho tiempo la CDU tenía a dos personas distintas en la Cancillería y en la jefatura de la agrupación. Esa división, según ella, ha traído intranquilidad, lo mismo que la discusión sobre la candidatura a la Cancillería en las próximas elecciones. "Pienso moderar el proceso para elegir candidato y mi renuncia a la candidatura me da más libertad. Después creo que la jefatura y la candidatura deberán quedar en las mismas manos", dijo.

Marcada por la ultraderecha AKK había llegado a la presidencia del partido como consecuencia de un proceso que se inició justamente con el ascenso de AfD que llevó a Merkel a renunciar a la jefatura de laformación, tras duras pérdidas de la CDU y su ala bávara, la Unión Socialcristiana (CSU), en Hesse y Baviera, y a anunciar que esta sería su última legislatura.

La AfD es un partido que se fundó contra Angela Merkel, concretamente contra el plan de rescate para Grecia por un grupo de profesores que proponían que en la eurozona sólo quedasen los países del norte de Europa. El rechazo a la cultura económica presuntamente laxa del sur atrajo desde el comienzo a electores con tendencias xenófobas, y con la crisis de los refugiados la xenofobia se convirtió en la principal baza electoral de la agrupación, que actualmente tiene representación en el Bundestag y en los 16 parlamentos regionales. Los líderes ya no son los profesores de economía del comienzo sino populistas como Alexander Gauland o Brjörn Höcke, el jefe del partido en Turingia, quien incluso es considerado como alguien cercano a grupos neonazis.

El ascenso de la AfD generó una división en el seno de la CDU, en que un sector pedía recuperar viejas posiciones conservadoras que consideraban que se habían abandonado durante la era Merkel, y otro que defendía el curso de modernización merkeliano. AKK era considerada como la candidata de Merkel a la sucesión, pero durante su breve gestión al frente del partido hizo esfuerzos por reconciliarse con el ala derecha de la agrupación.

PÉRDIDA DE VOTOS El problema de la CDU era que no sólo estaba perdiendo votantes por el lado derecho, con la AfD, sino también perdía votantes de centro, que optaban por Los Verdes. A ello se agregaba el dilema estratégico que tarde o temprano iba a surgir y era el principio, ratificado por el congreso de la agrupación, de no pactar ni con la AfD ni con La Izquierda.

El ascenso de AfD en el este y la fuerza que tiene La Izquierda en esa región del país hacía temer que llegara el momento en que en algún estado federado no hubiera una mayoría parlamentaria que no incluyera a uno de los dos partidos.

Ese momento llegó en Turingia, donde aunque La Izquierda, liderada por Bodo Ramelow, fue el primer partido en votos, la coalición con el SPD y Los Verdes no tenía mayoría absoluta en el parlamento.

La salida convencional hubiera sido una elección de Ramelow en una tercera votación para que presidiera un gobierno de minoría, pero la candidatura de Kemmerich, presentada por el FDP, le permitió a la AfD la maniobra que ha sacudido la política alemana.