Roma - Italia celebró ayer unas elecciones regionales en Emilia-Romaña (norte) y Calabria (sur) que el ultraderechista Matteo Salvini pretende aprovechar para desgastar al Gobierno del país, en manos de la coalición entre el Movimiento 5 Estrellas (M5S) y el centroizquierda. Ambas regiones representan las dos caras de la misma moneda: la primera es una de las más prósperas y con mayor calidad de vida del país, mientras que la segunda, en la punta de "la bota" de la península itálica, está entre las más atrasadas, en ese remoto sur a menudo olvidado.

Pero toda la atención se centraba ayer en Emilia-Romaña por ser el histórico bastión de la izquierda, que la ha gobernado durante los últimos setenta años. Una hegemonía que podría acabar. La senadora Lucia Borgonzoni, apoyada por la coalición de partidos derechistas agrupados en torno al líder de la Liga y exministro del Interior, Matteo Salvini, aseguró tras votar en Bolonia sentirse "optimista" y que la mayor afluencia de votantes pronosticaban unas "grandes ganas de cambio".

Para ello Salvini se ha entregado al máximo en la campaña, consciente de que la conquista de ese territorio supondría una duro varapalo para los partidos del Gobierno: el antisistema Movimiento Cinco Estrellas (M5S), el PD, la izquierdista Libres e Iguales y la centrista Italia Viva. Una coalición surgida precisamente después de que él mismo diera por rota su alianza con el M5S el pasado agosto, en un intento de adelantar unos comicios que le permitieran gobernar a él, dado su ímpetu electoral como primer partido tras las elecciones europeas.

Fiel a su estrategia de dura oposición, en estos meses de campaña en Emilia-Romagna protagonizó todo tipo de sonadas polémicas, como cuando llamó al interfono de una familia de tunecinos para preguntar si traficaban con drogas en un barrio de la periferia boloñesa. E incluso lanzó una campaña de ayuno entre sus seguidores después de que el Senado diera los primeros pasos -con sus votos a favor- para quitarle la inmunidad y permitir su enjuiciamiento por bloquear una nave con inmigrantes en junio, cuando era ministro del Interior.

Pero en estos meses Salvini se topó también con el movimiento ciudadano de las "sardinas", promotor de manifestaciones que inundaron las calles con cánticos como el "bella ciao" partisano. Su objetivo, a fin de cuentas, es mostrar músculo al Gobierno de Italia, su objetivo más ansiado, si bien desde el Ejecutivo descartan que las elecciones en Emilia-Romaña y en Calabria puedan tener repercusión alguna sobre su continuidad.

El primer ministro italiano, Giuseppe Conte, ha expresado su convicción de que los resultados serán "positivos" y darán "más energía y entusiasmo" a la coalición.