El último año ha sido muy duro para muchas personas. La pandemia no solo ha provocado la emergencia sanitaria, sino que ha generado también una crisis económica que sigue afectando a muchas familias.

A pesar de este contexto desfavorable, y como ya se constató el año pasado, lejos de descender por la pandemia, el índice de tolerancia de la población vasca con los inmigrantes ha crecido hasta los 66.09 puntos. Un récord que ha quedado registrado en el informe anual que elabora cada año Ikuspegi, el Observatorio Vasco de Inmigración.

Otra de las conclusiones que aporta el informe es que la sociedad vasca rechaza un sistema de protección social del que se puedan beneficiar solo las personas autóctonas. De hecho, Ikuspegi destaca que, por primera vez, son más los vascos que rechazan el estereotipo que apunta a que las personas de origen extranjero se benefician en exceso del sistema de protección social, que los que lo rechazan.

El Barómetro muestra que la sociedad opta por un modelo asimilacionista, y que los ciudadanos, a pesar de saber que debe ser un proceso compartido, deja el peso de la adaptación en los migrantes.

Pero el Barómetro que realiza Ikuspegi, con la colaboración de la UPV/EHU y del departamento de Igualdad, Justicia y Políticas Sociales, también arroja puntos negativos sobre la percepción que los ciudadanos tienen de los migrantes. En general, los vascos desconfían del Islam, y sienten más simpatía por pakistaníes, rumanos y magrebíes.

Para el Gobierno vasco, el resultado del informe es una muestra de que la vasca es una sociedad tolerante e integradora. "Lo diferente enriquece, educa en el respeto y suma fuerzas para construir una sociedad más fuerte", ha asegurado la consejera de Igualdad, Justicia y Políticas Sociales. Beatriz Artolazabal, que también ha recordado el lema de la campaña de adhesión al Pacto Social Vasco para la Migración: "Ofrecer lo que desearíamos recibir".