"¿Una alimentación para el fracaso? La crisis de la alimentación infantil en los primeros años de vida" —un informe de Unicef publicado en vísperas de la Cumbre sobre los Sistemas Alimentarios de las Naciones Unidas, que se celebra esta semana—, advierte de que el aumento de la pobreza, la desigualdad, los conflictos, las catástrofes relacionadas con el clima y las emergencias de salud, como la pandemia de Covid-19, están contribuyendo a provocar una crisis nutricional entre los niños de corta edad que apenas ha dado señales de mejora en los últimos diez años.

“Las conclusiones del informe son claras: millones de niños pequeños reciben una alimentación que los predispone al fracaso justo cuando los riesgos son más elevados”, ha afirmado la directora ejecutiva de UNICEF, Henrietta Fore. “Una ingesta insuficiente de nutrientes puede causar un daño irreversible en el cuerpo y el cerebro de los niños y niñas, que se encuentran en un rápido proceso de crecimiento, lo que tiene repercusiones en su escolarización, sus perspectivas laborales y su futuro. Aunque lo sabemos desde hace años, apenas se ha avanzado en el suministro de alimentos nutritivos y seguros para los más pequeños. De hecho, las actuales perturbaciones derivadas de la Covid-19 podrían empeorar mucho la situación”, ha añadido.

En un análisis realizado en 91 países, el informe concluye que solo la mitad de los y las bebés de entre 6 y 23 meses se alimentan diariamente con el número mínimo de comidas recomendado, mientras que sólo una tercera parte consume el número mínimo de grupos de alimentos que necesitan para desarrollarse. Un análisis más detallado de 50 países con datos de tendencias disponibles indica que estas pautas, que revelan una alimentación deficiente, han persistido a lo largo de la última década.

A medida que la covid sigue dificultando la prestación de los servicios esenciales y aumenta el número de familias en situación de pobreza, la pandemia influye aún más en la forma en que las familias alimentan a sus hijos, según el informe. Por ejemplo, una encuesta realizada entre los hogares urbanos de Yakarta —capital de Indonesia— descubrió que la mitad de las familias se han visto obligadas a reducir la compra de alimentos nutritivos. Como resultado, el porcentaje de niños y niñas que consumen el mínimo de grupos de alimentos recomendados se redujo en un tercio en 2020, en comparación con 2018.

Los niños y niñas pueden sufrir las secuelas de una alimentación y unas prácticas alimentarias deficientes durante el resto de sus vidas. Una ingesta insuficiente de los nutrientes que se encuentran en las verduras, las frutas, los huevos, el pescado y la carne, todos ellos necesarios para apoyar el crecimiento a una edad temprana, agravan el peligro que corren los niños y niñas de padecer deficiencias en su desarrollo cerebral y su aprendizaje. También aumentan la vulnerabilidad de su sistema inmunológico y la posibilidad de tener infecciones que podrían provocarles la muerte.

Los niños menores de dos años son los más vulnerables a todas las formas de malnutrición, (retraso en el crecimiento, desnutrición aguda, deficiencias de micronutrientes y sobrepeso y obesidad) como resultado de una alimentación deficiente, debido a que necesitan una mayor cantidad de nutrientes esenciales por kilogramo de peso corporal que en cualquier otro momento de sus vidas.

A nivel mundial, Unicef calcula que más de la mitad de los niños menores de 5 años con desnutrición aguda -unos 23 millones de niños y niñas- son menores de 2 años, mientras que la prevalencia del retraso del crecimiento aumenta rápidamente entre los 6 meses y los dos años, ya que la alimentación infantil no se ajusta a sus crecientes necesidades en materia de nutrición.

Según el documento, los niños y niñas de entre 6 y 23 meses que viven en zonas rurales o en hogares pobres tienen muchas más probabilidades de recibir una alimentación deficiente en comparación con sus homólogos urbanos o más ricos. En 2020, por ejemplo, la proporción de niños alimentados con el número mínimo de grupos de alimentos recomendados era dos veces mayor en las zonas urbanas (39%) que en las rurales (23%).

Para ofrecer alimentos nutritivos, sanos y asequibles a todos los niños y niñas, el informe hace un llamamiento a los gobiernos, los donantes, las organizaciones de la sociedad civil y los actores del desarrollo para que trabajen conjuntamente en la transformación de los sistemas de alimentación, salud y protección social, tomando varias medidas esenciales, entre las que cabe destacar: Aumentar la disponibilidad y asequibilidad de alimentos nutritivos, aplicar normas y leyes nacionales para evitar que los niños pequeños consuman alimentos y bebidas procesados y ultraprocesados poco saludables e incrementar la aceptación de los alimentos nutritivos y seguros por medio de mensajes en canales de comunicación, incluidos los medios digitales, con el fin de llegar a los cuidadores y los niños y niñas con información coherente y fácil de entender.

El informe señala que el progreso es posible mediante la inversión. En América Latina y el Caribe, por ejemplo, casi dos tercios (62%) de los niños de 6 a 23 meses se alimentan con un régimen alimenticio mínimamente diverso, mientras que en África oriental y meridional (24%), África occidental y central (21%) y Asia meridional (19%), menos de 1 de cada 4 niños pequeños recibe una alimentación mínimamente diversa. Es necesario invertir en todas las regiones para garantizar que todos los niños y niñas se beneficien de un régimen alimentario variado que les permita prevenir todas las formas de malnutrición y crecer, desarrollarse y aprender hasta alcanzar su máximo potencial.

“Los niños no pueden sobrevivir o prosperar únicamente con calorías (…). Solo si unimos nuestras fuerzas con los gobiernos, el sector privado, la sociedad civil, los aliados para el desarrollo y la ayuda humanitaria, y las familias, podremos transformar los sistemas alimentarios y conseguir que todos los niños reciban una alimentación nutritiva, sana y asequible. La Cumbre de Sistemas Alimentarios de la ONU nos ofrece una importante oportunidad para sentar las bases de sistemas alimentarios mundiales que satisfagan las necesidades de todos los niños y niñas”, ha valorado Henrietta Fore.