uando la vuelta a la rutina ha llegado para muchas personas, ampliar esa sensación de estar lejos de casa ayuda a sobrellevar esa realidad. Restaurantes que recuerdan a verano, a viajes en avión al extranjero, a nuevos descubrimientos, hacen más llevadera la rentrée. Esto es precisamente lo que consigue Giovannelli, una trattoria que abrió sus puertas el pasado mes de julio en el número 26 de la Calle Manuel Iradier, y en la que se puede viajar hasta la región central italiana de Rieti a través de las sensaciones.

Productos escogidos con esmero, la sencillez propia de las trattorias italianas y la calidez de quién te recibe en su propia casa, son los pilares del Giovannelli. Un local que es capaz de trasladarte al ambiente de los restaurantes que puedes encontrar en las ciudades y pueblos italianos. Alessandro Giovannelli y Adriana Marín regentan este local de comidas y traen «los platos clásicos de la abuela italiana, de la nonna, ligeramente transformados con técnicas modernas», reza su página web. Ingredientes frescos italianos y vascos, pan artesanal todos los días y una buena selección de vinos de Rioja e italianos para pegarse un viaje por la Italia más casera.

Pero si el cuidado por los alimentos es una característica que define a Giovannelli, el trato a la clientela no se queda atrás. Amor, pasión y atención al cliente son cualidades que les gusta poner en práctica a Alessandro y Adriana y lo demuestran día a día. Servicios como máximo para 20 personas para que quienes acuden a su casa se sientan cómodas, bien atendidas y disfrutando de la experiencia de viajar a través de los sentidos.

Qué comer

En la carta elaborada por este cocinero curtido en restaurantes en Mantua, Bolonia, París y Lovaina, se pueden encontrar todo tipo de pastas frescas que elaboran a diario: macarrones, espaguettis, tortellos y tortellinis, “desde las de huevo a las rellenas”, pero también tentadores antipasti con los que comenzar el viaje culinario, como la tabla de embutidos y quesos italianos, su Reina burrata, con crumble de aceitunas, alcaparras o tomates cherry y verduras crujientes, además del cerdo atunado: lomo con salsa de atún, anchoas del Cantábrico y alcaparrones. No faltan tampoco sus platos del “mar y de la tierra”, como la Cotoletta de Milán, con cebolla agridulce y berenjenas marinadas, el salmón con crema de patatas ahumadas o el Fiat 500, el llamativo nombre con el que ha bautizado a un chuletón de ternera con patatas al horno para dos personas. Si lo que se quiere es dejarse llevar, se puede hacer una visita guiada a través de su menú degustación. “Es la mejor manera de probar varios platos que seleccionamos para que la clientela se lleve una idea de las delicias del recetario de la nonna con algunos toques personales”, explica Alessandro. “Siempre aprovechamos la frescura y calidad de las materias primas y adaptamos nuestra carta y degustación a los productos de cada temporada. En nuestro próximo menú incluiremos, por ejemplo, una pasta rellena de calabaza”, añade mientras matiza que la única pizza que se puede degustar en Giovannelli es una blanca, tipo foccacia, que ofrecen como pan.