- Las actuales vacunas contra la covid-19 no fueron diseñadas para prevenir la transmisión -aunque también tiene un efecto sobre esta- sino para evitar la enfermedad grave y la muerte, objetivos para los que siguen siendo efectivas. Las inmunólogas Carmen Álvarez, de la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR) y África González, de la Universidad de Vigo, insisten en que las vacunas se diseñaron para prevenir la enfermedad grave y la muerte. Eso no quita que los efectos del patógeno hayan desaparecido. De hecho, la aparición de la variante Delta, mucho más contagiosa, “ha hecho que personas ya vacunadas volvieran a infectarse”, indicaba González. También hay personas que no se vacunaron o en las que no fue totalmente eficaz “y, además se produce una disminución de la protección pasado un tiempo, sobre todo en personas mayores”, apostillaba.

Álvarez recordó, en este sentido, que no hay ninguna vacuna eficaz al cien por cien. Con las primeras variantes del virus, Alfa y Beta, “funcionaron muy bien” para evitar la transmisión, pero con la Delta “parece que no está funcionando tan bien”. Eso no es efectividad, sino porcentaje de transmisión “y eso es lo que puede que sí que esté fallando”, puntualizó. Lo que sí ha cambiado con Delta es la cantidad de personas que tienen que estar vacunadas para lograr la inmunidad de grupo. “Ahora hay que llegar al 90% de la población vacunada con esta variante tan transmisible”, expresó.

Por su parte, González explicó que los anticuerpos disminuyen de forma normal con el tiempo. “Ha desaparecido ya el virus y, por tanto, no son necesarios. Lo importante es que queden células de memoria, que podrán activarse de forma rápida y eficaz la próxima vez que vean al virus, y se generará toda una batería de células y anticuerpos de nuevo”, ilustraba. Esta memoria inmunitaria -describió- es defectuosa en algunas personas, sobre todo mayores, y les hace más susceptibles de enfermar y reinfectarse.