a Euskal Encounter acoge desde ayer y hasta el domingo a centenares de personas que sienten pasión por los videojuegos y que, más allá de ser una traba para su socialización, en la mayoría de casos sirven para encontrar nuevas amistades. “He venido a disfrutar, no compito. Vengo y me junto con unos amigos que, al ser de distintas ciudades, es difícil que les vea”, cuenta María Arregi, una jugadora proveniente de Zarautz. Como ella el joven bilbaíno Álvaro García y su amiga Alba Peña, de la localidad cántabra de Selaya, vienen a disfrutar. Ambos explican que competirán, pero por diversión, no aspiran a ganar porque “vienen muchos profesionales”.

Aunque ahora hay jugadores que se dedican profesionalmente a los juegos, los denominados gamers, durante mucho tiempo se les llamaba de manera despectiva frikis, una palabra que ha perdido fuerza y significado. “Ahora mismo está supernormalizado, ya nadie se lo toma como un insulto. Al final ser friki es ser un apasionado de los videojuegos, como el que lo es del fútbol”, se sincera uno de los asistentes, David Vidal.

El BEC reúne a personas desde los 13 hasta los 44 años, aquellos que llevan toda la vida en el mundo digital y los que a pesar de su corta edad no son menos profesionales, padres con sus hijos y cuadrillas de amigos. Llegan con sus equipos desde casa: pantallas, ordenadores, consolas, sillas de gamer. También con provisiones para pasar horas jugando lo más cómodamente posible.

Debido al coronavirus la organización de la Euskal Encounter se ha visto obligada a reducir el aforo al 10% con respecto a la última edición presencial en 2019, por lo que solo 540 personas tienen acceso. Todos los asistentes tendrán la oportunidad de asistir a charlas y concursos de ámbitos que no a cualquiera se le hacen comprensibles: modding, programación de cartuchos SNSE o casemode, junto a otras más fáciles de entender como creación de arte digital, doblaje o una yincana para resolver problemas informáticos.

El machismo está presente en todos lados, incluido en los videojuegos. “Intento evitar que otros jugadores sepan que soy mujer porque prefiero que me traten como a un igual”, confiesa María Arregi. Cuenta que en bastantes ocasiones se han metido con ella cuando se equivocaba con comentarios como “vete a la cocina”. David Vidal, que trabajaba como moderador en un canal de una plataforma de streaming, admite que “aunque cada vez pase menos, sigue sucediendo”.

La cita del BEC, esta Euskal Encounter con vocación de volver a ser multitudinaria con hombres y mujeres al mismo nivel, debe servir para que estas actitudes no se perpetúen.