Es harto conocido que uno de los momentos críticos en todo centro educativo es cuando se prepara el relevo en la dirección. Son muchos los profesores llamados a asumir el cargo por cuatro años (8 si renuevan) y muy pocos quienes levantan la mano voluntariamente. En ese momento entra en juego la Inspección educativa, que se encarga de designar a dedo a la dirección, aunque las personas no quieran. Y en Euskadi, la designación forzosa de las direcciones es un problema más común de lo deseable ya que prácticamente la mitad de los colegios e institutos funcionan con direcciones no voluntarias. Para el Consejo Escolar de Euskadi la falta de direcciones estables es “el punto más negativo” de la realidad de la Escuela vasca ya que un liderazgo sólido representa la clave en la calidad del centro, llegando a incrementar un 15% el rendimiento general.

Han sido varios los intentos para resolver este problema endémico que arrastra el sistema educativo vasco, el último en 2009. Ese curso el Gobierno Vasco subió los pluses económicos de los directores hasta los 6.600 euros anuales en Educación Primaria y los 7.800 euros en los institutos de Secundaria. Esta medida se demostró muy eficaz para mejorar el atractivo del cargo durante los primeros años: pasando del 30,2% de direcciones voluntarias el curso 09/10 al 49,42% el curso 16/17. Aunque no hay datos oficiales, la situación se ha vuelto a estancar.

Esta realidad pone de manifiesto que el dinero no es el único motivo para que los profesores rehuyan la idea de dirigir su centro. En este sentido, el máximo órgano de representación de la comunidad educativa alertaba en su último informe de que la situación de la Escuela vasca “no se entiende que sigan existiendo muchos centros públicos con direcciones precarias por su discontinuidad o por su carácter voluntarista”. Entre otras medidas, proponía dar pasos hacia la creación de un centro vasco de liderazgo educativo y “reconocer la capacidad del conjunto de directores y directoras a ser consultados por la Administración Educativa sobre las medidas que pretende implantar y ser escuchadas sus propuestas y demandas”. También llamaba al Departamento de Educación a mejorar las condiciones del cargo a través de “incentivos económicos y de otro tipo”.

El actual consejero de Educación, Jokin Bildarratz, ha recogido el guante y prepara una reforma de las direcciones sobre la base de tres ejes: aumentar las primas actuales, dar a las personas candidatas una formación específica de dirección, así como un periodo sabático al término del mandato. Por otro lado, se plantea un cambio que podría trastocar por completo las funciones de algunos profesores. Y es que el Departamento está preparando una suerte de recualificación de ciertos profesionales de la docencia para que adquieran un perfil más administrativo de modo que puedan ocupar la Secretaría y gestionar adecuadamente el océano de burocracia y comunicaciones oficiales que llegan a los centros.

Así lo ha adelantado a este diario el propio consejero Bildarratz en el marco de la entrevista publicada el pasado sábado. Según el titular de Educación, la clave de cualquier sistema educativo “es tener un centro empoderado y para lograrlo necesitamos un equipo directivo potente”. Cuando habla de empoderar se refiere a fortalecer “todo el ecosistema del centro, la comunidad escolar y las instituciones más cercanas, como son los ayuntamientos. Son muchos los agentes que toman parte en la calidad educativa más allá del centro aunque esto no es posible sin un centro empoderado”.

Por esta razón, uno de los objetivos de cara al curso próximo es “mejorar la formación y crear un cuerpo directivo potente que, además, se sienta gratificado”. En este sentido, Bildarratz añade: “El año que viene vamos ofrecer una formación potente y espero ofrecer el curso 22/23 un reconocimiento económico a la responsabilidad que conlleva dirigir un centro”. Básicamente, la propuesta del Departamento es ofrecer a los y las profesoras de la red pública “una gratificación económica mayor de la que tienen. Y además, una vez terminado su periodo dirección, podrán tener algún momento de descanso, como hay en otros países e incluso dentro del sistema vasco, en diferentes niveles profesionales que han desempeñado cargos de mucha responsabilidad”. La idea, insiste, es que “después de su mandato puedan tener un espacio de descompresión”.

Recualificación. El Departamento de Educación también prepara la recualificación de ciertos profesores con el fin de que adquieran un perfil administrativo para que puedan ocupar la Secretaría y gestionar adecuadamente la burocracia. “Entendemos que hay que ejercer una serie de responsabilidades con personal capacitado para poder desarrollar esas labores, y una de ellas es la de administración”, afirma el consejero de Educación, Jokin Bildarratz. Argumenta para ello que “desde el Departamento mandamos un montón de comunicaciones e información a los centros y es mucha la responsabilidad que muchos profesores han adquirido para poder gestionar toda esta burocracia y papeleo que, aunque engorroso, es necesario”. Dependiendo del tamaño del centro, desde la Administración pública observan “la necesidad de crear un perfil administrativo en función de las necesidades futuras. Y es que partimos de la clave de que aunque baje la natalidad, seguimos necesitando la mejora del sistema. Y creemos que no sobra nadie del sistema, lo que tenemos que hacer es readecuar los perfiles a las nuevas necesidades”, asegura Bildarratz.

“La base del sistema educativo es tener un centro empoderado con direcciones fuertes”

“La meta del curso que viene es crear un cuerpo directivo potente que se sienta gratificado”

Consejero de Educación