- La llegada masiva de inmigrantes irregulares a Ceuta, interpretada por el Gobierno como un “desafío” de Marruecos, provocó la mayor crisis diplomática en años entre ambos países y un mensaje de firmeza del Ejecutivo garantizando la integridad territorial de España.

Fue el propio presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, quien puso voz al malestar por la actitud de Marruecos y reconoció que es una situación grave para España y para Europa y que se actuará contra ella con todos los medios que sean necesarios. “Seremos firmes para garantizar su seguridad ante cualquier desafío, ante cualquier eventualidad y bajo cualquier circunstancia”, manifestó Sánchez en referencia a las fronteras españolas y a los ciudadanos que viven en las dos ciudades autónomas. Son palabras que pronunció en una declaración institucional en Moncloa poco antes de desplazarse a Ceuta y Melilla para conocer sobre el terreno la evolución de los acontecimientos. Unos hechos que le llevaron a cancelar el viaje que tenía previsto a París para participar en una cumbre sobre la financiación de África.

La firmeza prometida por Sánchez se quiso explicitar en la decisión de la ministra de Asuntos Exteriores, Arancha González Laya, de convocar a la embajadora de Marruecos en España, Karima Benyaich. Laya le trasladó el rechazo formal de España a la entrada masiva de inmigrantes ilegales y apeló a la corresponsabilidad en el control de las fronteras. Poco después de esa reunión, el Gobierno marroquí llamó a consultas a su embajadora en Madrid. La última vez que hubo una llamada de este tipo fue en 2007, cuando Marruecos llamó a su entonces embajador Omar Azziman para protestar por el anuncio de la visita de los reyes a Ceuta y Melilla.

El Gobierno se resiste a vincular públicamente la actitud de Marruecos con la presencia en España del líder del Frente Polisario, Brahim Ghali, hospitalizado en Logroño por coronavirus. Así, en la rueda de prensa posterior a la reunión del Consejo de Ministros, la portavoz del Ejecutivo, María Jesús Montero, señaló que las crisis migratorias “responden a causas múltiples y son demasiado complejas como para establecer causa-efecto”.

Sin embargo, la avalancha de inmigrantes desde territorio marroquí llega después de las protestas de las autoridades de Marruecos por la presencia en España de Ghali. Hace una semana y tras varias quejas públicas, el Gobierno marroquí ya advertía a España de que no debía de “minimizar el impacto grave” de la crisis provocada por la presencia del líder del Frente Polisario y decía que tomaba nota de que no les hubieran informado previamente.

Sánchez instó a Marruecos a seguir manteniendo la colaboración, pero ante su actitud, exigió respeto a las fronteras al tiempo que insistió en que garantiza la integridad territorial y la seguridad y tranquilidad de todos los ciudadanos “cualesquiera que sean las condiciones necesarias para ello y con todos los medios disponibles”. Como prueba, citó el despliegue militar en la frontera junto a un incremento de efectivos de las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado.

Además de informar al rey, de contactar con diversas autoridades europeas que trasladaron su apoyo a España y de conversar con el líder de la oposición, Pablo Casado, el presidente creó una comisión específica para el seguimiento de la crisis migratoria. Una crisis ante la que Montero y el ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska (quien informóde la devolución de 4.000 de los 8.000 inmigrantes irregulares), aseguraron que está habiendo contactos con las autoridades marroquíes pero sin dar más detalles apelando a la necesidad de discreción.

La crisis con Marruecos llega cuando estaba pendiente de fijarse una nueva fecha para la cumbre bilateral después de que se pospusiera dos veces con el argumento oficial de que lo impedía la pandemia de coronavirus. Pero en medio de ambas fechas hubo unas declaraciones del primer ministro marroquí, Saadedín Otmani, en las que reafirmó la reivindicación de su país sobre Ceuta y Melilla y dijo que tratarían esta cuestión con España tras solucionar el conflicto del Sáhara Occidental.

Unas palabras ante las que el Gobierno español recalcó que Marruecos sabe muy bien que Ceuta y Melilla son españolas y el Ministerio de Asuntos Exteriores convocó con carácter de urgencia a la embajadora marroquí para pedirle explicaciones.

Mientras tanto, Ceuta espera en calma tensa una nueva jornada tras la entrada masiva de 8.000 personas desde el lunes, en una inédita situación para la ciudad autónoma, con muchos comercios cerrados y con los servicios sanitarios y de emergencia ya presionados tras más de un año de pandemia. El punto fronterizo del Tarajal es el lugar desde el que cerca de 8.000 personas han entrado el lunes a nado o bordeando a pie los dos espigones fronterizos con Marruecos. Unos 4.000 ya han sido devueltos, según los últimos datos del Ministerio del Interior. Según Efe, las entradas de inmigrantes a nado por el espigón del Tarajal no han cesado a lo largo de toda la jornada, si bien se están produciendo en pequeños grupos formados por entre cinco y diez nadadores, cada vez más esporádicos a medida que cae la tarde y falta luz.

Interior informó de que va a aumentar la presencia de agentes y medios de las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado en Ceuta. Además de un refuerzo de 200 efectivos, se van a desplegar otros 50 agentes de la Guardia Civil, y 150 agentes de las Unidades de Intervención Policial (UIP) están en alerta por si fuese necesario su traslado y despliegue en la ciudad autónoma. A las fuerzas de seguridad hay que sumar el Ejército que se ha desplegado para proteger la frontera con Marruecos y, aunque el Ministerio de Defensa no da cifras, fuentes militares apuntan que hay destinados alrededor de 3.000 efectivos.