- Parte de la sociedad critica los vaivenes de las medidas aprobadas. ¿Por qué se va cambiando de criterio?

-En el contexto de cansancio que se padece, todo es comprensible. En cualquier caso, nosotros trabajamos con un guión que está definido en el plan Biziberri, precisamente para que las medidas que tomemos estén sujetas a criterios sólidos y no a impulsos. Cada decisión que se ha tomado está relacionada con un criterio establecido previamente en base al asesoramiento científico de la comisión técnica. Si en su momento levantamos el confinamiento municipal perimetral fue porque, en primer lugar, se trata de una medida dura. Además, habíamos bajado de 300 en la tasa de incidencia acumulada. Ahora estamos aplicando con bisturí ese confinamiento perimetral en los municipios que alcanzan una tasa superior a 400 casos por 100.000 habitantes. Las medidas tienen su sentido, tanto cuando se desactivan como cuando se activan.

¿Con las últimas medidas adoptadas se ha querido salvar la Semana Santa?

-Se ha demostrado que eso no era cierto, como se ha podido ver en el caso de Bilbao que en la revisión posterior a Semana Santa no había rebasado los 400 casos. Dijimos que tomábamos medidas para varias semanas, no para varios días. La lista actual afecta a un número importante de municipios que han superado la tasa preocupante de 400 casos, con los que ha habido que adoptar restricciones severas, pero hay que entenderlas dentro de las inercias globales que nos tocan vivir. Es decir, en las últimas semanas el ascenso de la epidemia se está produciendo en toda Europa y en las comunidades autónomas, por lo que todo ello nos acaba afectando.

El presidente Pedro Sánchez ha señalado que para agosto habrá 33 millones de vacunados en el Estado. ¿No resulta muy aventurado manifestarse en esos términos teniendo en cuenta los contantes parones en la distribución?

-No está en nuestras manos cuantificar la cantidad de vacunas que vamos a tener. No nos aventuramos a hacer ese tipo de pronósticos. Es algo que está en manos de las farmacéuticas y en la capacidad que tenga la Unión Europea de adquirir vacunas. Lo único que podemos hacer es garantizar que todas las dosis que lleguen se van a administrar a la mayor brevedad posible.

La gestión de las vacunas la realiza el Estado con la UE sin la participación de las comunidades autónomas. ¿Se echa de menos una mayor capacidad de actuación?

-El ámbito de participación es el Consejo Interterritorial del Sistema de Salud. Este órgano presenta sus carencias, pero es lógico que sea la UE la que se haga cargo de la adquisición de las vacunas. En cualquier caso, en estos momentos nuestra filosofía es no perder energías en polémicas que no necesitamos y poner el esfuerzo en las soluciones.

En un mes vence el plazo del estado de alarma. ¿No será necesario prorrogarlo, como ha sugerido Pedro Sánchez?

-Tenemos dudas al respecto y nos hemos llevado cierta sorpresa. Parece bastante complicado decir ahora, cuando falta un mes para esa fecha, que no va a ser necesaria la facultad del estado de alarma. Podemos encontrarnos en este plazo con un repunte o una nueva ola, por lo que no parece muy apropiado que se puedan despejar esas dudas con un mes de antelación. Iremos viendo porque las medidas las estamos aplicando las comunidades autónomas y, por tanto, algo tendremos que decir. Se puede dar la circunstancia de que haya comunidades en una buena situación y otras para las que en adelante siga siendo necesaria a partir de mayo la cobertura jurídica que da el estado de alarma.

La hostelería es uno de los sectores más críticos con las medidas que viene acordando el comité. ¿Sienten la presión?

-Tratamos de abstraernos de ella. Tenemos que adoptar medidas que prioricen la salud pública y que permitan un equilibrio con el coste económico que todo ello puede suponer. Esa es la obsesión del LABI en cada reunión. No tenemos ninguna intención de señalar a la hostelería sino los espacios de riesgo. Los expertos nos dicen que el peligro principal se encuentra en respirar aire respirado, algo que ocurre en espacios cerrados con poca ventilación, con acumulación de personas y con un uso poco constante de la mascarilla. Ocurre en determinadas circunstancias en las que nos relajamos. Ese es el problema, y esa es la idea que tratamos de trasladar.