Aunque esta Navidad será diferente en muchos de sus aspectos, incluido el alimentario, se mantendrán algunos de los ritos tradicionales de estas fechas, como son las reuniones familiares y de amigos, si se consiguen llevar adelante algunas indicaciones, aunque sea a modo de guiño a lo que fuimos y no queremos perder.
Estos días los hemos asociado con excesos, tanto en comida como en bebida, y aunque no le damos importancia, también en horarios. Cenas cargadas de calorías y dilatadas sesiones de sobremesa. Por ello no es de extrañar que una vez concluyan las fiestas, la báscula delate una subida de peso o que el cinturón tenga que aflojarse.
Por todo ello, los expertos recomiendan idear un plan de acción para que el cuerpo no se resienta en exceso en el mes de enero, y dentro de él sostienen que el pescado azul, las frutas y verduras, las carnes saludables y el marisco, siempre en dosis moderadas, pueden formar parte de una receta aconsejable. También hablan de no renunciar a degustar jamón ibérico en cantidades razonables, ya que es una buena fuente de ácidos grasos monoinsaturados, hierro, calcio y vitamina B1, pero la planificación es clave para que los excesos no nos pasen factura.
Por ello, hay que tener muy en cuenta que el exceso de alcohol y de proteínas puede precipitar crisis gotosas. También hay que tener cuidado con alimentos clásicos como el cordero y los fiambres.
Aunque los mariscos son una buena opción por su contenido en ácidos grasos y minerales, y muy típicos en Navidad, hay que ingerirlos en dosis pequeñas con el fin de evitar un temido aumento del ácido úrico. Del mismo modo, lo ideal sería alternar el consumo de carnes y pescados. El azul es saludable por su alto contenido en ácidos grasos omega-3, que sirven para prevenir las patologías cardiovasculares.
Sal, salsas y enlatados
Al comer o cocinar no hay que abusar de la sal, que provoca retención de líquidos, además de aumentar el riesgo de hipertensión. Para no restar sabor a las comidas se puede recurrir al apio, las especias o las hierbas aromáticas. También hay que evitar los alimentos precocinados y en conserva o enlatados, debido a su alto contenido en sal.
Los expertos alertan sobre los beneficios que supone para la salud reducir el consumo de salsas y de dulces. Lo recomendable es incluir dos o tres raciones diarias de fruta y verdura. También se debería reducir la ingesta de alcohol, sobre todo el de alta graduación.
Un buen consejo es no tener los dulces a la vista entre comidas. De esta manera, se evita caer en la tentación de picar entre horas. Además, hay que mantener la rutina de las cinco comidas al día; a media mañana y para merendar se puede tomar fruta de temporada, que hidratará y saciará, o frutos secos como las almendras, tan típicas en esta época, que son ricas en vitaminas, minerales y antioxidantes y tienen beneficios cardiosaludables, además de resultar muy saciantes.
El agua debe estar siempre en la mesa. Es conveniente que, al lado de la copa de vino o la cerveza, haya un vaso de agua, precaución que ayuda a reducir la ingesta de alcohol, además de mantener al comensal hidratado y más saciado. También se puede tomar infusiones, sopas y zumos naturales, pero evitando en la medida de lo posible los refrescos.
Del mismo modo, los expertos alertan de que ayunar durante unos días para luego darse un atracón no solo no ayuda al control de los kilos, sino que puede llegar a tener efectos nocivos para la salud, aumentando los niveles de ácido úrico y precipitando la hiperuricemia.
Pero como no todo van a ser limitaciones, los nutricionistas también apuestan porque nos permitamos pequeños homenajes gastronómicos, que luego compensaremos con ejercicio físico. Abogan por salir a pasear con los familiares y amigos, ya que además de hacer mejor la digestión, se incorpora la actividad física a nuestras fiestas, tomando el aire fresco y pasando un rato agradable. La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda practicar al menos treinta minutos diarios de ejercicio físico. No hay que aparcarlos en Navidad.