En esta publicación, dice, "intento que 19 periodistas de otros tantos países aporten al lector una visión global de cómo los medios de comunicación afrontaron el reto de informar sobre la pandemia", porque el libro ofrece la realidad de la crisis sanitaria en lugares tan distantes como Argentina, Alemania, Australia, Brasil, China, Egipto, España, EE.UU., Francia, Holanda, Inglaterra, Italia, Marruecos, México, Portugal, República Dominicana, Rusia, Turquía y Venezuela. "La pandemia ha demostrado la importancia de contar con verdaderos periodistas para explicar al mundo lo que está pasando", señala, y quizá por ello, añade el periodista Pedro Lechuga Mallo en un encuentro llevado a cabo en la sede del Colegio de Periodistas del País Vasco en Bilbao, la publicación no solo está dirigida a los profesionales de la información.

¿A quién entonces?

A cualquier persona que tenga interés en conocer situaciones y acontecimientos que tuvieron lugar en esos 19 países durante la pandemia. Cómo se comportaron los respectivos Gobiernos, cuál fue la actitud de la ciudadanía, el impacto de las redes sociales, la proliferación de los bulos, la importancia de la libertad de prensa, el sensacionalismo presente en algunos medios y los errores y aciertos protagonizados por los periodistas en el principio de la pandemia.

Por cierto, ¿por qué Amazon no quiso publicar su libro?

Porque uno de los temas que trata es sobre el peligro de que los Gobiernos utilicen la excusa de luchar contra los bulos y la desinformación para ejercer una especie de censura previa que vaya en contra de la libertad de prensa y del derecho a la información. Y curiosamente, el libro Covid-19. Periodistas fue víctima de este hecho, ya que Amazon no permitió su venta y distribución, argumentando que en el tema del Covid-19 quieren que sus clientes solo tengan acceso a las fuentes oficiales. Es una decisión que fue denunciada por la Federación de Asociaciones de Periodistas (FAPE) y por la Red de Colegios Profesionales de Periodistas por atentar contra la libertad de prensa.

¿También habla de los errores que cometemos los profesionales?

Por supuesto, porque también nos hemos equivocado, y mucho, y lo seguimos haciendo, convirtiéndonos en protagonistas de las noticias, y eso no puede ser.

En su libro deja claro que no hay fronteras para el virus...

Sí. En esta generación de la paz, del mundo sin muro, del crecimiento ilimitado y también de la contaminación, como seña- la en el prólogo del libro Javier Martín- Domínguez, presidente del Club Internacional de Prensa, se ha visto de repente a una situación de guerra contra un enemigo invisible, que ataca de forma imprevista y que causa estragos de diferente naturaleza siempre devastadores, que mina la salud de las personas, agota los recursos sanitarios y hunde las economías.

Tras la sorpresa y la incredulidad iniciales, ¿seguimos viviendo el susto o ya hemos llegado al miedo y la impotencia?

La pregunta que se hace la ciudadanía es si estamos bien informados después de muchos meses, y de los que vendrán, sobre lo que realmente está ocurriendo.

¿Y cómo debe ser la comunicación en tiempo de pandemias?

Transparente, pero hemos estado y esta- mos al albur de la propaganda, en muchas ocasiones no contrastada, de los Gobiernos y de los Estados.

Se repite como un mantra que la primera baja de las guerras es la verdad. ¿También en esta pandemia que nos venden como una guerra?

Muchos Gobiernos han tendido, como lo expresan los 19 periodistas, a ocultar su incapacidad para dar una respuesta adecuada, bien sea por desconocimiento del mundo científico, bien por engaños manifiestos de agentes intermediarios, etc.

¿La crisis sanitaria ha demostrado la importancia de contar con verdaderos periodistas para explicar al mundo lo que está pasando?

Sí, y sin embargo, la precariedad laboral de la profesión, que ya venía de lejos, ha incidido y logrado que en algunos países, pese a la buena voluntad de los periodistas, no se haya podido ofrecer a su gente la información de la que disponían. Es una realidad que las redacciones son cada vez más reducidas, con sueldos ínfimos y horarios laborables inasumibles.

Esta crisis sanitaria ha llegado cuando todavía los medios estaban buscando su sitio tras la consolidación de las redes sociales.

Sí, el coronavirus ha irrumpido en un contexto en el que estábamos en horas bajas y en el que no contábamos con los recursos necesarios para responder satisfactoriamente a las exigencias de una pandemia de esta magnitud.

Entre los países que trata en su libro, ¿cuál se ha portado mejor?

Sin lugar a dudas, Portugal, y eso que aquí se le sigue mirando por encima del hombro, como si fueran inferiores, pero han dado una lección a toda Europa durante la pandemia, y no solo por la actitud de los políticos, sino también de los profesionales de la prensa.

¿Cree que los periodistas fuimos muy lentos e inseguros al inicio y denunciamos la situación un poco tarde?

Sí, pero también considero que luego fuimos, y estamos siendo, rotundo y seguros, aunque en Alemania y en España los periodistas encargados de cubrir las comparecencias de las autoridades se quejaron públicamente de los protocolos seguidos durante las ruedas de prensa.

¿La libertad de prensa y la transparencia de un país son buenos medidores para conocer la salud de la democracia de dicho territorio?

Sí. La información es poder, lo que explica que el intento de control de la información por parte de los Gobiernos sea continuo. La libertad de prensa y la transparencia de un país son buenos medidores para conocer la salud de la democracia de dicho territorio. El caso más extremo es la difusión de noticias que no se corresponden con la realidad y que pretenden engañar a los periodistas y a la propia ciudadanía. Informar en libertad es siempre clave, y más durante la pandemia.

¿Una estrategia es la rueda de prensa sin preguntas?

Como ha sucedido en muchos países, y aprovechándose del paso de las comparecencias presenciales a las telemáticas, se han filtrado las preguntas previamente para así solo responder a las que le interesaban a la autoridad competente.

¿Trabajar en la calle es un riesgo que puede implicar enfrentarse a grupos parapoliciales en muchos países de los que usted habla en su libro?

Sí, en algunos de ellos el periodismo es una profesión de alto riesgo. En muchos países los medios están muy vinculados al poder, y más que medios del Estado son medios de Gobierno, tal y como lo explican algunos periodistas en el libro.