-Recientemente le han nombrado responsable para la gestión del Comité de Vigilancia Covid-19, organismo de la UPV/EHU que controlará los efectos del coronavirus en la Universidad. "Visualizar los casos positivos que se den en la Universidad y colaborar con Osakidetza para realizar los rastreos", subraya la microbióloga Miren Basaras, quien sostiene que será "a finales del próximo año cuando veamos un poco de luz".

Considerando que la población universitaria es más joven que la población en general, ¿cuál es la incidencia del covid por sectores?

—La incidencia en la comunidad universitaria está siendo muy baja y conocemos que son positivos porque han acudido a los cribados masivos de sus poblaciones; es baja entre el alumnado, el profesorado y el personal administrativo...

Se ha cerrado la hostelería, bares y restaurantes, pero las reuniones masivas, sobre todo de jóvenes, son fáciles de observar, ¿también en los campus de la universidad?

—Nosotros, en el interior de los edificios, tenemos una normativa muy estricta. No se pueden quedar en pasillos haciendo tertulia. Cuando salen de la Universidad y van a otros sitios ya no lo podemos controlar. En todos los edificios se cumple la normativa vigente anticontagios. Además, en las aulas mantenemos una adecuada ventilación.

Como el cupo más amplio de la comunidad universitaria es el alumnado y en ellos la incidencia es menor y sus síntomas muchísimo menos graves, ¿no podría ocurrir que se tomaran más a la ligera esta pandemia?

—Sí. Eso es lo que estamos viendo en la sociedad en general cuando se toman las medidas adecuadas. Sin embargo, a veces, vemos una parte de ella que no lo hace, en reuniones sin mascarillas. Tal vez, el mensaje que se trasladó en un primer momento de que los jóvenes eran asintomáticos y que si se contagiaban no tendrían problemas graves fuera erróneo. Evidentemente, muchos jóvenes pueden ser asintomáticos, pero otros muchos también tienen sintomatología y a veces es grave porque les dejan secuelas.

Jóvenes asintomáticos pero transmisores del virus.

—Vectores de contagios a sus familiares, amigos..., ese es el gran problema. No se lo deberían tomar a la ligera, porque ellos mismos pueden padecer la enfermedad que les puede dejar graves secuelas.

¿Es difícil hacer ver a gente joven que ellos también se contagian?

—Está costando mucho. Quizás porque no han visto imágenes suficientes de esas personas hospitalizadas; no sé si también sea porque nos hemos vuelto todos muy egoístas y solamente miramos lo nuestro y no lo del vecino. Pero en este caso "lo del vecino" puede ser tu propia madre, tu amuma o contagiárselo a tu mejor amigo o amiga.

En esta posición de evitar/limitar los contagios, ¿la Universidad prefiere apostar a medio/largo plazo por una enseñanza presencial, 'on line' o un mix?

—Ahora mismo por lo que está apostando es por un mix; se está priorizando que las prácticas sean presenciales, porque es muy difícil que se hagan en casa, dependiendo de las facultades. Pero tanto el alumnado como el profesorado estamos haciendo un gran esfuerzo.

Está el caso de Ugo Mayor y su equipo con protocolos propios y cámaras laminares para hacer PCR que ni se pudieron ni se pueden utilizar porque Osakidetza mantiene la exclusividad. ¿No se ha minusvalorado la aportación de veterinarios, farmacéuticos, microbiólogos...?

—La pandemia ha ido evolucionando desde su inicio. En marzo y abril hubo escasez de recursos de todo tipo y se hacían pocas pruebas PCR, solo a quienes presentaban síntomas. En aquel momento hubo grupos que hubieran podido llevarlas a cabo, pero Osakidetza consideró que no era el momento adecuado porque estimaron que ellos podían hacerlo. En los últimos meses hemos visto el incremento descomunal de PCR que realiza Osakide-tza. ¿Se podría haber hecho de otra manera? Sí. Si hubiéramos participado otras personas se podría haber hecho frente a esos cribados masivos, pero pilló a los gobiernos desprevenidos, por mucho que se supiera que llegaba una pandemia.

Elevación de contagios y en consecuencia cadencial aumento de hospitalizaciones; en un tercer estadio más ingresos en UCI y por último, muertes. Estamos en la segunda ola, posiblemente viene la tercera. ¿Qué puede aportarse desde la Universidad para que estos flujos y reflujos se paren?

—Nosotros podemos intentar hacer el trabajo lo mejor posible; controlar dentro de la universidad que no se produzcan focos de transmisión, que todas aquellas personas que sean positivas o tengan que estar en cuarentena se queden en sus casas. Podemos controlar lo que ocurre dentro de la institución y adecuar los locales, espacios para que se respeten las distancia físicas, tipo de educación, etc.

Puente de la Inmaculada, Navidades, Carnaval, Semana Santa € Son fecha en las que aumentan los contactos, pero en el caso de la Universidad se suman los desplazamientos de retorno a la vivienda familiar. ¿Temen un rebrote después de las próximas fiestas?

—Nosotros formamos parte de la sociedad y lo que está claro es que nos tenemos que regir por las normas que nos dicten las autoridades sanitarias. Si, evidentemente, en un Puente de la Inmaculada o cualquier otro, si nos indican que podemos volver a nuestra casa, ya sea aquí o en otra comunidad, podremos hacerlo, pero siempre con las medidas adecuadas. Es la utilización de la limitación perimetral como ocurre en todas las localidades. Una vez que retornemos a casa de los desplazamientos, no vale que nos desmadremos, lo que tendremos que hacer es seguir con las medidas.

Recibimos informaciones esperanzadoras sobre vacunas. Pero, claro, además de descubrirlas y probarlas hay que fabricarlas y distribuirlas. ¿Entrará algún sector de la comunidad universitaria en los primeros grupos en recibir la vacuna?

—Como tal no. Los dirigentes sanitarios ya han dicho cuáles podrían ser las prioridades. Primero personas de riesgo como profesionales sanitarios, personas mayores de 65 años, pluripatológicas o con patologías crónicas graves. Después tendrían que ser las personas de profesiones esenciales como cuidadores, bomberos, Ertzaintza. Los docentes no somos una profesión esencial, aunque algunos profesionales entrarán por ser de riesgo.

Se explica mal cómo se vacunará.

—Evidentemente no va a haber vacunas para todo el mundo en una primera fase. Cuando lleguen, que parece que será pronto, habrá un escalonamiento con prioridades. En la población en general, que no se preocupen quienes no quieran vacunarse, que no lo harán en la primera fase. A esos les llegará de los últimos. También yo me vacunaré, pero por riesgo no seré de las primeras.

¿Si el presupuesto de investigación subiera al 2% del PIB, podría ayudar a prevenir futuras pandemias?

—Los recortes que ha tenido la investigación en los últimos años han sido importantes y eso conlleva que se investigue peor que en otros países, porque investigar precisa recursos, sea en la Universidad o en otros centros especializados de la CAV y del Estado. Todos tendríamos que disponer de recursos y eso ayudaría a estar mejor preparados ante futuras pandemias, que seguro que llegarán.

El experto en vacunas, el doctor Ortiz de Lejarazu, sostiene que las mejores serán las esterilizantes con virus atenuados, pero que no llegarán hasta el 2022, aunque no hay que despreciar estas próximas de las que se está hablando ahora.

—Sí. No hay que despreciar una vacuna si es segura y tiene efectividad importante, pero el objetivo es una vacuna esterilizante, que no solamente evite que una persona enferme y no tenga que ir al hospital, sino que impida que sea vector de contagio. Este tipo de vacunas es difícil que lleguen antes del año 2022. En todo caso hay que dejar claro y exigir que las agencias reguladoras controlen que todas la vacunas sean seguras.

¿Cómo animaría a la vacunación?

—Ese es el gran reto. En la CAV hay un índice de cobertura alto. La gran mayoría de niños se vacunan; tenemos unos índices superiores al 95%. Y eso es importante. Tenemos que lograr que la gente confíe.

¿No se puede obligar a vacunarse?

— Cada país lo decidirá. Australia ha dicho que obligará a vacunarse. ¿Aquí?, ya veremos. La obligación te tira hacia atrás, pero aquí, por obligar, se podría. Hace años hubo un brote de sarampión en Granada por unos niños no vacunados y un juez les obligó a vacunarse. Veremos.

"Que no se preocupen los que no quieran vacunarse; seguramente serán los últimos en disponer de ella"

"La ideal sería la vacuna esterilizante, pero ahora no hay que despreciar ninguna si es segura y efectiva"