- Experta en la pandemia gemela, la de la resistencia a los antibióticos, Lucía Gallego, profesora de Microbiología de la UPV/EHU y directora del Laboratorio de Antibióticos y Bacteriología, asegura que "se están utilizando muchos antibióticos para pacientes de coronavirus, porque hay más antibióticos que antivíricos, y son dos temas que van de la mano".

Creíamos que la mascarilla obligatoria iba a mitigar los contagios y los casos están disparados.

-Es que la mascarilla hay que usarla de manera correcta. Hay que lavarse bien las manos antes de colocarla, tocarla solo por la parte de las gomas... Y tú ves que la gente se la pone en el cuello, en la frente, en los codos... luego se toca los ojos. En general, la mascarilla se usa mal. Y eso hace que, en lugar de ser una medida de protección, sea un cúmulo de gérmenes. Además, aunque su uso sea el adecuado, no hay que olvidar el resto de medidas, distancia social y lavado de manos.

¿Qué va a pasar en otoño con el covid? ¿Cree que se recrudecerán los rebrotes?

-Los rebrotes eran esperables porque es un virus para el que no hay un tratamiento específico. Y nuestro sistema inmunológico no está preparado para hacerle frente. Va a haber más repuntes y más rebrotes, tenemos que mentalizarnos que esta no es una situación que va a desaparecer con un chasquido de dedos. Habrá que esperar por lo menos un año y medio y habrá que convivir con el virus hasta que tengamos mejores herramientas terapéuticas.

¿Y qué hacemos mientras tanto?

-Para abordar el coronavirus con éxito hay que cambiar de mentalidad. No podemos pretender vivir, dentro de una pandemia, como lo hacíamos antes. Lo primero es adaptarnos y protegernos con las medidas de prevención adecuadas. Nos olvidamos y creemos que podemos estar en aglomeraciones, hacer vacaciones normales o ir de terrazas como si no pasara nada.

Si el aire libre y el calor no han conseguido mitigar el virus, cuando nos metamos en espacios cerrados ¿qué puede pasar?

-Es que la información que teníamos al principio era sobre cómo se comportaban otros coronavirus de la misma familia. Y analizándolos, se pensaba que quizá este fuera parecido, pero tiene una manera de actuar diferente. Ahora hay muchos estudios e investigaciones en marcha, pero necesitan tiempo. Por eso tenemos que saber vivir con esa incertidumbre. Creíamos que teníamos para todo una pastillita mágica que nos solucionaba los problemas y esa no es la realidad.

Se está generando mucha inquietud entre la ciudadanía.

-Hay mucha sobreinformación. Y hay gente que no la puede procesar y eso les genera más ansiedad, más angustia... Al final las personas se ponen nerviosas, no saben qué hacer y eso les crea mucha inseguridad.

Del SARS-Cov-2, ¿qué ha sorprendido más? ¿La letalidad, la alta tasa de contagios?

-Hay muchas lagunas. Por ejemplo, todavía no se sabe exactamente su origen. Está claro que ha saltado de algún reservorio animal, pero no se sabe con precisión de cuál. Y sobre todo desconcierta esa manera de actuar que descontrola tremendamente el sistema inmunitario. Eso es bastante curioso y dañino.

Ese desconcierto, ¿puede estar dificultando encontrar una vacuna segura y eficaz?

-Lo que está dificultando la vacuna es la respuesta que ofrece el virus. Porque en otros casos hay una respuesta de anticuerpos y se busca una proteína del virus que remedie esa respuesta. Pero en este caso se ha visto además que la respuesta de anticuerpos, o bien no es protectora, o bien no se genera. Ahí reside el verdadero problema.

En las encuestas serológicas muchas personas que habían contraído la enfermedad han perdido los anticuerpos.

-Exactamente. En algunos casos, la inmunidad que se genera no protege. Y sin embargo, en otros casos se ha podido ver que algunas personas que han estado en contacto con otros coronavirus, y tenían anticuerpos, les ha protegido. Pero centrémonos en lo primordial. Y es no contraer la infección. Ese es el éxito. Además se puede conseguir con pautas sencillas que la población no cumple porque se ha relajado.

Usted es experta en resistencia a los antibióticos. ¿Una bacteria es más fácil de combatir que un virus?

-No necesariamente porque hay muchas bacterias frente a las que no hay tratamiento posible. La resistencia a los antibióticos es un problema demoledor para la salud mundial. El año pasado murieron 33.000 personas en la Unión Europea por esta causa. Es una pandemia gemela. Pero todas las líneas de investigación están centradas en el coronavirus y se están abandonando otros estudios. A veces ocurre que, con la tiranía de lo urgente, no solo no solucionamos ese problema, sino que agravamos otros.

Somos una de las zonas más castigadas. Sorprende el caso italiano, con un comportamiento sociológico similar al nuestro y, sin embargo, con pocos casos relativos.

-Aunque nos parezca que Europa es un ente único, epidemiológicamente las características de la población determinan mucho el comportamiento de las enfermedades infecciosas. España es la región donde el coronavirus tiene más incidencia y en concreto el País Vasco está muy afectado. Hay factores sociales y culturales que hace que esto sea así. Además igual hay países con peores estructuras sanitarias que registran menos casos porque puede influir cómo hacen el recuento.