El confinamiento y la crisis de la COVID-19 han provocado un aumento del número de familias que han tenido que pedir ayuda a las protectoras para que se hagan cargo de sus mascotas, al ser incapaces de mantenerlas económicamente o debido a una mudanza forzosa en la que no han podido llevarse a sus animales.

Esta circunstancia, junto a un descenso de las adopciones, ha llevado a muchos refugios de animales, ya de por sí saturados, a una situación límite.

Numerosas protectoras de Cataluña aseguran haber registrado en los últimos meses un incremento de las llamadas de familias que piden ayuda al no poder atender las necesidades económicas de sus mascotas por la falta de ingresos.

La asociación Kmakus de Girona, que se encarga de acoger animales abandonados o maltratados y les busca un hogar, indica que hasta el 80 % de perros que han querido entrar en los refugios estos últimos meses procedían de familias que se mudaban o necesitaban dejar el can en la asociación de forma inmediata.

Eva Martí, presidenta de la asociación, explica a Efe que muchas familias que les han pedido ayuda "tenían lugar para sus perros, pero ahora han tenido que buscar pisos en alquiler" donde no los aceptan.

Desde el refugio Bú Bup Parc, en Castellbisbal (Barcelona), Cristina Martínez también resalta esta tendencia al alza y explica que ahora recibe siete u ocho llamadas de media al día de personas que no pueden hacerse cargo de sus mascotas.

Sin embargo, apunta Martínez, existe también el caso opuesto: gente sin techo, sobre todo de Barcelona y alrededores, que se niega a entrar en un piso para no tener que abandonar a su perro.

En general, la entrada de animales a refugios durante el 2020 ha sido menor que el año pasado a causa del estado de alarma, pero también han disminuido las adopciones, y esto está causando la saturación de muchos refugios, sobre todo aquellos pequeños y medianos.

Un ejemplo es el caso de la Protectora de Animales de Mataró (Barcelona), que durante el periodo de confinamiento recibió un total de 222 entradas de animales, 83 menos que el mismo periodo del año pasado, pero también se tramitaron 80 adopciones menos.

La Liga Protectora de Animales de Sabadell (Barcelona) ha recibido 235 gatos en lo que llevamos de año y, de estos, más del 70 % (172) han llegado en el último trimestre, lo que ha saturado las instalaciones de la protectora, ya que supone un 7 % más de gatos que otros años.

La responsable de este refugio, Claudia Matheja, asegura que durante el confinamiento casi no entraron animales, porque no se perdieron ni se abandonaron como otros años, pero al llegar el mes de mayo las entradas de animales al refugio se "incrementaron de golpe".

Una tendencia que confirman desde la asociación ASGAT de Cervelló (Barcelona), donde aseguran que este año han batido el récord, con un incremento del 20 % en la entrada de gatos procedentes de las colonias callejeras.

Sònia Ripoll, voluntaria de la asociación, atribuye este fenómeno a que "muchas familias que alimentaban los gatos los fines de semana han dejado de ir por las restricciones de movilidad, por lo que han aparecido nuevas colonias de gatos en sitios donde antes no las había".

El confinamiento alteró por completo los procesos de adopción que seguían las protectoras, quedando paralizados en la mayoría de los casos, y muchos refugios han aprovechado la situación para hacer el proceso más exhaustivo.

Lydia Argilés, que cuenta con una protectora privada en Lleida, asegura que ya van alrededor de 300 adopciones en lo que llevamos de año, pero que, a raíz del confinamiento, han puesto más atención en el proceso de adopción para evitar adopciones interesadas.

"Desde que una familia viene al refugio hasta que finaliza el proceso de adopción pueden pasar 15 días", asegura Argilés, ya que antes de llevar a cabo los trámites se aseguran de que esa familia pueda y quiera cuidar al animal mediante un periodo de convivencia previo.

Un proceso que se ha convertido en telemático para la Protectora de Mataró, pero que no ha funcionado en el caso de los gatos, ya que los "adoptantes necesitan conocer presencialmente el carácter del animal".

Desde el Centro de Acogida de Animales Domésticos de Castellbisbal (Barcelona) apuntan a otra tendencia que sigue al alza año tras año, como es el abandono de perros considerados potencialmente peligrosos (PPP).

Mònica Planas critica que "la adquisición de PPP en internet es muy sencilla, pero que muchas personas no pueden ni quieren hacerse cargo de estos perros tan enérgicos y acaban pasando de mano en mano hasta acabar en la calle, donde se reproducen al no estar esterilizados".

Estos perros a menudo tienen que estar solos en una jaula, por lo que consumen espacio y recursos de los refugios y son muy difíciles de dar en adopción, ya que la mayoría de gente no los quiere, pues además se necesita una licencia personal e intransferible para tenerlos.