- Estefanía Ocáriz, investigadora del Instituto vasco de Criminología, ha evaluado el IV Plan de Justicia Juvenil.

¿La comisión de un delito puede ser un modo de llamar la atención de quien parece no existir por falta de normas y afecto?

-A la hora de trazar el perfil más habitual, en Euskadi tenemos en cuenta variables de riesgo que vienen a explicar la delincuencia juvenil, aunque no la justifiquen. Efectivamente, cuatro de cada diez sufren una falta de atención familiar importante. Este hecho suele ir acompañado de un patrón de consumo habitual de tóxicos, que prácticamente sigue la mitad de los casos analizados. A ello se une el contacto con grupos de amigos problemáticos.

Jóvenes que ni estudian ni trabajan, que consumen tóxicos y se rodean de malas compañías. ¿No resulta un cóctel explosivo?

-Sin duda. La delincuencia no surge por generación espontánea sino que tras ella están todas las variables de riesgo. Existe una evidente falta de control parental, siquiera mínima.

¿Esa falta de control a qué razón obedece?

-Las razones son muy diversas. A veces es por falta de responsabilidad y otras por incapacidad para manejar la situación. Desean ejercer un control pero no saben cómo hacerlo porque ya no están ante niños sino frente a adolescentes que no han conocido las normas a su debido tiempo. Si no se han puesto límites con anterioridad, hacerlo con catorce, quince o dieciséis años es muy complicado. Ante esa dejadez de las funciones parentales nos encontramos con chicos y chicas cuya custodia están en manos de los servicios sociales o de la familia extensa. Los límites que hay que ponerlos desde el primer día de nacimiento. Los menores necesitan control, y saber constantemente las normas, incluso para saltárselas en un momento concreto…

¿A qué se refiere?

-No hablo de cometer un delito, sino de cuestiones mucho más cotidianas. Si hay que estar en casa a las diez, es una norma que hay que cumplir sí o sí, lo cual no quiere decir que de manera ocasional se pueda ser un poco flexible. Los problemas surgen en la adolescencia. Con siete o ocho años se puede ejercer un control más fácil pero si tienes un adolescente al que nunca le has dejado las cosas claras, a veces ni siquiera saben lo que está bien y lo que está mal porque nunca se les ha dicho.

La adolescencia es desconcierto, ¿pero tanto como para no distinguir el bien del mal?

-Nos encontramos muchos chicos y chicas que no tiene una conciencia de lo que está bien o no. Presentan una falta de empatía. La parte positiva de todo ello es que todavía son menores de edad y, por tanto, tienen todavía mucha capacidad de aprender. Aquí entran en juego las penas que imponen los jueces, con la importante labor educativa que hay siempre detrás de la normativa que afecta al menor.

A pesar de la difícil coyuntura que viven estos menores, la tasa de reincidencia delictiva no aumenta significativamente…

-Sí, es un dato positivo. Entendemos por reincidencia los casos de aquellos menores que vuelven a cometer un acto delictivo después de haber cumplido la pena. No es lo mismo que reiteración delictiva, que es el número de infracciones en todo su ciclo vital. En este caso hablamos de quienes después de cometer un delito han cumplido un medida sancionadora educativa y después han vuelto a cometer un delito. Es un dato positivo que se mantenga la tasa de reincidencia.

¿Qué tipo de medidas se imponen a los menores en Euskadi?

-Cuando cometen un delito, el Juzgado de Menores les impone una medida que puede ser en medio abierto o en centro educativo. En estaba comunidad la inmensa mayoría (75%) es en medio abierto. Es algo positivo por dos razones: en primer lugar, porque nos hace ver que el delito que cometen no es excesivamente importante. Además, la medida de medio abierto permite que los menores puedan dormir en sus casas con su familia de origen, cumpliendo la medida con el apoyo de un equipo educativo. Este es el que trata de reconducir la situación, intentando que el menor retome sus estudios, se someta a una rehabilitación por el consumo de tóxicos o trabaje aspectos importantes como la empatía.

Los delitos más graves son ocasionales, pero siempre impactan en la opinión pública. ¿La edad penal establecida por la legislación española en los catorce años es la adecuada?

-La comunidad científica en el Estado está de acuerdo en que es la adecuada. Además, hay estudios que demuestran que bajar la edad penal no evitaría la comisión de estos hechos tan desgraciados.

“Los límites hay que ponerlos el primer día de nacimiento; hacerlo con catorce o quince años resulta muy complicado”

“La parte positiva de todo ello es que todavía son menores de edad y tienen mucha capacidad de aprender”