Las medidas de contención adoptadas por la Junta de Castilla y León en el municipio burgalés de Aranda de Duero, con restricción a la libre entrada y salida de personas tras la propagación del virus, ha sido acogida con resignación por los vecinos y veraneantes, quienes coinciden en que "¡se veía venir!", tanto por la proliferación de botellones como por la falta de concienciación de muchos a la hora de adoptar medidas de seguridad.

Las dos semanas de confinamiento decretadas por la Administración regional rigen ya en este municipio al que, sin embargo, se han trasladado muchos vecinos de localidades próximas para realizar sus compras diarias.

Entre ellas, Marimar ha acudido esta mañana a Aranda para realizar gestiones bancarias y de Correos relacionadas con su empresa, situada en una localidad próxima, y, en declaraciones a Europa Press, se ha tomado las medidas con cierta tranquilidad, dentro de ese espíritu de "intentar entre todos poner un granito de arena para salir de la situación".

Aranda de Duero comienza su confinamiento dos semanas. Vídeo: EP

Algo más molesto se mostraba otro vecino por un confinamiento que se suma al padecido en los últimos cuatro meses. "¡Pues como va a caer la noticia, pues mal, y todo ello por cuatro gamberros que se dedican a hacer botellones!", mientras que Leonor Colorado es también de los que piensan que si ahora están así es "porque la gente hace lo que le da la real gana. Es triste, pero a ver si en estos quince días se consigue algo, y que se tenga muy en cuenta el tema de los botellones", advertencia que, como así confiesa, realiza continuamente a su nieto de 21 años.

Haciendo causa común con los anteriores, Manuel Contreras Arribas, se ha mostrado muy crítico con la falta de concienciación de muchos ante la grave situación generada por la covid-19, sobre todo por aquellos para quienes no parece regir la obligatoriedad del uso de las mascarillas.

No se está multando

"¡Se están haciendo las cosas rematadamente mal, tanto en la calle como en los bares, donde no se guarda la distancia adecuada, y encima la policía no impone las multas que debería!", se queja indignado.

También la situación ha afectado a aquellas personas que han decidido pasar sus vacaciones tanto en Aranda como en otras localidades próximas, entre ellas José Luis, durante estas dos semanas en Torregalindo pero vecino de San Sebastián.

Es un asiduo de las compras en la villa arandina, a la que acude a diario para aprovisionarse de víveres y del periódico. "Sigo viniendo a comprar porque la comida no perdona, pero ahora ya no me tomo el cafecito antes de volver", explica con una sonrisa este veraneante, en la misma línea que Andrés, vecino de otra localidad situada a unos 4 kilómetros que, como así coincide con los anteriores, asegura que era algo que se veía venir, aunque añade que a él no le afecta mucho porque prácticamente no sale del pueblo.

En la misma línea se manifiesta Carlos Simón, natural de Aranda pero vecino de Fuentespina, que, acompañado de un familiar, ha acudido a la villa para una consulta médica, así como José Alberto Calvo, de Quintana del Pidio, también de visita para realizarse una prueba del coronavirus debido a que el lunes será sometido a una operación para corregir una hernia inguinal.

Para este último, la situación, amén de los contratiempos e incomodidades, plantea sobre todo problemas económicos, "sobre todo cuando parecía que las cosas iban en la línea de arreglarse".