l doctor Iñaki Artaza, director Asistencial de IMQ Igurco y presidente de la Fundación Envejecimiento y Salud explica las razones que convierten a las unidades de recuperación funcional (URF) en un recurso asistencial clave para la prevención de la dependencia.

En un lenguaje sencillo, son unidades destinadas a personas que se encuentran en fase de recuperación de un problema de salud y tienen una pérdida de autonomía potencialmente recuperable. Además del médico geriatra y de los enfermeros y auxiliares de geriatría, forman parte de la unidad fisioterapeutas, terapeutas ocupacionales, psicólogos, trabajadores sociales y, puntualmente, logopedas.

Fundamentalmente, tres tipos. Los que han sufrido una fractura, generalmente de cadera, pero también de pelvis, vertebral o de hombro; los que han sufrido un accidente cerebrovascular, una hemorragia tras un traumatismo craneal o han sido operados de un tumor cerebral, etcétera; y finalmente, aquellas personas que están en situación de inmovilidad prolongada tras una hospitalización por una causa médica o quirúrgica complicada y que ha conllevado una pérdida de su capacidad funcional.

En todos los casos, se intenta recuperar mediante la fisioterapia el nivel de autonomía previo a la situación que generó el ingreso (por ejemplo, recuperar la marcha o la función del hombro fracturado, etc.), pero también se trabaja la autonomía en las actividades básicas e instrumentales de la vida diaria, se controla el dolor y la situación nutricional y los requerimientos proteico-energéticos. Además, se valoran y se tratan las dificultades de la deglución (disfagia) de los pacientes neurológicos, se controlan las enfermedades concomitantes y las complicaciones médicas, se revisa y ajusta la medicación y se realizan estimulaciones cognitivas o psicoterapias si es necesario.

El papel de la familia es fundamental y debe formar parte activa del proceso rehabilitador. Además, es importante aprovechar el ingreso para la formación de la familia en los cuidados que el paciente necesitará cuando regrese a casa.

Los resultados son muy satisfactorios porque al alta de nuestras unidades el 66,7% de los pacientes regresa a su domicilio y solo un 15% necesita ingresar en una residencia. Además, los pacientes obtienen una ganancia funcional muy relevante. Disminuye el dolor, mejora el equilibrio y, por tanto, disminuye el riesgo de caídas. Recuperan la capacidad de deambular, fundamental para ser independiente.

No. Estas unidades exigen personal sanitario especializado y un equipo de enfermería presente las 24 horas al día, además de una dotación completa de material diagnóstico y de rehabilitación específico.

Nosotros tenemos tres unidades de recuperación funcional, una en el centro sociosanitario IMQ Igurco Unbe de Erandio (Bizkaia), otra en el centro sociosanitario IMQ Igurco Orue de Amorebieta (Bizkaia) y la más nueva, en la residencia y hospital de cuidados IMQ Igurco Araba, en Vitoria-Gasteiz.

Por supuesto que no. En IMQ Igurco, al alta de la URF, se programa una revisión ambulatoria del paciente y también le ofrecemos un seguimiento y control del paciente en el domicilio a través de un plan de cuidados en el hogar. Además, contamos con un servicio de teleasistencia.