- El Departamento de Educación aún no ha presentado cómo se abordará el curso que viene en caso de que se produzca un rebrote de la pandemia. Esta semana la consejera de Educación, Cristina Uriarte, ha anunciado que espera arrancar las clases el día 7 de septiembre de forma presencial en todas las etapas y que trabajan en un plan para diseñar cómo debería reaccionar cada centro en un hipotético paso de escenario. Es posible que tras la Conferencia Sectorial de la semana que viene, en la que la ministra Isabel Celaá avanzará las medidas sanitarias que tendrán que implantar los centros para evitar contagios, despeje las dudas que ha expresado ya parte de la comunidad educativa tras reunirse con los responsables del Departamento de Uriarte.

No obstante, la ronda de contactos de esta semana ha servido para avanzar diversas medidas al margen de la jornada continua del alumnado de ESO y Bachillerato a partir de septiembre. Según la circular que la Asociación de Directores de la Escuela Pública ha remitido a los colegios, cada centro deberá realizar un plan de contingencia propio que facilite el tránsito de un escenario sanitario a otro, con las medidas concretas a adoptar. El Departamento publicará una resolución con ejemplos que faciliten la elaboración de dichos planes. No parece que las medidas diferirán mucho de las adoptadas en el plan de fin de curso: amoldar los currículos y fijar los objetivos mínimos, prestar especial atención al alumnado más vulnerable y mantener canales de comunicación abiertos con las familias.

Según Heize, durante la reunión del miércoles el Departamento les habría trasladado que quieren que vaya el menor número de estudiantes a los comedores, si bien son conscientes de que el menú escolar es la única comida equilibrada que tienen muchos estudiantes a lo largo del día.

Por ahora no se ha decidido qué hacer con el transporte escolar, si habrá antes o después de comer. En caso de que la situación sanitaria empeore y haya que pasar a un escenario de educación mixta o de confinamiento, el alumnado de Infantil y Primaria será el que seguiría asistiendo a clase con las medidas sanitarias y los protocolos de seguridad pertinentes, ya que es el que tiene mayores dificultades para trabajar on line. Esta medida busca facilitar la conciliación.

En cuanto a la planificación digital, el Departamento habría aceptado elaborar al curso que viene un Plan de Digitalización, una vieja reivindicación del sector educativo que la pandemia ha demostrado que era importante. Dentro del plan anual se prestará especial atención al refuerzo del euskera y se amoldarán los currículos para paliar las carencias de este último trimestre. En este sentido, desde Heize afirman que los berritzegunes van a preparar materiales para aquellos estudiantes, con familias y de entornos castellanohablantes, que no han tenido un contacto con el euskera a lo largo del último trimestre. Además, se ofrecerá formación digital al profesorado de aquellos centros que durante el confinamiento han demostrado tener un menor grado de madurez tecnológica.

Trabajar las emociones será una de las tareas a las que se prestará especial atención el curso que viene. Se creará una unidad específica para abordar con los estudiantes las competencias emocionales dentro del programa Bizikazi de convivencia. Este trabajo estará dirigido especialmente al alumnado de Primaria, pero también se hará una labor especial con las chicas. En su documento, Heize señala que al parecer muchas niñas se han dedicado a los cuidados durante el confinamiento, asumiendo un rol de género que va en contra de cualquier planteamiento coeducativo. En Bachillerato se incidirá en que el alumnado sea consciente de la importancia de mantener las distancias y las medidas de higiene.

Al igual que este final de curso, cada plan de contingencia de los centros escolares deberá abrir canales constantes de comunicación con las familias para mantenerlas informadas las modificaciones del currículum, evaluaciones, etc.