- "Aunque esta pandemia está siendo muy dañina y nos ha causado un tremendo dolor por las personas fallecidas, desde el punto de vista médico nos ha enseñado muchas cosas. Ha permitido avanzar rápidamente en el diagnóstico y cómo poder prevenir el virus. Estamos esperanzados porque hay un esfuerzo colectivo mundial inmenso para desarrollar vacunas que protejan y fármacos que nos ayuden a curar a las personas que están infectadas", explica a DNA Guillermo Quindós.

Moderna se ha disparado en bolsa con su vacuna. Para un microbiólogo, ¿es esperanza o mercadotecnia? ¿La tendremos pronto?

—Sí, es esperanza aunque la Bolsa ande fluctuando. Nos dan la información demasiado rápido sin haber analizado con detalle los datos. Me parece una vacuna esperanzadora, aunque deban de afinar los datos. Sin embargo, eso no quiere decir que sea la mejor vacuna del mundo, aunque sí podrá ayudar. Ellos son muy rápidos y deben de ir a objetivos alcanzables, fiables y concretos. Quizá buscan una vacuna para inmunizar a un determinado grupo de personas, de forma que pueda servir de barrera para cortar el presumible rebrote brutal, por ejemplo, en otoño o invierno.

¿Qué nos falta por saber de ella?

—Lo que va a durar su eficacia, porque para ello debemos de evaluar el tiempo y todavía no se ha podido comprobar. Ellos buscan obtener cuanto antes una hasta llegar a la vacuna definitiva, pensando que tardará de seis a ocho meses. Así se cortaría la transmisión del virus mientras van apareciendo otras o se comprueba que su efecto dura más.

¿Cuánto tiempo hace falta?

—Para valorar la eficacia de una vacuna hacen falta de tres a cinco años. Ahora vamos a la carrera con objetivos a corto plazo y parece que buscaran una vacuna que sirva de barrera provisional o para evitar un problema brutal dentro de tres meses.

¿Habrá limitaciones en la vacuna?

—Vendrán por la capacidad de producción de unidades. Me imagino que ese laboratorio las usará en Estados Unidos. Menos mal que tenemos también otras, más de cien en estudio. En Oxford y en China tienen las suyas bastante avanzadas y de alguna manera irán complementándose y ayudándonos poco a poco.

En el Estado español también hay varias en marcha.

—Hay varias. Las más avanzadas están en el Centro Nacional de Biotecnología, que con suerte empezarán a ensayarse en otoño. Las de Mariano Esteban e Isabel Sola las veo más completas que la de Moderna. Crucemos los dedos, porque de las ciento y pico que están en marcha quizá nos quedemos con menos de diez, pero servirán para la activación de nuestras defensas. Probablemente se vaya paso a paso; una sirva para mayores, otra para niños... pero nos servirán de cordón sanitario hasta que tengamos una vacuna universal que pueda utilizarse para este covid y otros coronavirus.

En todo caso es esperanzadora.

—Desde luego que sí, pero hay que ser prudentes, porque todo va rapidísimo y en ciencia las prisas son malas. No vaya a ser que luego nos encontremos con malos rollos inesperados.

"El confinamiento da buenos resultados, alarguémoslo", dicen. ¿Pero esta separación física, barrera social y control de movimientos son sostenibles en el tiempo?

—No se puede mantener en el tiempo algo que paraliza todo el planeta. Tenemos una serie de necesidades que debemos satisfacer y para ello no podemos estar confinados en las casas. Hasta ahora lo que hemos logrado es parar el primer golpazo, evitando que se sobrepase nuestra capacidad de reacción sanitaria.

¿Y los próximos pasos?

—Han de dirigirse a prevenir el golpe antes de que se produzca. Por eso ha de reforzarse la atención primaria, para que si enfermamos por covid-19 nos lo diagnostiquen cuanto antes e identifiquen rápidamente a las personas con las que hemos estado para que les hagan las pruebas y seguimiento, controlando si están contagiadas o no. Será como hacer microcirugía sociosanitaria.

Porque tenemos que volver a una vida de socialización normalizada.

—A una vida de interrelación. Pero hasta que tengamos herramientas protectoras, sean vacunas o fármacos, la vuelta será con responsabilidad y cuidado personales. Para ello hemos de tener capacidad sanitaria de anticipación, con diagnósticos rápidos para saber quien está contagiado y atenderle bien en casa, y a los más graves, enviarlos al hospital.

La falta de contacto físico y social puede ser una de las razones de la poca presencia de anticuerpos, de gente infectada. ¿O en realidad el número de infectados puede ser hasta diez veces superior al reconocido?

—Del estudio poblacional se desprende que hay dos millones de personas infectadas. Si lo comparamos con el número de diagnosticados (poco más de 200.000), la diferencia es importante, solo uno de cada diez infectados. A mí me decepcionó la cifra.

¿Por qué?

—Porque como se decía que el confinamiento, se había hecho tarde y mal y la gente se lo saltaba a la torera, pues me imaginaba que más del 40% de la población habríamos pasado la infección sin habernos enterado. Pero la realidad es tozuda y resulta que la ciudadanía ha respondido bastante bien, pues de lo contrario tendríamos mucha más gente contagiada.

Esta escasa inmunidad de grupo es mala noticia ahora, pero ¿será peor en octubre con el frío, con las posibles mutaciones y la concomitancia con la gripe estacional?

—Mala y buena al mismo tiempo. Buena, porque sabemos que si tomamos determinadas medidas, el confinamiento no será tan bestial; mala, porque todavía hay posibilidades de que nos infectemos más gente y que podamos estar en una situación inquietante. Aunque creo y confío en que no vaya a ser tan preocupante.

¿Desde el punto de vista vírico podría plantearse un confinamiento o control según los grupos sensibles o es mejor el general?

—En algunos países lo que están haciendo es lo que llaman una protección más elevada en los grupos vulnerables. Al hablar de franjas horarias tendríamos que definirlas para esos grupos sensibles, para que estén más protegidos y controlados, tengan la edad que tengan. Estas personas, hasta que no dispongamos de herramientas terapéuticas, tendrían que protegerse más al salir a la calle.

¿Tras la crisis sanitaria se ha avanzado lo suficiente en tratamientos contra el virus para hacerle frente?

—Todavía no tenemos ninguno que sea específico para destruir al virus, pero hay muchos que están siendo evaluados y tal vez en dos meses tengamos los resultados de un estudio para decir cuál vale para las distintas situaciones de los pacientes. Tenemos muchas dianas y estamos muy esperanzados, pero hace falta más datos y más tiempo.

¿Se está aprendiendo que proteger a los sanitarios fomenta una buena asistencia primaria, que es la mejor forma de enfrentarse a futuras epidemias víricas?

—Cada cierto tiempo tenemos un susto, aunque no tan grande como este. Lo primero que hay que tener es una buena medicina preventiva y mayor capacidad de respuesta hospitalaria. Otra cosa importante es lo que llamamos la salud única para evitar pandemias, porque el origen de la mayoría de estos sustos son de origen animal. Tendremos que aprender a tratar mejor al planeta, a consumir cosas que realmente necesitemos, cuidar a los animales de granja. Se nos tiene que meter en la cabeza el concepto de salud global, siendo respetuosos con el medio ambiente. Tenemos que cambiar el chip de cómo interactuar con el planeta.

Presentan una aplicación para medir la fiebre, el pasaporte serológico... ¿Por esta vía no perderíamos nuestra libertad?

—Habrá algunas que serán demasiado intrusivas, otras no tanto. Los gobernantes tendrán que buscar el equilibrio entre las que resulten eficaces, pero sin perder la libertad personal. El pasaporte serológico no lo veo; causaría más confusión que ayuda, además de ser discriminatorio.

¿Cuando vuelva el covid-19 usted cómo lo espera: mutado, hidridado o más debilitado?

—Con los datos que tenemos no podemos sacar muchas cosas en claro. La tendencia es que se adapte e intente multiplicarse, pero por la experiencia con otros virus, lo habitual en cualquiera que proceda de un animal, como es este caso, es que tienda a habituarse en el hospedador, dañándolo lo menos posible y pasando más desapercibido. Creo que volverá más atenuado, aunque no tengo la certeza absoluta, pero basándonos en experiencias previas es lo que pensamos la mayoría.

"Se va a la carrera, como buscando una primera vacuna que sirva de barrera provisional o para evitar un problema brutal en tres meses"

"Tenemos que volver a una vida de socialización con responsabilidad, pero teniendo más capacidad sanitaria de anticipación"

"Muchos de estos sustos víricos tienen su origen en los animales; hay que cambiar el chip de cómo interactuar con el planeta"