o han dado las ocho de la tarde, la hora del aplauso colectivo que los ciudadanos dedican al colectivo de sanitarios, pero la familia Cuerdo-Azpiazu está siempre allí, como clavos. Todos los días, pasadas las tres de la tarde, para dar ánimos y felicitar a los profesionales del Hospital Universitario de Donostia que terminan el relevo de mañana y regresan a sus hogares, ya vestidos de calle, con la guardia baja y pensativos, después de la aventura diaria en la que se ha convertido luchar contra el covid-19.

Algunos lo ven desde los autobuses que Osakidetza pone a estos profesionales para desplazarse del trabajo al hogar y saludan desde el interior del vehículo, agradecidos; otros, los que viven en las inmediaciones de Amara o van a coger el Topo, bajan a pie por la acera y se encuentran de frente a Guillermo (padre), las dos Conchis, madre e hija, y un primo de esta, que vive en el piso superior del caserío familiar. Son estos, los paseantes, quienes sienten de cerca el calor que pueden llegar a transmitir solo cuatro personas. "Durante todo el año son nuestros clientes, y ahora están en primera línea. Darles ánimo es lo menos que podemos hacer", asegura Conchi Cuerdo.

Conchi y su hermano Guillermo Cuerdo Azpiazu son la tercera generación de una familia que lleva más de medio siglo dedicada a la hostelería y la restauración. Actualmente son ellos quienes regentan el bar-restaurante Tolosa, en el número 90 de la calle Dr. Begiristain, justo al lado del Hospital Donostia. Pero en realidad, ni su padre ni su madre, también llamados Guillermo y Conchi, de 85 y 75 años, respectivamente, se han sacudido la "preocupación" constante que supone sacar adelante un negocio; y más ahora, "que hemos tenido que cerrar", lamenta.

"Llevamos toda la vida trabajando a tope y ahora solo hay incertidumbre, pero no solo para nosotros; sino para todos.", admite Conchi. La ama aún trabaja con ellos, compaginando trabajo y jubilación, y al aita, reconoce, también cuesta mantenerle alejado de la salsa.

Las personas a las que aplauden y ovacionan son rostros conocidos. No solo saben sus nombres, sino sus historias. Son los mismos profesionales, sobre todo enfermeras, que a menudo comen en su restaurante el menú diario después de su jornada laboral, o bien se sientan a la mesa antes de incorporarse al turno de tarde, "que también los hay". "Este es un sitio donde conocemos mucha gente, muchas historias, de las personas", reconoce Conchi, "también pacientes y familiares de toda la provincia".

Hasta los conductores de los autocares les saludan. "Todos los días bajan cinco autobuses y los fines de semana alguno menos, unos cuatro. Los mismos conductores, que también suelen venir a tomar café mientras dejan a los que entran del turno de tarde y recogen a los que salen del de mañana, pasan despacio y nos tocan la bocina. Ahora no podemos sacarles café, pero seguro que todo volverá a la normalidad", necesaria para todos, afirma.

"Ellos (los sanitarios) también nos dan mucho ánimo a nosotros. Al principio se les veía más apagados... supongo que los cuadros que ven y las situaciones a las que se enfrentan, les marcarán, pero cada vez se les ve hablar más entre ellos. Nosotros trabajamos abajo, en la cocina, y no nos enteramos, pero los que están en Urgencias se enfrentan a todo tipo de situaciones y nosotros les damos ánimos", dice Conchi.

Ospitalea baino lehen. Donostiako Ospitaleak 60 urte beteko ditu urrian eta denbora hori guztian bizilagun izan dira osasun zentroa eta Tolosa-Azpiazu-Cuerdotarrak. Famili etxean bertan dago egungo Tolosa Jatetxea, baina hasieran "taberna txiki" bat baino ez zen. Conchiren aiton-amonek ireki zuten "orain dela 60 urte edo gehiago, ez dakit zehazki, baina gure baserriak 90 urte ditu", dio jatetxearen egungo enkargatuak. Tolosa amaren aldeko aitonaren abizena zen. Hark jarri zuen taberna eta bertan, txikitatik, lan egin du Conchi Azpiazu Tolosak, Conchi Cuerdoren amak.

"Gure umeak". Tolosa jatetxeko bezeroen artean ere, ospitale ondoan dagoen Erizaintza Fakultateko (EHU) ikasleak zeuden. "Horiek ere gurean egoten dira, baina klaseak itxi zituztenez, orain ez ditugu ikusten. Gure umeak esaten diegu; tira, badakigu ez direla umeak, 20 urte inguru dituztelako, baina horiei ere animoak bidali nahi dizkiegu".

"Son nuestros clientes durante todo el año; darles ánimo es lo menos que podemos hacer"

Encargada de Tolosa Jatetxea