Pamplona - Lourdes Díez es además profesora de yoga y colabora de forma habitual en cursos del CAP, INAP, Colegio de Enfermería de Pamplona y en la formación continua en Escuelas de Madres y Padres a través de los Servicios Sociales de Base. La pedagoga habla de competencias personales y sociales que abordaron durante aquellas horas prácticas y lectivas en la UPNA.

En el programa del curso se hablaba de competencias personales y sociales para la gestión del estrés.

-Estas competencias se refieren a aspectos de la inteligencia emocional, que son la base para manejarnos mejor en la vida y nos ayudarán a gestionar mejor el estrés a nivel personal. Lo primero es darnos cuenta de cómo nos sentimos, cómo estamos. Para eso es esencial desarrollar consciencia y atención hacia uno mismo, para no dejar que una emoción alterada permanezca demasiado tiempo creando negatividad y el autoconocimiento de nuestros puntos fuertes y de nuestras dificultades. Además, está la capacidad de autorregularnos.

¿Existen indicaciones o consejos para mirarse a uno/a a sí mismo/a?

-Eso lo hablábamos cada día en el curso. Porque no existen los milagros, pero sí hay herramientas para fomentar el estar más atento a uno mismo, de cómo se está, de qué nos está pasando. Todas las técnicas que trabajan el estar en el presente como la respiración consciente, la meditación? o las que se utilizan en mindfulnes [en inglés: conciencia plena] nos van a ayudar a detener la impulsividad. Son herramientas para que uno vaya desarrollando esa atención hacia sí mismo y nos permita darnos cuenta de cómo estamos y, en un momento dado, con una emoción alterada, ser capaz de detenerlo. Parar, por ejemplo, un enfado, no dejar que vaya a más y pararlo para que no tenga consecuencias sociales negativas.

Parece difícil detener un enfado de uno/a mismo/a.

-Requiere trabajo con y hacia sí mismo. En el ejemplo del enfado, ya el tono y el volumen que estoy usando me ponen en alerta y ahí entra el ser consciente, pensar y empezar a remodelarlo. Para poder darme cuenta de lo que me sucede, una de las estrategias es trabajar la respiración consciente: atender cómo respiro, y contar hasta diez o emplear auotinstrucciones o afirmaciones positivas como "calma, tranquila, no pasa nada; respiro y me calmo".

Hay personas que no se enfadan nunca y otras, a la mínima.

-Evidentemente, la personalidad o nuestro patrón psicoemocional influyen de cara a cómo percibimos esa realidad. Ante una misma situación una persona la valora como amenaza y otra como un reto. O algo que a mí me enerva mucho, a otra persona no le enfada a ese nivel. En cualquier caso, lo importante es que si se altera la emoción y nos genera un malestar, sepamos qué hacer con esa sensación.

¿Alguna recomendación ante esos malestares que pueden surgir en el día a día?

-Tal como venimos diciendo, respirar conscientemente va a detener el proceso, y en una situación social, lo importante es que no se nos vaya de las manos. A veces retirarnos unos segundos fuera de la habitación, pidiendo un tiempo para calmarnos y al volver poder mantener la conversación con más calma, sin gritar. Además hay múltiples situaciones estresantes que por miedos, nos producen ansiedad. Por ejemplo, ante una situación que podemos enfrentar la semana que viene. Además, es bueno aprender tácticas de comunicación asertiva.

¿Podría explicar qué sería una comunicación asertiva?

-Que yo sea capaz de expresar eso que necesito decir, eso que me preocupa o eso que estoy sintiendo... de una manera adecuada. Es decir, que sea respetuosa, que yo me sienta bien con lo que he dicho, con cómo lo he expresado y, a la vez, la otra persona no se sienta ofendida.

¿Alguna recomendación de cómo usar una comunicación asertiva en una situación habitual?

-Por ejemplo, que yo le pueda decir no a alguien que me pide algo. Que yo sea capaz de decírselo de una manera no ofensiva y que yo a la vez exprese ese no. Un "mira, en este momento no me viene bien, pero si quieres la semana que viene no tengo problema" o "la verdad es que yo no le puedo ayudar, pero pregunte a mi compañero que quizás él sí puede". Es el decirlo de una manera que la otra persona no reciba un no a secas, ni que le conteste con un ataque. Es buscar las palabras, el tono y el volumen más adecuados para decir lo que necesitamos expresar.

¿Conseguir una comunicación asertiva está relacionado con la autoestima y autoconocimiento que antes mencionaba?

-Autoestima y autoconocimiento son aspectos importantes porque a veces nos diferencian a la hora de reaccionar. Además está ese nivel de percepción de la realidad que tenemos cada uno, en el que influye toda nuestra vida pasada. El que es más inseguro, o tiene autoestima más baja, generalmente tiende a callarse más, le cuesta expresar el no y el cómo se está sintiendo. A veces nos cargamos con un exceso de responsabilidades que no nos corresponden porque no nos atrevemos a decir que no. Ahí habría que trabajar y aprender a expresar de manera asertiva, además de abordar otros aspectos más profundamente.

Cambiando de término, en el curso también hablaba de la automotivación. Con esta, ¿se gestiona el estrés?

-No es tanto para ayudarnos a gestionar el estrés, sino como una de las competencias personales en esa inteligencia emocional que nos hace sentirnos mejor con nosotros mismos y más fuertes internamente. Cuando uno es capaz de motivarse en la vida, tiene iniciativa de logro, capacidad de compromiso, de superación personal? desarrolla una personalidad más resilente y, evidentemente, las dificultades las afronta con más optimismo. Cuando se tiene este tipo de competencias, dentro de su forma de ser o las desarrolla, se vuelve más capaz a la hora de gestionar el estrés.

Entonces, ¿creer en uno/a mismo/a o aprender a hacerlo ayuda a afrontar situaciones estresantes?

-Una persona optimista, o que se plantea las dificultades como un reto, no se siente tan sobrecargada por las dificultades como una pesimista o derrotista que en una dificultad ve todo tremendo. Alguien optimista sabe ver en esa dificultad un reto a superar y, además, sentirse capaz de ello. Aprender a automotivarse es un trabajo lento. Pero bueno, hay estrategias para trabajar el optimismo. Pero, lo dicho, esto es un trabajo más lento.

¿Podría dar un ejemplo sencillo para ir trabajando ese optimismo?

-Una de las estrategias desde la psicología positiva para trabajar esta visión hacia la vida es el darnos cuenta en el día a día. Coger la costumbre de reflexionar cada día antes de dormir, pensando, por ejemplo, tres o cinco aspectos positivos que te han sucedido ese día. Esta sería una estrategia sencilla. De hecho, cuando hay una mirada muy pesimista hacia lo que nos sucede hay que ayudar a la persona a salir de ese enfoque negativo, y ayudarle a que se pare a mirar de manera más realista y constructiva. Este es un trabajo lento y estamos hablando de un trabajo terapéutico que no se soluciona en un curso.

Hay casos de personas con patologías que requieren otro tipo de seguimiento profesional pero, entre gente sin estas, ¿cómo incrementar esa mirada positiva?

-Hay que trabajar con la parte cognitiva, con los pensamientos. Es muy interesante trabajar para convertir los pensamientos más negativos o catastrofistas en pensamientos un poco más realistas y que nos permitan una valoración más flexible, más positiva y más constructiva.

¿Cómo algo que se ve negativo se puede convertir en positivo o constructivo?

-No es hacer magia ni borrar los problemas. Se trata de trabajar las auto instrucciones y las afirmaciones positivas. Es decir, reestructurar un pensamiento que me aporta una sensación de agobio y sustituirlos por otros, que siendo realistas, te ayuden a sentirte mejor. Pero realizando estas técnicas no significa que el problema desaparezca, pero sí nos vamos a sentir mejor, lo cual nos ayudará a afrontarlo más positivamente.