- La jornada de ayer en el Parlamento Vasco deparó un choque abierto y descarnado entre el lehendakari y lo que representa Vox, que sacó por un momento a Iñigo Urkullu de su habitual tono templado para dejar ver su lado más rotundo y beligerante. “Mentira”, “manipulación”, “indignidad”. Los términos a los que recurrió el lehendakari hablan por sí solos. “Todo tiene un límite y usted ha superado los límites de la decencia”, dijo un soliviantado Urkullu en su respuesta a Amaia Martínez.

El motivo de este encontronazo hay que buscarlo en la pregunta que llevó la representante de Vox a la Cámara, donde acusó al PNV, EH Bildu, PSE y Elkarrekin Podemos-IU de apoyar “el uso de la violencia como arma para asfixiar al adversario político”. Es la interpretación que dijo hacer de que estas formaciones votaran recientemente en contra de una iniciativa de la propia Vox en la que planteaba rechazar esta hipotética situación.

“No votar a favor de una proposición no de ley de su partido no puede presentarse como un apoyo al uso de la violencia. Usted ni siquiera insinúa, sino que afirma abiertamente que PNV, EH Bildu, PSE-EE y Elkarrekin Podemos-IU apoyan el ejercicio de la violencia contra el adversario político. Eso no es verdad, es una falacia. Una mentira perversa que la arrincona a usted en el hoyo de la falsedad”, una “indignidad”, respondió sin ambages el lehendakari.

Urkullu quiso dejar claro que la dialéctica parlamentaria tiene “amplios márgenes para la crítica”. “Incluso para la demagogia”, añadió. Pero, incontenible, aseguró que el “ejercicio de maniqueísmo, de mentira y manipulación” que a su juicio había planteado la única parlamentaria de Vox “supera todos los límites de la decencia”. “Semejante infamia” resulta “intolerable en esta Cámara”, añadiría aún el lehendakari.

Descargada la tromba con la que quiso dejar claros los límites del diálogo político en el legislativo vasco, Urkullu quiso también explicar que si aquella iniciativa de Vox no encontró apenas respaldo fue simplemente porque plantear a estas alturas que se rechaza el uso de la violencia no pasa de ser irrelevante por “obvio”.

Por ello, dijo ver en la iniciativa de Martínez una “actitud filibustera” procedente de una formación que “aboga por la supresión de la autonomía” vasca e incluso por la ilegalización de formaciones políticas. Según recordó, el Parlamento rechazaba sin ir más lejos la pasada semana “toda expresión de violencia contra personas y colectivos” al tiempo que mostraba su “preocupación” por el “ascenso de la extrema derecha y el neofascismo”. “Ustedes rechazaron este acuerdo mayoritario. ¿Sabe por qué? porque este acuerdo va contra sus discursos xenófobos y de acoso dirigidos contra migrantes y menores de edad desamparados. Va contra su negacionismo de la desigualdad de género, de la violencia contra las mujeres, del cambio climático”.

Sus intervenciones en el Parlamento Vasco son “una difamación constante”, y este último planteamiento, “una indignidad que retrata a quien la sostiene”. “Ha ido demasiado lejos”, concluyó.

Martínez, por su parte, se mantuvo inamovible, llegando incluso a reprochar a los demás partidos que se enfaden cuando ella hace este tipo de “interpretaciones”. Aquel no a la propuesta de Vox, diría aún ante el lehendakari, “tendrá consecuencias que en algún momento tendrá que asumir”.