uan Carlos de Borbón cumple mañana 84 años y por segunda vez consecutiva, y quizás última, soplará las velas en Emiratos Árabes, probablemente buscando en su agenda la mejor forma y fecha para retornar al Estado español. Por de pronto, y en paralelo, habría aconsejado a Felipe VI que acuda a la Expo de Dubái el próximo 2 de febrero, un evento internacional de raigambre pero que se le puede indigestar a Zarzuela. Podría ser la cita del reencuentro entre padre e hijo aprovechando que el emérito se vende como elemento de conexión entre millonarios árabes y empresas españolas. Al respecto de este evento, Pedro Sánchez telefoneó al príncipe heredero, Mohamed bin Zayed Al-Nahyan, sin que la Moncloa informara del contenido, pero la agencia oficial emiratí asegura que hablaron de la Expo. Eso sí en ese territorio funciona mejor la presencia de sangre real que la presidencial. Sin ir más lejos, la última imagen de Juan Carlos I viendo un partido de tenis de Rafa Nadal surgió porque es íntimo amigo del organizador del torneo: Khaldoon Al Mubarak, director de Mubadala Investment Group y presidente del Manchester City. Falta saber si al emérito le acompañará esta vez en la celebración su hija, la infanta Elena, que le ha visitado en varias ocasiones en este año y medio mientras que Cristina lo ha hecho con menos asiduidad. Como hay clases, ambas aprovecharon uno de sus desplazamientos para vacunarse contra el coronavirus a principios de 2021.

Desde que pusiera pies en polvorosa hacia Abu Dhabi poco ha trascendido de su vida allí, más allá de que reside en una lujosa residencia como invitado de la familia gobernante, y de sus anhelos de hacer las maletas de vuelta a España, según ha confesado a su círculo más cercano, a sus amigos y a algún periodista entregado a su causa durante la Transición. Eso sí, su panorama judicial se encuentra ahora mucho más despejado. Tras las dos regularizaciones fiscales acometidas, todo apunta a que en los meses venideros la Fiscalía del Tribunal Supremo cerrará las diligencias abiertas contra el antiguo monarca. Concretamente, se está investigado el supuesto cobro de comisiones por la concesión del AVE a La Meca a empresas españolas; el presunto uso por parte de Juan Carlos I y otros familiares de tarjetas de crédito opacas con cargo a cuentas financiadas por un empresario mexicano; y la existencia de una cuenta con 10 millones de euros a nombre del ex jefe de Estado en la isla de Jersey, un paraíso fiscal.

Pese a que en las últimas semanas la Fiscalía ha procedido a prolongar por seis meses dichas diligencias, fuentes fiscales ya han adelantado que se les dará carpetazo ya que algunos de los presuntos delitos habrían ocurrido cuando Juan Carlos I estaba aún sentado en el trono y por tanto era inviolable, otros habrían prescrito y se da una falta de peso probatorio en otros, sumado a las dos regularizaciones realizadas, que la Fiscalía ha considerado "voluntarias" y "espontáneas".

Capeado este temporal, trascendió hace pocos días que el emérito disfruta en su exilio dorado de la compañía frecuente del traficante de armas hispano-libanés Abdul Rahman El Assir, quien se halla en busca y captura en el Estado español por un fraude a Hacienda de 14,7 millones de euros. Por ello, invocar el "legado" de Juan Carlos I como recurso para recomponer su figura carece de poder persuasivo, lo mismo que ampararse en que "hay que respetar su presunción de inocencia", como señalaron Sánchez y otros miembros del ala socialista de su Ejecutivo -amén, claro está, de la derecha política-, ya que todo este asunto excede de lejos el ámbito estrictamente judicial. El líder del PSOE ha preferido siempre trazar una línea divisoria entre el emérito y la, a su juicio, ejemplar labor de Felipe VI, lo que recalcó su partido también tras el tradicional discurso de Nochebuena. Ahora bien, Sánchez sostiene que Juan Carlos de Borbón debe explicarse ante la ciudadanía y descarga en Zarzuela cualquier decisión sobre el retorno del exjefe del Estado y su futura residencia. "No sabemos nada. No tenemos información. Si va a venir o se va a instalar en España o Portugal son de momento especulaciones", se han limitado a apostillar desde Zarzuela.

Sus allegados han hecho saber que quiere volver al Palacio de la Zarzuela pero parece poco probable que se instale de forma indefinida allí, toda vez que es la morada de Felipe VI, que nunca ha dado pista alguna al respecto manteniendo su tradicional hermetismo, y oscurantismo, en relación a su padre. Desde que en marzo de 2020 le retirara la asignación, se ha afanado en reivindicar su apuesta por la transparencia desde su llegada al trono en junio de 2014, con la aquiescencia de los poderes institucionales y mediáticos para trasladar esta apuesta imaginaria a la población.

Así, en su mensaje navideño de 2020 sostuvo que los principios éticos y morales "nos obligan a todos sin excepciones" y "están por encima de cualquier consideración, de la naturaleza que sea, incluso de las personales o familiares", en aparente alusión a los problemas de su progenitor con la Justicia. El pasado 24 de diciembre también se refugió en una mención velada. Las instituciones, aseveró Felipe VI, incluyendo entre ellas a la Casa Real, deben asumir las obligaciones que les han sido encomendadas, "respetar y cumplir las leyes y ser ejemplo de integridad pública y moral".

Así pues, a sus 84 años, y tras pasar a lo largo de su vida por numerosas intervenciones quirúrgicas de distinto tipo, incluida una a corazón abierto a finales de agosto de 2019, el emérito es ahora él quien diseña su próxima operación. A primera vista, y aunque suela necesitar ayuda para caminar, su aspecto físico da sensación de ser saludable. Incluso dio negativo en la PCR a la que tuvo que someterse cuando se conoció que Nadal había sido positivo poco después de haber compartido mesa, mantel y espacio juntos, y sin mascarilla. En sus conversaciones con la periodista francesa Laurence Debray, que en octubre publicó el libro Mon roi déchu (Mi rey caído), Juan Carlos I reconoció que hay personas contentas con que esté en Abu Dhabi -sin citarlas ni de soslayo- y que desde allí representa una figura menos incómoda para su hijo. "Desde aquí no molesto a la Corona", le dijo a esta. Igualmente, en una llamada telefónica pocos días después del entierro del príncipe Felipe de Inglaterra, su primo político, fallecido el 9 de abril, el emérito comentó lo "emotivo y elegante" que fue el sepelio. "El entierro de mi padre también fue muy bonito", le reconoció a la periodista. "Ahora debo pensar en el mío", agregó. Pero sus intenciones están más vivas que nunca: volver a España.

El emérito habría aconsejado a su hijo que en febrero viaje a los Emiratos Árabes para visitar la Expo de Dubái y así poder reencontrarse con él

Sus allegados airearon que desea instalarse en Zarzuela, algo improbable; y Sánchez, que le pide respuestas, delega toda decisión en Felipe VI