- El pasado viernes, cuando arreciaba la tormenta a cuenta de la reunión sobre el TAV de la que el alcalde de Bilbao, José Mari Aburto, dijo no estar informado, el lehendakari, Iñigo Urkullu, trató de amainar el vendaval evitando amplificar los cruces dialécticos. El PNV, en general, optó por la mesura en sus reacciones. Los jeltzales han preferido alzar la voz allí donde corresponde, a menudo en Madrid, donde los vascos se juegan unos cuantos cuartos. Su socio en el Gobierno Vasco, el PSE, dirime últimamente una estrategia diferente, sobre todo desde que Eneko Andueza se ha hecho con la Secretaría General del partido relevando a la vicelehendakari segunda, Idoia Mendia, pero también antes y desde diferentes flancos. Solo hace falta repasar algunas de las más recientes manifestaciones procedentes desde las filas del socialismo vasco para percatarse de que buscan marcar perfil, impronta, frente a la preminencia de la formación nacionalista en la CAV. Quién sabe si en clave electoral aunque reste aún tiempo para citarse con las urnas. O testando la posibilidad de futuras alianzas.

La última manifestación disonante se produjo hace escasas horas. El nuevo líder del PSE ha comenzado a aplicar su libro de estilo y, de entrada, difiere bastante del modus operandi de su predecesora en sus pronunciamientos. “A mí no se me olvida dónde estuvo el PNV cuando ETA todavía nos asesinaba”, declaró el eibartarra Andueza en una entrevista en el Diario Vasco. La primera lectura es obvia, en tanto que la frase nos retrotrae a un contexto que nada tiene que ver con la Euskadi de hoy en día. Más al detalle, la aseveración se puede interpretar como un dardo a la línea de flotación respecto a un asunto espinoso y que en nada contribuye a ese asentamiento de la “transversalidad” de la que habló, sin ir más lejos, Mendia el día en que anunció su adiós. Andueza coloca al PNV en un bando. Un esquema descriptivo trasnochado, y peligroso. Su retórica viene al hilo de lo que había pronunciado solo 48 horas antes. El PNV “se fue a pactar Lizarra con Batasuna cuando ETA todavía mataba o se puso de acuerdo con Euskal Herritarrok para desbancar a los socialistas de ayuntamientos como el Valle de Trápaga y Lasarte-Oria”, evocó en Radio Popular. Su posicionamiento no es baladí. Ayer mismo apuntó en su cuenta oficial de Twitter cómo su PSE se adentra en otro escenario: “A partir del #9congresoPSE el Partido Socialista va a abrir un nuevo comienzo en el que pretende que los Socialistas Vascos lideremos Euskadi”. Y añade: “Los socialistas no estamos en política para estar cómodos, sino para transformar este país”.

Aunque desde Lakua, ya antes de esto, se afanan en asegurar que el Ejecutivo de coalición “goza de muy buena salud” y que nada trastocará esa andadura conjunta que, por ejemplo, les llevará a aprobar con mayoría absoluta los próximos Presupuestos en el Parlamento Vasco, a nadie se le escapa que Andueza ha empezado a cruzar el Rubicón, quién sabe si sin mirar muy bien sus números. O mirando los de otros. De hecho, no esconde la “voluntad” de ensayar pactos, en principio “puntuales”, con EH Bildu, el tripartito de izquierdas que no desdeñan tampoco ni la coalición soberanista ni, mucho menos, Elkarrekin Podemos, que siempre lo ha tenido como gran aspiración. “Lo venimos haciendo en Euskadi, en Navarra -con el recién sellado acuerdo presupuestario con el gabinete de María Chivite- y en el Gobierno de España y no pasa nada. Es la normalidad política”, justifica el recién elegido secretario general del PSE.

Tampoco ha ahorrado críticas hacia el PNV al acusarle por su “afán” de apuntarse los logros para Euskadi. “Le preocupaba más salir en la foto que lo que realmente importaba”, ha llegado a decir sobre la polémica con el Tren de Alta Velocidad. “Parece que algunos siempre tienen que ser los protagonistas de determinadas cuestiones y parece que les fastidia que el liderazgo de determinados proyectos lo lleven los socialistas”, lanzó Andueza. Un peso en la censura difícil de encontrar en Mendia estos últimos años, más allá de la necesidad de diferenciarse de las políticas jeltzales cuando había que buscar el voto o de alguna afirmación a destiempo. Mensajes, los del nuevo líder, que solo se entenderían cuando uno no está cómodo en su binomio al frente del Ejecutivo, algo que no se evidencia a primera vista, cuando PNV y PSE gobiernan actualmente no solo en el Gobierno Vasco, sino en las tres diputaciones forales y en los principales ayuntamientos, estos dos últimos ámbitos institucionales nuevamente en juego en 2023.

El futuro ya se verá, viene a decir Andueza, metiendo el dedo en la llaga de los jeltzales. “Al PNV se le erizan los vellos cuando alguno pone encima de la mesa lo que puede pasar en el futuro”, señala, recordándole al partido de Andoni Ortuzar, entre otras cosas, que “pactó unas bases del ese nuevo estatus con la izquierda abertzale y en ese momento no pasaba nada”. Al líder del PSE le acompañan en sus posiciones algunos compañeros de su partido. Y nada de todo esto parece casual.