Uno de los efectos colaterales que tuvo la remodelación del Gobierno español fue la pérdida, al menos con carácter temporal, de la ministra que ejercía el papel de interlocutora en el seguimiento de la agenda Urkullu-Sánchez. Carmen Calvo fue hasta su salida del gabinete en el mes de julio la vicepresidenta primera, y se encargaba de llevar al día el grado de cumplimiento de los compromisos que abordaron el presidente español y el lehendakari, Iñigo Urkullu, en la reunión celebrada en enero. Al otro lado del hilo telefónico o de la mesa, por la parte vasca, estaba el vicelehendakari primero y presidente de la Comisión Mixta de Transferencias, Josu Erkoreka. Pedro Sánchez no ha designado todavía de manera oficial a un interlocutor o a una figura de coordinación similar, aunque se espera que sea algo temporal y puntual, propiciado también por el paréntesis de las vacaciones.

La interlocución se mantiene por ahora entre los consejeros y sus homólogos en los ministerios para abordar los asuntos sectoriales. Sobre el papel, el organigrama es el que es, y se mantienen las estructuras habituales: Erkoreka y la consejera de Autogobierno, Olatz Garamendi, tienen a su disposición a los responsables estatales de la Comisión Mixta de Transferencias, o también a la nueva ministra de Política Territorial, Isabel Rodríguez; en materia económica Azpiazu dialoga con Montero, y las infraestructuras son cosa de Iñaki Arriola y Raquel Sánchez.

La ministra Rodríguez intercambió ya unas breves palabras con Garamendi antes del parón veraniego pero, por encima de este organigrama, no existe aún esa figura de coordinación que pueda reforzar el impulso político o aportar un plus y una visión global al seguimiento de otras materias económicas, sobre fiscalidad o infraestructuras. La propia Rodríguez fue quien se dirigió por teléfono al lehendakari en julio para sondearlo sobre las materias pendientes en materia de transferencias del Estatuto de Gernika, y para tantear su presencia en la Conferencia de Presidentes.

BOLAÑOS, EL MUÑIDOR DE PACTOS

Tras la reunión de enero, Sánchez y Urkullu optaron por encargar la tarea del seguimiento a sus respectivos vicepresidentes. Ahora Sánchez sigue teniendo tres pero, a diferencia de lo que sucede con el fuerte perfil político de Erkoreka y su experiencia en materia de transferencias, las vicepresidencias de Sánchez tienen un matiz muy sectorial y relacionado con temas económicos (la ministra de Asuntos Económicos y Transformación Digital, Nadia Calviño; la de Trabajo y Economía Social, Yolanda Díaz; y la de Transición Ecológica y el Reto Demográfico, Teresa Ribera). En algunos ámbitos se ha señalado ya que el llamado a desempeñar las funciones de Calvo será Félix Bolaños, ministro de la Presidencia, Relaciones con las Cortes y Memoria Democrática.

Bolaños ya ha asumido la relación con los partidos de la oposición y los ha telefoneado para apalabrar encuentros con ellos en septiembre. Entre otros, habló con el PNV y con EH Bildu. Se reconoce a Bolaños como un hombre de pactos, o al menos él mismo se define así ante los medios de comunicación. Ha mantenido contactos intensos a todos los niveles, pero no es aún el interlocutor oficial para abordar la agenda Urkullu-Sánchez o, al menos, no consta así en el entorno del lehendakari.

LA REUNIÓN DE ENERO

Urkullu y Sánchez abordaron en enero la necesidad de tratar“con carácter de urgencia” un paquete de cinco transferencias, de las cuales siguen coleando dos: el Ingreso Mínimo Vital y la ordenación del litoral. Abordaron también los fondos europeos, las infraestructuras, la participación en Europa, la oficialidad de las selecciones vascas y la concertación de nuevos impuestos en la Comisión Mixta del Concierto Económico. Este último asunto se encarriló antes de vacaciones tras dejar en el aire el lehendakari su presencia en la Conferencia de Presidentes.