- ¿Cómo valora la remodelación del Gobierno español?

—Hay que leerla más en clave interna del PSOE y como una recomposición del mundo socialista, que como una remodelación de gobierno orientada a un cambio de estrategia política en el Estado. No va a haber un cambio de estrategia. Pensaba que Sánchez iba a hacer al revés: el Congreso del PSOE y, después, un Gobierno a medida. Es al revés: un nuevo Gobierno para afianzar al partido. Está recuperando a personas que estuvieron con él en un momento dado, personas que estuvieron en el entorno de Zapatero... Quiere hilvanar otra vez al PSOE. Tras ganar las primarias, se quedó sin partido, se enfrentó al aparato y se quedaron con él unos pocos fieles.

¿Sánchez no ha tenido en cuenta los mensajes que le lanzaba el PNV? Mantiene a Escrivá, que complica el traspaso del Ingreso Mínimo Vital.

—En el fondo, cuando falla la relación con un ministro y esa falla se mantiene en el tiempo, no es un problema con el ministro: es un problema global. Con Escrivá tenemos una discrepancia global, dura y fuerte que, si sigue así, se convertirá en una discrepancia dura, global y fuerte con Pedro Sánchez. No le puedo decir a Sánchez cuáles tienen que ser sus ministros. Sí le puedo decir cuáles son las cláusulas de comodidad y las condiciones que el PNV pone para que la relación política que tenemos funcione bien. Yo no esperaba el cambio de Escrivá porque es amigo personal de Sánchez. También sé que llegará el momento en que esto va a terminar en la mesa de Pedro Sánchez. Entonces vendrá el momento clave de ver si hay o no hay una interlocución especial con el PNV o persiste la crisis.

¿Lanza malas vibraciones al PNV que Miquel Iceta se vea relegado a Cultura? ¿Piensa que se puede enfriar una reforma territorial?

—No. Lo que queda claro es que quien manda y determina es Pedro Sánchez. Está haciendo un Gobierno a su imagen y semejanza. Es un gobierno más presidencialista que el anterior y netamente PSOE. Toda la relación con cualquier actor político va a girar en torno a Sánchez. Veremos con qué voluntad política lo aborda. Si quiere, sus ministros podrán ir articulando acuerdos para Euskadi y Catalunya.

Ábalos estaba a dos frentes, en el Ministerio y en el PSOE. Ahora que se retira, ¿se puede mover el Tren de Alta Velocidad de otra manera?

—No creo que el problema fuera que Ábalos no era diligente, sino que había problemas estructurales porque en la Administración española hay una resistencia formal a la descentralización y este tipo de obras. En Fomento lo vivimos con De la Serna, Pastor... Lo que necesitamos es que la nueva ministra tenga la suficiente fortaleza política para imponerse a los aparatos de ese Ministerio en manos de funcionarios muy centralistas.

¿Ha llamado Pedro Sánchez o alguien del Gobierno español al PNV para negociar las Cuentas?

—No, aún no hemos tenido noticias. Es pronto y, normalmente, a estas alturas del año lo que se hace es hablar del techo de gasto. Pero, como estamos en situación de pandemia y las normas regulatorias europeas se han relajado mucho, no se ha empezado a hablar tan siquiera de eso.

Pues algunas informaciones dicen que el Gobierno español ve agua en la piscina...

—(Ríe) Será en otra piscina o será en su piscina. Con nosotros no ha hablado nadie, y es relativamente pronto para hacerlo. No estamos con prisas.

¿Ha trasladado usted directamente a Sánchez la preocupación por el incumplimiento del pacto del Ingreso Mínimo Vital y el TAV?

—Sí, Pedro Sánchez es plenamente conocedor de nuestra posición política en los temas en los que hay incumplimientos. Tenemos incumplimientos en el Ministerio de Transportes, sobre todo, en los temas ferroviarios; no solamente en el TAV, sino también en compromisos presupuestarios adquiridos este año y en ejercicios anteriores. También tenemos un incumplimiento grave en el Ingreso Mínimo Vital, porque es un doble incumplimiento: de un acuerdo con el PNV el 20 de mayo de 2020 y de una ley pactada con el propio ministro. Y tenemos en Hacienda incumplimientos de compromisos de concertación de impuestos del ámbito europeo como el IVA OSS, la tasa Google... Sánchez es plenamente consciente porque se lo he dicho directamente a él.

¿Cuándo ha sido la última vez que han hablado?

—Cara a cara y largamente, en mayo. Mensajes, más cercanamente.

¿Le ha respondido?

—Sí. Hay un dicho: ni una mala palabra, ni una buena acción. No he recibido ninguna contestación negativa de Sánchez pero, desgraciadamente, los temas no avanzan. Tenemos una relación fluida y, por su parte, digamos que positiva; pero la realidad que acompaña a esa relación fluida es poco satisfactoria. No es resolutiva.

Para aprobar el techo de gasto, ¿el PNV quiere que como condición previa se reúna la Comisión Mixta del Concierto, ya que menciona la concertación de impuestos?

—No se trata de condicionar, pero es difícil renovar más compromisos y asumir más responsabilidad si no se han cumplido los acuerdos anteriores. Nosotros ya hemos cumplido todos, le hemos aprobado los Presupuestos, hemos discrepado duramente del estado de alarma pero hemos sido corresponsables... Falta que cumplan su parte. Es una cláusula de confianza para futuras negociaciones o, si no se cumple, de desconfianza.

En los Presupuestos, ¿para sentarse a hablar tiene que estar resuelto el traspaso del IMV?

—Insisto, no son tanto condiciones previas, porque los Presupuestos tienen unos plazos, y las negociaciones pueden tener otros. Es contar con un sistema de garantías de que las cosas van a pasar. Lo ideal sería que, para cuando nos sentáramos a hablar de los Presupuestos, estuviera todo esto encarrilado ya. Es evidente que, para octubre o septiembre, no van a estar en ejecución las obras de entrada del Tren de Alta Velocidad. Lo que sí podemos tener es un documento firmado de cómo se va a hacer el soterramiento. El IMV se puede hacer en diez minutos, es más sencillo. La concertación de impuestos puede tener técnicamente mayor trabajo. Es más un asunto de garantía de cumplimiento. Nosotros no podemos paralizar la negociación de Presupuestos.

Como el PNV no quiere elecciones sino estabilidad, Pedro Sánchez puede pensar que va de farol...

—Sí, pero todos los miércoles hay muchas votaciones en el Congreso de los Diputados. Puede haber una tentación para Sánchez y algunos de sus ministros porque los socios actuales no tenemos alternativa, o la que hay es muy mala. Él puede dormirse a la bartola y no cumplir ninguno de los acuerdos, pero eso es asumir mucho riesgo. Lo lógico en política es que se cumplan los acuerdos porque, del cumplimiento de un acuerdo, siempre sale la voluntad de hacer otro más. Si Sánchez tiene la vocación de agotar esta legislatura y seguir la siguiente, lo lógico es que mime y cuide a quienes lo llevamos a La Moncloa.

¿El PP de Casado sondea al PNV?

—No. El PP se ha metido en un camino sin salida, creyendo que le va a llevar a La Moncloa otra vez, pero no va a tener más opción que dar la vuelta, girar 180 grados y desandar ese camino. En ese camino, no cabe una relación normalizada con el PNV. Se ha hecho un partido negacionista, también de la diversidad territorial y de la capacidad de reivindicación de sociedades políticamente diferenciadas como Catalunya o Euskadi. Sobre esa negación, es imposible construir una relación política.

El PNV ha dicho que, si Escrivá sigue 'en sus trece' con el IMV, tendrá muy complicado llegar a acuerdos. ¿No van a aprobar la reforma de las pensiones? Es delicado dejarla caer.

—Es un ministro del despotismo ilustrado: él sabe lo que necesita Euskadi, él sabe lo que necesitan los pensionistas, él lo sabe todo, pero no acuerda nada. Presenta un supuesto acuerdo de pensiones, se desdice, y los partidos que lo tenemos que ratificar en el Congreso y el Pacto de Toledo no tenemos ni idea de lo que ha negociado. Es manco para los acuerdos. Me da la sensación de que el acuerdo de las pensiones le va a costar sacarlo adelante en el Congreso. Solo lo defendió el PSOE, y tímidamente. El resto criticó su soberbia.

¿El PNV rechaza el factor de equidad intergeneracional, luego matizado por el ministro?

—No podemos jugar con las expectativas de la gente ni hacer una valoración del sistema hasta conocerlo en su totalidad. Además de sostenible, debe ser justo, equitativo y progresivo. Y hay más confusión que certeza.

En los fondos europeos, cuando el PNV pide una aportación justa para Euskadi, ¿se refiere a los 6.500 millones que calcula el Gobierno vasco?

—Hemos presentado proyectos por 18.000 millones y solo pedimos 6.000, porque el resto lo vamos a aportar con empresas o instituciones vascas. No estamos pidiendo el 100%. Dos terceras partes van a tener financiación vasca. Los miedos que tenemos son que el dinero, en lugar de usarse para la transformación, se use para tapar agujeros de las administraciones, de gestiones anteriores y deudas públicas infladas; la tentación de utilizar esto de manera electoralista apostando más por donde ellos gobiernan; o que se intenten atajar urgencias actuales que no son objetivos a medio plazo, como proteger sectores tocados y crear empleo aunque sea de escasa cualificación y muy temporal con un macroplan de calderas o fachadas.

¿El PNV está de acuerdo con Castilla y León y con los técnicos del Ministerio de Sanidad que proponen el toque de queda por el covid?

—Ya insistimos en que no era momento de quitar el estado de alarma. Una vez quitado, hay discursiones que nos llevan a la melancolía: el toque de queda no se puede dar. La vacunación va a buen ritmo, pero hay rebrotes que con disciplina social se podrían evitar. No es tanto la época de las prohibiciones, como de la responsabilidad.

Entonces, ¿tampoco van a pedir a Sánchez que dé marcha atrás con la relajación del uso de la mascarilla?

—No. Somos libres de usarla o no, pero sabemos que, usándola, hacemos un bien personal y colectivo.

El Gobierno Vasco ha pactado la Ley Antipandemia con Podemos. ¿Será el socio preferente, también en las Cuentas?

—Ojalá. Hemos apreciado en Podemos una voluntad de diálogo que no existe en PP ni en Bildu. Seguramente por razones diferentes, Bildu y PP hacen la misma oposición y tienen la misma predisposición a la bronca. Otegi en castellano es Casado. Casado en euskera es Otegi.

"El PP de Casado se ha hecho un partido negacionista de la diversidad territorial; no cabe una relación normalizada"

"Sin alarma, hablar de toque de queda lleva a la melancolía; no es época de prohibir, sino de responsabilidad"