n más de una ocasión he escrito aquí que la política española había llegado al sumun del ridículo, pero se supera, lo que me descoloca por vergüenza ajena. Un, cada vez más presente, bajo y chusco nivel se ha impuesto en la Corte madrileña donde, como en los cuadros de Velázquez, aparecen personajes -o personajillos- de muy dudosa calidad. Y, aunque la estética no sea aquella de las meninas con sus perros y sirvientas, seguimos encontrándonos con bufones, validos reales, reyes y reinas tan interesadas en lo suyo y tan ajenos a la realidad y al interés común como entonces. Han convertido Madrid en el epicentro del despropósito, donde se mueven a sus anchas esas figuras que nos llenan el Teleberri como si el alfa y el omega de la política empezaran y terminaran donde el oso y el madroño. Se manejan bien en el ahora digo una cosa y luego la contraria. Véase el estado de alarma, las vacunas y los criterios para darlas, bajar o no el impuesto de la luz cuyo coste está en máximos históricos, las relaciones diplomáticas, las competencias pendientes, el TAV... Demasiado evidente para no darse cuenta. Y, aunque son muchas las y los protagonistas de ese desfile caricaturesco, destaca la grotesca virreina madrileña Díaz Ayuso, que se empeña, erre que erre, en dar espectáculo. Parece que los resultados electorales, tan sorprendentemente positivos para ella, se le han subido a la cabeza. Para esa señora el tema es lo de menos, y lo importante es salir en los medios -aunque sea mal-, sin mostrar pudor ni sonrojo alguno. Desde aquel comentario de Madrid es España dentro de España -qué manía con confundirlo todo hinchando pecho con valores patrios- hasta la última contra los indultos a los y las líderes catalanas, va engrosando su currículo como competidora directa de Casado. Es verdad que éste no anda muy fino y ha conseguido enfadarse hasta con el empresariado de la CEOE y, por supuesto, con el de Catalunya, que defienden los indultos a la gente del procés con inteligencia e interés económico -casi el 20% del PIB del Estado es a cuenta de Catalunya-. Pero, aunque el PP esté totalmente desnortado, le convendría recordar a otras lideresas de su partido que, utilizando esa misma plataforma de la Villa y Corte, no consiguieron auparse. No les salió bien y les cortaron la cabeza con oportunos chivatazos de posible corrupción. Haciendo honor al título de este artículo, para medio minuto ha dado la medida de Pedro Sánchez, que ha quedado como un fantoche ante todo el panorama internacional en la pasada cumbre OTAN en Ginebra. No es que la credibilidad de su gobierno fuera a mejorar por hablar más o menos con Biden, pero al generar unas expectativas irreales ha hecho el ridículo a lo grande. ¿Por qué mentir y decir que se ha hablado de tal o cual cuando fue materialmente imposible? Poco inteligente y embustero. Con quien sí habló fue con el demócrata turco Erdogan, a quien las autoridades internacionales miman inexplicablemente aceptando su sistemática vulneración de los derechos humanos, incluidos los de las mujeres, o del pueblo kurdo. En 2022 se reunirán en Madrid. Cambiar el discurso según la conveniencia parece un deporte habitual en quienes se comprometieron a no participar en esa alianza militar. ¿Recuerdan a Felipe González con su OTAN de entrada? O cuando traicionó al pueblo saharaui tras su visita a los campamentos de refugiados en 1976 donde se despachó con estas hermosas palabras: "Sentimos vergüenza de que el Gobierno de España no haya solo hecho una mala colonización sino una peor descolonización, entregando el territorio en manos de gobiernos reaccionarios como los de Marruecos y Mauritania. Nuestro partido estará con vosotros hasta la victoria final". Hoy ese pueblo sigue soportando un genocidio permitido por el gobierno de Madrid. Moraleja: no te fíes de la palabra de cierta gente. Pesas promesas con juramentos y pesaréis la nada (William Shakespeare).