- Txema Urkijo fue la mano derecha de Maixabel Lasa en la Dirección de Víctimas y estuvo en primera línea durante la experiencia de los encuentros restaurativos.

¿Hasta qué punto fue importante la preparación previa de los encuentros?

—Sin eso no tenía sentido el programa. Había profesionales que dirigían el proceso y se convertían en garantes de que se llevaba a cabo con todas las garantías para los participantes. La mediadora realizaba sesiones previas por separado tanto con el preso como con la víctima.

Con esta iniciativa estaban explorando terreno desconocido. ¿Los resultados eran imprevisibles?

—No había ningún precedente en las circunstancias en las que se llevó a cabo, con gente que estaba cumpliendo la pena privativa de libertad y además con ese tipo de delitos. Éramos optimistas porque teníamos la garantía de que la intervención de profesionales dificultaba un resultado negativo. Por otro lado, los primeros encuentros los hicimos con víctimas con las que teníamos una relación de confianza muy especial y que sabíamos de su propia solidez intelectual y anímica. Así que había expectativas importantes de que podía ir bien. Con todo, el resultado superó nuestras expectativas.

Ahora que la competencia de prisiones recaerá en Euskadi, ¿sería interesante recuperar los encuentros?

—Debería ser obligado para la administración tener un programa de esas características a disposición de los que pudieran querer participar en el mismo. Mientras haya un victimario o una víctima que quieran seguir ese recorrido, la administración debería tener los mecanismos y habilitar los recursos para que fuera posible.