- Mientras la CUP vigila la letra pequeña y el alcance del acuerdo de Govern suscrito entre ERC y Junts, la formación posconvergente no solo trata de tranquilizar a la fuerza anticapitalista sino que le anima a reforzar el pacto independentista. Hace ya dos meses cuperos y republicanos suscribieron una alianza cuyos ejes pasaban por un giro a la izquierda en las políticas sociales, otorgar una confianza de dos años a la mesa de diálogo bilateral con Moncloa, facilitar la gobernabilidad, garantizar la estabilidad presupuestaria y someter a Pere Aragonès a una moción de confianza en el ecuador de la legislatura, momento en que la tercera pata del soberanismo en el Parlament sopesaría su entrada presencial en el Ejecutivo catalán. Aspectos que, forjada la alianza entre las dos grandes formaciones secesionistas, insta a que prevalezcan y que desde JxCat aseguran que seguirán en vigor. De hecho, el secretario general de Junts, Jordi Sànchez, indicó ayer a la CUP que no debe tener “ningún motivo de preocupación” y le emplazó a blindar el consenso ampliando la entente global a cuatro años. “No tienen que sufrir porque no cuestionaremos su acuerdo. Sabremos encontrar un punto de equilibrio y encaje a sus planteamientos, aunque preferiríamos que fuera para toda la legislatura”, reconoció.

Junts trabaja no solo en esa vertiente, sino también en consolidar los puentes con Esquerra. Tras semanas de echarse literalmente los trastos a la cabeza, la necesidad de evitar la repetición electoral y la presión ejercida por el independentismo civil empujaron a una estrategia de cesiones compartidas que cristalizó en el acuerdo para el Govern de coalición. “La desconfianza ha sido el gran adversario”, admitió Sànchez, unos recelos larvados durante todo el anterior mandato en las diferentes instituciones y que toca enterrar. “Hemos construido ya fundamentos sólidos pero no hemos superado del todo la rivalidad. Se ha tratado de ahuyentarla pero todavía no lo hemos conseguido hacer con plenitud”, constató el dirigente de JxCat, aún preso en Lledoners por la causa del 1-O. “Tenemos miradas diferentes en la estrategia y somos rivales electorales, pero lo hemos llevado de manera poco ejemplar, edificante o pedagógica”, lamentó Sànchez. Sin poner paños calientes, añadió que la “represión” del Estado español “ha contribuido” a ello. Por eso, según declaró a elnacional.cat, cree que este acuerdo “es una primera gran victoria para demostrar que la represión no nos ha vencido”.

JxCat da también su aval a la mesa de diálogo pero no espera gran cosa de la mano tendida desde el Gobierno de Pedro Sánchez. “Nuestro escepticismo es notorio. No nos llevemos a engaño. Sabemos que España nos puede estar haciendo perder el tiempo y dividiendo el independentismo con su supuesta de voluntad de diálogo. Pero decimos claramente que en la medida que se trata de una apuesta de ERC, nos comportaremos con lealtad, porque así lo hemos decidido y porque apostamos por la unidad estratégica”. Sànchez alude en este sentido a un tiempo acotado que evaluará el horizonte con transparencia. “Ya hay un documento firmado por ERC y la CUP que fija un plazo. Dos años es un tiempo prudencial”, precisa, aunque le gustaría extenderlo a la duración natural de un mandato.

Además de crear un espacio de coordinación entre todo el mundo independentista que comande la hoja de ruta, desligando este liderazgo del Consell per la República que dirige Carles Puigdemont, y que será reformulado; JxCat y ERC tratarán de aunar esfuerzos en el Congreso, lo que no significa que puedan posicionarse de forma distinta en algunos asuntos. Sànchez recalcó que el Consell nunca ha querido tutelar al Govern y que el expresident no ha participado en las negociaciones, atribuyendo este discurso a “interpretaciones enfermizas que buscan permanentemente una confrontación y división”.

Por de pronto, las aguas entre las dos formaciones se han calmado en la Cámara baja, algo que corroboró el portavoz republicano, Gabriel Rufián. “Junts ya no es tan de derechas”, soltó ayer, describiéndolo como un partido donde hay pluralidad, sensibilidades diversas. Como ejemplo, puso de relieve los acuerdos alcanzados hasta la fecha en el seno del Govern, entre los que citó la imposición de impuestos a la banca y a las nucleares, la creación de una renta mínima garantizada y hasta 44 leyes sociales. “Ojalá aquí en el Congreso hubiera una derecha de ese tipo”, llegó a afirmar. Desde ese enclave, la portavoz de la CUP en la Cámara Baja, Mireia Vehí, celebró que pueda fraguarse el Ejecutivo independentista pero no escondió su temor a cómo desarrollará Junts su tarea al frente de las consellerias de Economía y Salud. “Veremos de forma concreta si se han cumplido los compromisos sobre la renta básica universal, sobre los temas de vivienda o sobre la banca pública, que acordamos con ERC”, puntualizó.

La incredulidad sobre el pacto de Govern no solo llega desde el constitucionalismo o la izquierda, también desde una fuerza nacionalista como el PDeCAT, disgregada del antiguo mundo convergente y que no obtuvo representación en las urnas el 14-F. Su portavoz en la Cámara baja, Ferran Bel, puso en duda la “utilidad” del nuevo matrimonio entre Esquerra y JxCat dada la experiencia del Ejecutivo anterior, pero, en cualquier caso, les pidió que se pongan a gobernar cuanto antes y que se retome la mesa antes del verano. “Siguen careciendo de un proyecto común y su falta de lealtad puede derivar en un gobierno que no sea útil”, expresó. El PDeCAT va más allá al creer que la alianza obedece más a un “reparto de cuotas de poder”.

Exdiputado socialista. Joan Ignasi Elena, exdiputado socialista y exportavoz del Pacto Nacional por el Referéndum, se perfila como nuevo conseller de Interior, uno de los departamentos que asumirá ERC, a expensas de que se cierre la composición definitiva del futuro Govern, que podría condicionar algún último reajuste para garantizar la paridad. Abogado, exalcalde de Vilanova i la Geltrú y exdiputado del PSC en el Parlament, goza de buena consideración en Esquerra tras haberse acercado al partido en pleno proceso independentista y haber ayudado jurídicamente a los presos. En vísperas de la formación del Govern de Quim Torra estuvo ya a punto de ser nombrado conseller de Salud. Elena lideró la corriente socialista Avancem y se desmarcó de su partido para apoyar la ley de consultas, en la que buscó amparo legal la consulta soberanista del 9-N de 2014. Avancem acabó escindiéndose del PSC ese año y Elena, que renunció a su escaño en el Parlament, se acercó a la órbita de ERC de la mano de Oriol Junqueras, con quien mantiene una excelente relación.

“La CUP no debe sufrir: sabremos encontrar el equilibrio sin cuestionar su acuerdo con Esquerra”

Secretario general de JxCat